Capítulo 1: Los muertos caminan.

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Hoy, 1 de Noviembre de 2015, hace exactamente un año desde que todo comenzó. El panorama era idéntico al de una película de terror, solo que era bastante real.

Todo comenzó una mañana del 1 de Noviembre de 2014, cuando iba al Instituto como otro día cualquiera. Me reunia con mis amigos en la famosa Plaza de Toros. Mientras ibamos de camimo al instituto, uno de mis amigos, llamado Álvaro, mencionó que le apasionaba The Walking Dead, la exitosa serie de televisión de Zombies. Cuando nos dimos cuenta, ya habiamos llegado al Instituto, o a la Cárcel, como yo prefiero llamarlo. Soltamos las mochilas en un lado del pasillo y seguimos hablando tranquilamente, esperando a la llegada del profesor. Mientras charlábamos, un chico llamado Alex se nos acercó. Era alto, moreno y de tez pálida.Era odiado por todo el mundo. Era prepotente, creido y un maleducado con las chicas. Burlándose, le dijo a Miriam, mi novia:
-¿Es mi impresión o cada día estás más fea?
-Pues bien que te gusto, Alex. Me insultas porque sabes que nunca caeré en tus brazos-dijo ella, riéndose.

Malhumorado, se fue con sus amigos a insultar a otras personas.
Todo transcurría bien, hasta que, a tercera hora, el director dió un comunicado:

-A todos los alumnos y profesores. Les comunico que han encontrado un extraño virus en uno de los alumnos. Por favor, si se encuentran mal, acudan a la enfermeria de inmediato.

Todos, extrañados, empezamos a murmurar. Entonces, sacado de una película de Horror, Alex empezó a sangrar por la boca y se tiró al suelo, retorciéndose de dolor. Nuria, la profesora de Francés, fue a ayudarle, pero fue demasiado tarde. El joven Alex había muerto, al parecer, de un profundo y doloroso mordisco.

Cuando Nuria se levantó del suelo, notó que alguien le tiraba del pantalón. Era Alex, el joven muchacho, supuestamente muerto. Tenía los ojos blancos y los dientes ensangrentados. ¿Cómo podía estar vivo? Se incorporó lentamente y con un poco de torpeza, y fijó sus ojos en Nuria. Ella no podía dar crédito. ¡Alex, estaba vivo! O eso pensaba ella hasta que él le clavó los dientes en su hermoso cuello. Álvaro gritó a pleno pulmón:

-¡No puede ser, los muertos no caminan ni tampoco muerden! ¡Solo ocurre en la tele, no en la realidad!

Se desató el pánico.

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