C-7: Ana

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Las palabras de Jason la tomaron desprevenida. Se alejó de él lo suficiente como para tomar aire antes de digerir lo que él había dicho. El ambiente había cambiado. El aire se había vuelto más pesado y el viento había desaparecido en el momento en que él habló. Se posó en ella la misma sensación que había sentido a la mañana, cuando huía de esa presencia en su cuarto.

— ¿Cómo dices?—Preguntó confusa, en un hilo de voz.

—Ella se llamaba Ana Hilton—prosiguió Jason en un tono neutro. Mar tragó saliva mientras le seguía el paso. Ahora él la guiaba.

—Viviana Hilton tiene una hija...—dedujo la joven comprendiendo ahora la actitud de la mujer en la cena de ayer y se sintió mal por haberle gritado. Finalmente ella reconoció su calle y avistó la zona de casas idénticas, notando la suya en unos segundos. Mar observó con curiosidad la casa de Viviana Hilton mientras recordaba cómo la observaba en la cena. Tal vez a Viviana también le recordaba a su hija Ana; ahora todo tenía sentido con la extraña y lamentable mujer. Pero, ¿dónde estaba la tal Ana? El hecho de que Jason utilizara palabras conjugadas en pasado no resultaron buena señal—. No... muchos... la mencionan desde... su muerte—suspiró y escondió su rostro. Llegaron a su vivienda, pero los ojos de Jason estaban en frente, en la residencia de la fallecida Ana. Mar quiso saber más sobre Ana Hilton.

—Y... ella... ¿cómo... murió?—. Preguntó con cautela, temiendo que Jason cambiara en segundos su serena actitud. Él la miró y frunció el entrecejo. Sus palmas sudaban, y un cosquilleo se posó en la parte de sus muñecas. Miró sus zapatos y una débil sonrisa que escondía sufrimiento se elevó en secreto antes de buscar las palabras adecuadas, pero antes de que siquiera dijese algo un ruido los distrajo. La puerta de Viviana se abrió y de ella emergió Norma. La mujer se encaminó hacia su casa sin percatarse de ambos, su rostro se encontraba tenso y sus cejas fruncidas. Viviana Hilton la despidió con poca emoción para luego cerrar su puerta mirando de reojo a Mar y a Jason—. Demonios—maldijo Marianela cuando su madre levantó la cabeza y abrió sus ojos con sorpresa posando la mirada en el desconocido y luego en su hija.

— ¿Mar? ¿Dónde está tu hermano? ¿Quién es...?—. Norma tartamudeaba, intentando no sonar igual que una madre paranoica ante su primera y negativa impresión de Jason Biaggio.

—Mamá, él es Jason Biaggio... un... amigo—dijo la joven mientras Jason la saludaba caballeroso. La mujer sintió un rechazo ante su vestimenta oscura y su aspecto misterioso pero no dijo nada, aunque su hija lo notó con el cejo fruncido.

—Jason, ¿Biaggio?—. Se preguntó la mujer curiosa acomodando su cabello detrás de sus orejas. El joven asintió ante la pregunta que ya había visto venir.

—Así es, soy hijo de Hugo Biaggio.

—No sabía que el director tenía un hijo...

—Dos de hecho—comentó Mar interrumpiéndola con intenciones de que la conversación acabara.

—A decir verdad tienen los mismos ojos—continuó Norma relajada y con más confianza; incluso le dedicó una sonrisa a la que él correspondió. Mar puso una evidente cara de fastidio a su madre mientras suspiraba y le comunicaba con una seña facial que los dejara en paz.

—Mamá, ¿no deberías hacer la cena?—Inquirió al ver que la mujer no había captado el mensaje. Levantó una de sus cejas esperando que entendiera; Jason sonrió invisible ante el atrevido comentario de la adolescente.

— ¿La cena? Pero si recién son las...—miró la hora antes de comprender lo que su hija quería decir—. Oh, claro... ya entiendo, ¿necesitan un poco de privacidad?—. Sugirió en un aire de complicidad. Mar no pudo creer el atrevimiento de su madre. Jason se tensó captando sus palabras pero no dijo nada.

La Presencia (No todos descanzan en paz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora