Ya habían pasado más de dos días del incidente con Seto y Kano no se despertaba, al menos es lo que decía Kenjirou, no parecía que mentía él tenía prisa por hacerlos "despertar" pero sabía que había una parte en la que no podía interferir, todos se mostraban impacientes, en una esquina del cuarto se veía a la mujer albina jugando un poco con el cabello de su hija trenzando lo con cuidado y a su lado estaba la pequeña de cabellos anaranjados, la menor de los Kisaragi, mirando atentamente como lo trenzaba y de vez en cuando soltando algún comentario como "oh Shion-san es muy hábil" o "el cabello de Mary-chan es muy esponjoso", en otra esquina se encontraban la chica de mirada furiosa arremetiendo golpes contra la pared de vidrio, suponiendo claro que ese fuera el material, ante la atenta mirada del mayor de los Kisaragi, que se limitaba a mirarla con cautela
-deberías de dejar de hacer eso... Kido... La pequeña de cabellos verdes lo hacía mucho y siempre se lastimaba -hablaba con seriedad y un pequeño matiz de preocupación, después de todo quizá no se conocían mucho o hablasen como los mejores amigos pero también sentía preocupación y herirse en este caso no era una solución productiva para nadie
-... Callate... Voy a romper esta cosa... Voy a encontrar una maldita forma de salir -seguía arremetiendo golpes con fuerza hasta perder el equilibrio impactando su cuerpo contra el piso frío y duro al igual que la habitación
El chico no dijo nada simplemente suspiro y le tendió la mano -si queremos salir ser idiotas no nos servirá de nada -lo último lo dijo con una sonrisa con sorna y burla hacia la chica, la cual solo lo fulminó con la mirada y apartó la mano de un golpe
-al menos hago algo
-inútil por supuesto
-quieres enojarme? -ante eso la niña ya se estaba saliendo de sus límites y antes de poder arremeter un golpe contra la cara del chico unos brazos le rodearon la cintura
-Takane-chan para ya no debemos pelearnos! -alegaba el que hasta ahora había estado al margen, Haruka, quien había estado sentado en la pared lateral del lado izquierdo donde estaba observando con tristeza a Takane, sabía cuánto quería salir, el también quería hacerlo pero pelear no ayudaría en nada
-chicos recuerden que lo mejor que podemos hacer es esperar y permanecer unidos no nos servirá de nada atacarnos unos a los otros además...- Seto, quien había también permanecido al margen terminó por ponerse entre Takane y Shintaro para evitar más enfrentamientos, más su frase no fue completada ante el sonido de unos pasos, pasos firmes y unos pequeños pasos débiles y sin potenciaTodos guardaron silencio y con lentitud se acercaron hasta estar todos en el centro de aquella celda, pudieron observar a su carcelero, Kenjirou, como siempre pero con una diferencia esta vez no traía su bata, tampoco sus gafas, su cabello estaba ligeramente desaliñado, a su lado venía la pequeña de cabellos verdes, su mirada clavada en el suelo haciendo que su cabello tapara su rostro, su cuerpo se veía más delgado pero sano, el color de su piel era normal, no tenía marcas a simple vista que dijeran que él le había hecho daño, pero su caminar era el de un muerto
Todos miraron con rabia contenida a aquel hombre que una vez llego frente a la celda tomo el hombro de la pequeña y con voz suave y falsa dulzura dijo "bueno mi pequeña Tsubomi... Fuiste un éxito puedes volver con tus amigos y ya sabes siempre serás al igual que todos de ahora en adelante una de la familia", la pequeña no dijo nada, simplemente una vez que Kenjirou abrió la celda con un código por fuera de esta la pequeña entro, no dijo nada, sentía todas las miradas sobre ella, pero no hizo intento de mirar a nadie, una vez se fue aquel hombre todos empezaron a respirar con tranquilidad con valentía el primero en acercarse fue el de cabellos castaños, Seto
-Kido-san... Te hizo daño? -preguntó con cautela y ligeramente tomado el hombro de su amiga quien simplemente apartó la mano de un ligero golpe
-... Estoy perfectamente-su voz sonaba rasposa y se negaba a mirar al frente, la ropa que traía era igual a la que ahora todos vestían, aquel conjunto de camisa y pantalón azul-verdoso, que parecía un conjunto de pacientes de algún hospital, con la diferencia que la tela era algodón suave al tacto y permitía que pudieran moverse con facilidad
-Kido... Por favor mírame -dejo a un lado el formalismo y la tomo de los hombros zarandeándola un poco