Zombie Land

Capítulo 2: Rodeados de muertos.

Todo el mundo empezó a correr y gritar tras ver a Nuria, sangrando por el cuello, por la herida provocada por aquel espantoso mordisco. Todas las salidas estaban atrancadas, por el gran tumulto de personas. Nosotros fuimos listos y subimos a la planta de arriba, para poder llegar a la azotea y de esta forma, buscar un medio para salir de aquel edificio tan antiguo, como es nuestro instituto.

Subiendo las últimas escaleras, nos encontramos a otra profesora, llamada Maite, que nos caía muy mal. Era rubia, alta, muy delgada y casi siempre con tacones rojos. Decía que eramos la peor clase de todo el Instituto.

Allí estaba ella. Inmóvil, delante de una puerta. Alba, mi otra amiga que nos acompañaba (alta, guapa y de pelo largo del color café), decidió hablar con ella. Cuando esta se giró...Fue un espanto. No tenía el brazo derecho, ni un ojo.. ¿Qué diantres le había pasado? Ella, con lentitud, se acercó a Alba que, asustada, retrocedió lo máximo que pudo, hasta que notó el borde de las escaleras. Se abalanzó sobre la asustadiza chica, para intentar asestarle un mordisco. Pero no fue así. Miriam, cogió un palo de la escoba y se lo clavó en la cabeza. Alba añadió:

-¿¡Qué demonios está pasando en este maldito instituto!?- Dijo mientras temblaba.

-Parece ser que hay una epidemia de algún virus similar a la Rabia- Comente mientras intentaba tranquilizar a Alba.

-La Rabia no te hace volver de la muerte. Estos son Zombies, Caminantes.. Como queráis llamar a estos bichos. ¡Debemos hacernos con armas y refugiarnos en un lugar seguro! - Propuso Álvaro.

-Me parece buena idea, pero... ¿Y los demás? Eramos nueve y nos hemos quedado en cuatro. Tenemos que ir a buscarlos- Dijo Miriam con un tono heroico.

Empezamos a descender por los escalones, en la busca de los demás de nuestro grupo. Vimos a un conjunto de personas, que eran devoradas como si fuesen caramelos. Cuando estuvimos en el Hall, un grupo de Caminantes nos dejó sin salida. Nos rodearon y cada vez estaban más cerca. Estábamos, realmente, jodidos.