"Libre de pensamiento y corazón"
—Señor De Luque, ha llegado esto para usted —una doncella de no más veintidós años le entrego al caballero una carta en una bandeja y este al tomarla agradeció sonriendo provocando un ligero sonrojo en ella. El caballero era guapo, alto, de cuerpo musculoso, una barba perfectamente cortada y densa. Las facciones de su rostro eran una mezcla entre un príncipe y algún leñador de la montaña, un hombre que hipnotizaba a cualquier doncella o princesa.
La carta era una invitación al castillo de sus padres, donde por lo visto habría un baile de invierno dedicado a su aniversario número cincuenta. Desde joven él prefirió vivir alejado de ellos, pero sin salvarse de molestos bailes como estos ya que su madre siempre le obligaba a asistir esperándolo ya con una hermosa princesa la cual quería que fuera su esposa. Y cada vez que llegaba terminaba rechazándolas, él no quería casarse a la fuerza y mucho menos con alguien a quien no amaba. Eso su familia no lo entendía, ni lo harían en algún futuro puesto que él es hijo único y todo ese reino recaerá en él en unos años. Simplemente no puede darse el lujo de no casarse o de quedarse soltero.
Eso sería imperdonable.
Luego de recibir dicha carta se preparó a empacar para salir camino a su hogar, a enfrentase al futuro... A lo inevitable. No podía negar que no le gustaba ser adorado e idolatrado por tantas, ha intentado ya más de diez veces tratar de enamorarse, de conocer a las princesas a fondo para así poder amarlas. Sin éxito. Era consciente de que el amor no se forzaba, solo que le parecía ya demasiado tiempo sin sentir eso que dicen estar enamorado. Eso que te lastima, te duele, te destroza haciéndote sufrir para luego convertirse en una alegría, un refugio, un anhelo... Lo que te da razones para vivir.
Fue bastante bien recibido en el castillo, luego de un largo viaje de nueve horas y fue atendido como se debía. Antes de saludar a sus padres decidió que lo mejor sería ir a su habitación para instalarse, por más que fuera sólo un fin de semana.
—¡Samuel! ¡Hijo mío! —exclamo su madre acercándose a abrazarlo y besarlo en ambas mejillas, el amor por su hijo único era inmenso.
—¡Madre! —respondió al abrazo y los besos, evitando aquellos detalles sí que les extrañaba demasiado.
—Sentémonos, quiero que me digas como te ha ido —caminó junto con ella y se adentraron en una pequeña terraza que dejaba una vista a uno de los jardines traseros— ¿cómo has estado? —cuestionó mirándolo, a pesar de que él ya tenía la idea de a qué tema llegarían.
—Bien, hacía mucho que no me sentía tan pleno —mintió un poco para hacer que se sintiera bien, y porque principalmente no quería que insistiera en que regresara a vivir con ellos, como cualquier príncipe debería hacerlo.
—¿Alguna princesa? —dijo sin más rodeos, no cabe duda que conforme los años su madre se desesperaba más.
—No madre, no aún —respondió bajando la mirada un momento, le dolía tener que responder así.
—Entonces espero que mañana en el baile lo intentes, y esta vez sí lo consigas, tu padre está más ansioso que yo —continuo con la mirada baja, sabía que les decepcionaba pero aún tenía la firme convicción de que tenía que enamorarse y no dejar que fuese arreglado— como favor adicional me gustaría que convivieras con un príncipe hijo de una amiga mía, es un tanto joven y serían buenos amigos —al menos aquél favor sonaba más sencillo que tener que estar buscando pareja— su madre es igual de insistente que yo, no es hijo único pero si el mayor y sigue soltero —su madre se rio un poco con esto último— debe ser alguna enfermedad —bromeo para animarlo un momento, al final ella siempre querrá lo mejor para él.
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Románticos
RomanceUn fugaz enamoramiento de dos románticos, la prueba de que a veces el amor no aparece en el momento ideal, y entonces el dolor se vuelve natural. // Historia únicamente wigetta //