Capítulo 4

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2 de Agosto.-

El aire fresco la rodeaba, al igual que las luciérnagas que había danzando por el jardín. Una belleza tierna, pero sin nadie con quien compartirla. Algo completamente incomprensible, al hallarse en un precioso hotel en Tahití en las bodas de oro de sus padres.

Toda la familia y amigos de ésta, había viajado allí. Ocupando prácticamente al completo aquel maravilloso hotel.

Habían creído que sería divertido el pasar todo el mes entero en aquel lugar de vacaciones, a parte de celebrar el enlace.

Y ella también lo creía.

Adoraba a su familia. Todos eran unas personas maravillosas y trabajadoras, que habían luchado siempre juntos por poder labrarse un camino en el mundo de los negocios, como empresa exportadora de telas de seda.

Pero a veces, sentía una sensación de falta de aire.

Tenía que reconocerlo. Rondaba cerca de los veintiséis años y aún seguía soltera y mortificadamente era virgen.

En teoría, no podía quejarse como le decía su hermana Sofía. Quien era dos años mayor que ella y también soltera, pero no virgen. Diciéndole todo el rato, que era una magnifica diseñadora de telas. El amor, era cuestión de tiempo.

¿Pero cuanto tiempo tenía que esperar?

Y además, estaba segura que estando un mes entero en aquella isla con toda la familia, no conocería el amor o lo que se conocía un amor de verano, para quitarse el polvo de encima, por decirlo así mismo.

Pensó con cierto sarcasmo, mientras volteaba sus ojos con largas pestañas al cielo estrellado.

Si, mirara donde mirara, se topaba con algún miembro de la familia o conocido de ésta. Como iba a tener una aventura de una noche, si todo el mundo de allí tenía su misma cadena de ADN.

Aquello, iba a ser una pesadilla muy larga.

Por ello, había salido después de cenar a caminar un rato a solas. Alejándose bastante de su entorno conocido, pero dudando completamente de poder conocer a alguien y menos en aquel lugar.

Quien iba a dar un paseo por la noche al enorme jardín. Seguro que alguna pareja en algún calentamiento sexual.

¡Dios, que frustrante!

Un ruido tras de sí, hizo que volteara su cuerpo entero algo encogido por el susto, para enseguida volver a relajarlo al encontrarse a su maravillosa bisabuela Simona, quien la miraba atentamente con gran cariño.

Amaba aquella mujer. En realidad, no creía que hubiera nadie que la odiara.

Además, observándola en aquel momento rodeada por las estrellas, las luciérnagas y las flores, uno veía aún más fuerte el poder que vivía en el interior de ésta.

Sí, podía verse la magia que vivía en su interior. Una magia, que en vez de dar miedo te daba tranquilidad y esperanza.

-¿Por qué ensombreces tu corazón pequeña mía? –Señaló acercándose a ella para acariciarle su melena larga con ternura-. ¿Acaso no estas contenta de estar en un lugar tan precioso con todos tus seres queridos?-Volvió a señalar con cierta sonrisa.

-Claro que sí nona –Respondió con cierto quejido y mueca en sus labios-. Es solo...

-Que quieres abrazar la misma felicidad que tus padres –Chascó la lengua con cierto guiñó de ojos.

Rosalie, sonrió ante la suspicacia de ésta.

-Pensé que querías ser una mujer de negocios –Inquirió alzando una de sus cejas.

-Yo también lo creí así –Suspiró con fuerza-. Pero me arrepiento de haber renegado de mi destino como me dijiste aquel día. Nunca debía de haber huido –Su mirada se perdió en las miles de estrellas que habían en el cielo.

-Debo decir, que tú y Albert, sois los que más habéis renegado a mis premoniciones de vuestro destino –Rió la mujer con cariño, obligándola a mirarla a la cara cuando le sujetó la barbilla-. Comprendo que hay un mundo moderno muy distinto al mío de cuando era una jovencita. Pero tenéis que tener en cuenta, que sea el pasado o el presente, todo el mundo tiene un destino. Renegar de él, contrae ciertas responsabilidades.

