Capítulo 3: Una dura decisión.

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Estábamos completamente rodeados. ¿Qué podíamos hacer para escapar? No teníamos armas, ni tampoco experiencia de lucha. Los Caminantes casi nos alcanzan, cuando un rayo de esperanza salió de la nada: Lola y Amalia, dos amigas nuestras que estábamos buscando antes de meternos en ese berenjenal. Lola, era una chica muy delgada, pelo largo y de color castaño. Por otra parte, Amalia era alta, un poquito más rellenita que Lola y con pelo largo de color negro azabache.

Ellas, nos lanzaron armas desde lo alto de las escaleras. Eran barras metálicas y una espada del club de Esgrima. Por supuesto, la espada me la quedé yo, ya que la había manejado varias veces, aunque nunca la había utilizado para matar a nadie. Entonces, vi que Alba se quedó paralizada al ver, que la persona que tenía delante era su ex novio Alexandru. Se quedó petrificada:

-No, no puedo matarle. Él..

-No está vivo. Hazlo. ¡CORRE!- Dije gritándole.

-¡No puedo, joder! Tantos momentos vividos..

-Déjame que lo haga yo, Alba- Le propuso Miriam.- Aunque le tenga asco, no creo que ningún ser humano deba pasar por esto. Lo siento.

Le perforó la nuca con la barra de metal. Entonces, después de liberar las almas de nuestros antiguos compañeros y profesores, nos reunimos al fin con Amalia y Lola. Las abrazamos fuertemente. Entonces, surgió la duda:

-¿Dónde están Sergio, Alicia y Afra? ¡Debemos buscarles!-Dijo Amalia.

-Estarán en un sitio seguro, os lo digo yo.- Dijo con mucha confianza Álvaro.

Después de que conversáramos un buen rato de lo que íbamos a hacer, oímos dos voces que nos sonaban mucho. Nos dio mucha alegría verlos de nuevo. Eran Angélica (profesora de Inglés) y Marcos (profesor de Educación Física). Eran los mejores profesores de todo el Instituto. Pasamos toda la noche con ellos, en la clase de tecnología, esperando a que los Caminantes dejaran el Instituto en paz y se fueran a otro sitio. Pero lo peor, ocurrió.

Cuando amaneció, nos dividimos en dos grupos para inspeccionar y limpiar el instituto de infectados. El grupo número 1 (Yo, Miriam, Álvaro y Marcos) nos dirigimos al área este, mientras que el equipo número 2 (Amalia, Lola, Alba y Angélica) se dirigieron al área oeste. Todos cogimos herramientas de la clase de tecnología para poder defendernos y matarlos, a aquellos que habían sido nuestros compañeros y profesores.

Cuando concluimos nuestro trabajo, nos reunimos nuevamente en el aula de tecnología. Cuando nos dispusimos a descansar, alguien empezó a aporrear la puerta. Marcos, creyendo que era ayuda, la abrió sin más. Era una horda grande de Caminantes que habían seguido el rastro de la sangre que caía de los utensilios, utilizados previamente para exterminar. 

Corrimos hasta la ventana más próxima, la cuál tenía escaleras de emergencia. Todos atravesamos la ventana, y los zombies caían al vacío torpemente. Tuvimos mucha suerte al escapar, pero no tanta para un miembro de nuestro equipo, al cuál le habían mordido en el antebrazo.

Ese era Marcos, quién había aguantado el dolor para no asustarnos. Entonces, él suplicó:

-Matarme, por favor. No quiero sufrir más y menos convertirme en esas cosas. No quiero haceros daño. Debéis acabar conmigo. Prometerme que estaréis bien ¿vale?- Tose sangre-. Gracias por todo.

¿Qué debíamos hacer? ¿Matarle sin más? ¡Seguía siendo un ser humano! Entonces, Lola le asestó un gran golpe en la cabeza, haciéndola estallar. ¿Eso mismo nos pasaría a todos nosotros?


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