Capítulo Final

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"Gracias"


A veces puede solo parecer una decisión, si elegir un color u otro, una comida de otra, una profesión en la vida, decisiones que llevan un peso inmenso con ellas. Algunas pueden cambiar en segundos, otras se mantienen siempre firmes, para un romántico la toma de decisiones es quizá lo más complicado, porque en cualquier momento su corazón puede dictar lo contrario a su mente, dando comienzo a una pelea consigo mismo, una disputa por saber sus verdaderos deseos y donde al final siempre querrá un momento mágico.

...

¿Lo imaginaba así?

Su obra favorita lo planteaba así, Shakespeare lo escribió en "Como Gustéis", donde Silvio cuestionó... "¿A cuántos desatinos y dislates te arrastró el enamoramiento?" la primera vez que leyó aquello se encontró a sí mismo deseoso de cometer desatinos por el simple hecho de estar enamorado, su corazón anhelaba sentir algo así. Luego de conocer a varias mujeres se dio cuenta de los desatinos a los que se refería Silvio, sin embargo, con el tiempo notó como su respuesta era como la que da Corino, "A miles que he olvidado"... quizá les había recitado poemas y frases lindas a todas ellas, pero había olvidado muchos de esos momentos.

Y ahora... ahora el siguiente diálogo de esa conversación tenía todo el sentido para él.

A esa respuesta, Silvio musito... "Entonces nunca amaste con el alma. Si no recuerdas la menor locura que el amor te haya hecho cometer, es que no has amado. O si nunca te sentaste, como ahora yo, a cansar a tu oyente elogiando a tu adorada, es que no has amado. O si nunca abandonaste compañía como ahora me exige el sentimiento, es que no has amado." en ese momento comprendía la desesperación y el dolor de amar a una persona.

Si bien el amor parecía ser algo diferente en la literatura, para Samuel aquello no iba tan lejos, tal vez las historias terminaban perfectas y allí el sufrimiento era temporal y breve. Como los cuentos donde la princesa y el príncipe terminan siendo felices por siempre, simples fantasías que hacen felices a las personas, llenando de esperanzas el corazón. Samuel solía ser así, él quería enamorarse de verdad, sentir ese mareo cuando la persona ideal aparece, también buscaba quien tomara su mano, alguien que lograra hacerlo sentir como si fuera su hogar, así estuvieran en el sitio más remoto, simplemente tener a quien abrazar en cualquier circunstancia. Y lo encontró, solo no creyó que sufriría tanto, ni que su vida dependería de esa forma, no imaginó el precio que se paga al amar con el alma, confió en que lo soportaría, y en que la recompensa lo valdría todo.

Y ahora había llegado el día, en unas horas más estaría obligado a casarse con alguien que ama a otra persona, solo por asuntos políticos, un destino tan desafortunado parecían tener, y quien sabe, tal vez se tornaría incluso más complicado. La princesa Camila había aceptado el matrimonio por razones contrarias a su corazón, ella se había enamorado de un noble príncipe, quien por desgracia no era el heredero directo del reino de Francia, por ende, aquel amor no podría concretarse jamás.

Miles de pensamientos continuaban revolviéndose, las gotas de lluvia se deslizaban lenta y melancólicamente por la ventana, la mirada del príncipe se perdía mirando el paisaje. Un paisaje desolador, incluso el día parecía estar en contra del evento, la lluvia no cesaba y el sol no aparecía en ningún lado. Con la vestimenta lista se preparaba para cruzar un obstáculo inmenso, recibiría la mano de una hermosa princesa, rompiendo así los corazones de los involucrados, y de un par más.

Sin embargo, ya había tomado esa decisión, desde hace días lo pensó, incluso la noche anterior se lo dijo al príncipe Guillermo, y fue entonces que le pidió que lo perdonara. La solución era dejarlo, para que continuara su vida con alguien más, quizá lejos, siendo feliz con quien pueda mantener una sonrisa en su rostro y no lagrimas como él lo hacía cada vez. El amor es eso, sacrificios y dolor, la felicidad era solo temporal y cuando los sentimientos sean reales, esos se quedarán por siempre en el corazón, doliendo cada día en la espera de su amante.

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