-Lo se –Asintió Rosalie con un gesto de cabeza y el asomo de una pequeña lágrima.

-Si os dije algo, no fue en sentido negativo. Al contrario, lo hice mirando de forma positiva para vosotros, dado que veía como os ibais a perder en una coraza solitaria.

Rosalie volvió asentir con un gesto rápido de cabeza, al tiempo que alzaba una mano y se limpiaba la pequeña lágrima que había clavada en su lagrimal.

-Ya te avisé, que no tenías que ir aquel viaje de empresa –Siguió regañando con ternura, sin ningún tono de reproche-. Recuerda, que te avisé que tenías una cita importante por la noche en otra parte del mundo... -Suspiró con pesar-. Pero decidiste no acudir a ella, prefiriendo alejarte todo lo posible de ella.

-Y fui castigada a convertirme en una vieja solterona virgen para toda mi vida –Sollozo con cierto sarcasmo, intentando poner algo de humor negro a su desgraciado destino.

Simona rió por las palabras de su bisnieta.

-Al menos Albert supo rectificar a tiempo –Gruñó con un sentimiento de rabia y alegría a la vez.

-Ese nieto cabezón les trajo un buen dolor de cabeza –Rió su abuela-. Tuvieron que ser duros con él.

-Creo que la más cabezona he sido yo –Dijo en un hilo de voz, bajando la mirada al suelo-. No he sabido apreciar el destino bello que le aguarda a ésta familia, de tener el amor en sus vidas, trazado por la magia del universo desde cientos de años atrás.

-¿Crees que está todo perdido para ti, pequeña mía? –Preguntó su bisabuela con tono lastimero.

-Sí –Asintió otra vez con su cabeza de forma enérgica.

-Te equivocas otra vez –Volvió a indicar con fineza-. ¿Cuándo aprenderéis a escuchar a vuestro corazón de verdad? –Suspiró con fuerza, al tiempo que soltaba un quejido-. ¿Acaso no notas la magia que hay en el aire? Porque no te detienes por un momento de las prisas de tu vida, y miras lo que te rodea. Escúchalo, pues lleva bastante tiempo llamándote.

Justo en aquel momento, que miraba atentamente a los ojos de Simona y a sus hipnotizadoras palabras, que lo sintió.

¡Su nombre!

El aire estaba susurrando su nombre con suma profundidad y calidez.

Abrió los ojos como platos incrédula, no creyendo que pudiera realmente existir una nueva oportunidad para ella.

Miró a su alrededor nerviosa, intentando descubrir si acaso estaban portando aquella voz las hadas del viento, de alguna figura masculina que se hallara cerca a ella. Pero no veía nada.

Confusa, se giró a Simona quien la miraba sonriente.

-Te cuesta comprenderlo, lo se –Dio un paso a ella para sujetarla de las manos-. Aquella noche que no fuiste hacia donde ellos querían, él se separó de tu destino entrando su corazón en otra dimensión.

Las lágrimas de un sentimiento solitario corrieron por su joven y tersa mejilla. Odiándose así misma y a su deseo de anhelar un reconocimiento laboral, dentro de su grupo familiar.

-Durante unos días, la isla va ha estar rodeada por un aura de magia. Si quieres tener una oportunidad de recuperar tu destino, debes ir en su búsqueda.

-¿Qué debo hacer?

-Escoger entre dos caminos –Se encogió de hombros-. Uno, en el mundo de los sueños yendo a tu dormitorio. Y el otro –Sonrió bribona-. Bajando a la playa de ahí abajo y pedirlo como antiguamente se hacía a las diosas y dioses. Ofreciéndoles un baile desnuda ante la luna, como muestra de tu alma pura. 

Mágia Y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora