Don't you remember?

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No me siento tranquila. No sé si deba estarlo. No sé si deba derrumbarme o seguir haciéndome la fuerte sólo para demostrar que ya no siento nada por el hombre. Me siento desesperada. No, me siento triste. No, no sé cómo me siento.
      ¿A quién quiero engañar? Todavía siento algo por ese el hombre, y quiero volverlo a ver. ¿Cuándo lo volveré a ver? Fue un momento magnífico cuando lo vi el día que vino a mi casa. Volví a sentir ese cosquilleo en el estómago cuando me habló con su voz tan... ¡Por Dios! Me da miedo incluso describirla. Tengo miedo de que si describo algo sobre él, volver a mencionar su nombre, y es algo que me quiero evitar por completo.
      El día que vino a mi casa esperaba que no me tomara la palabra cuando le pedí que se fuera. Esperaba que me dijera que había venido por mi, y, bueno, la parte de mí que esperaba tal cosa era mi estúpida consciencia infantil. Pero mi parte racional me explicaba que ya no era para mí y que el hombre ya no debía formar parte de mi vida.
      Recuerdo que, cuando me dejó, lo hizo así, sin más, no hubo ni un adiós además del «no eres tú, soy yo». Yo esperaba que al menos hubiera un último beso de despedida, y cuando todo eso pasó no sabía en qué íbamos a quedar. Esto es lo que pasa cuando te entregas en cuerpo y alma a la persona que amas y que crees que te amó.
      Yo sé que mi corazón es voluble, pero he estado aprendiendo a no luchar por cosas que ya no están a mi alcance. Mi cabeza ahora está cargada de cosas que ya no puedo soportar.
      Pensé que podía soportar el ya no verlo, pero sé que me estoy engañando a mi misma. Ahora mismo tengo una debilidad muy grande y no quiero cometer una estupidez...
      Tomo el teléfono y marco un número que ya tenía olvidado, ya no está registrado, pero me lo sé de memoria.
      Espero por varios tonos, esperando que su voz se aparezca de repente. Qué curioso, otra vez estoy llorando. La verdad, sí quiero escuchar su voz, muero por hacerlo, pero al final tuve que dejar un mensaje de voz.
      -¿Qué, ya no te acuerdas de por qué me amabas? Por favor recuérdame una vez más.
      Cuelgo el teléfono sin más preámbulos y enciendo la televisión. Busco algo interesante que me ayude a distraer el llanto, sin embargo me descubro preguntándome sí últimamente ha pensado en mí, o si él, a diferencia de mí, ha logrado olvidarme. Siempre llega a mi mente la idea de que algo hice mal y que por eso el hombre decidió dejarme, y por más que intento no puedo comprenderlo. ¿Merece que llore por él, o lo merezco yo a él? ¿Por qué tengo que sufrir tanto? Eso debería ser ilegal en el Reino Unido.
      No sé por qué tengo la ligera sospecha de que el hombre sí recuerda todo lo que hemos vivido juntos, por qué me amaba, por qué decidió estar conmigo...
      Y de nuevo estoy llorando como Magdalena. Estoy a punto de llamarlo una vez más, y esta vez ya no resisto el no hacerlo.
      -Te di el espacio para respirar y el tiempo para pensar. Espero que halles la pieza en ti que regrese a mí.
      -Adele, yo...
      Miro el teléfono, muy confundida por cierto. ¿Respondió? Claro que lo hizo, Adele. No me di cuenta.
      -¿Por qué no recuerdas todo lo que tú y yo pasamos juntos, por qué no recuerdas la razón por la que tú me amabas, por qué no me recuerdas a mí? -me atrevo a reclamarle, ya que el hombre está al otro lado de la línea.
      No sé si es como un espasmo el que recorre mi brazo hasta el dedo pulgar, y el cual me hace colgar el teléfono. Lo lanzó lo más lejos que puedo, al otro lado del sofá donde estoy sentada, pensando con incredulidad lo que me atreví a reclamarle a el hombre.
      Posterior a esto, el teléfono comienza a sonar. Yo me cubro las orejas, queriéndome evitar la debilidad por contestarle de nuevo.  Yo sé que había que dejar las cosas claras, pero no soy cobarde por no quererle contestar, estoy manteniéndome al margen de lo que hace dos minutos fue un arranque de locura.
      Mi corazón late desbocado, cada minutos hay más llamadas en el teléfono, y por lo tanto, eso me dice que no está con Georgie.
      Ahora que corté la llamada antes de que él pudiera responder algo me surgió un extraño presentimiento. No sé por qué de repente pensé que estaría parado de nuevo afuera de mi casa. Pero sólo es eso, ¿no?
      No. De nuevo me estoy engañando a mí misma. Es el maldito deseo que tengo de volverlo a ver.

21 [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora