Capítulo 13

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-¿Pero cuándo te dio Simona el violín, no te dijo nada? –Preguntó Rosalie extrañada.

Sofía movió con gran ímpetu la cabeza, en un gesto negativo.

-Me dijo... -Imitó el tono cantarín de la mujer mayor-. Aquí tienes cielo, lo vi en una tienda de antigüedades y pensé en ti, para éste viaje especial.

-Me temo que hubo doble sentido en ese último –Rió Jason.

Sofía, hizo cara de fastidio ante aquel dato señalado con gran certeza.

-Pero no estamos en Halloween –Protestó-. Sus predicciones, siempre son esa noche.

Rosalie, miró un momento el panel digital para observar que el ascensor, descendía de forma correcta.

-Lo sé –Soltó un profundo suspiro-, pero yo me la encontré una noche en el jardín botánico y me dijo... - Calló de repente, al acordarse de que no estaban solas. Y a ciencia cierta, sabía poco del chico en todo aquel asunto.

-¿Qué te dijo? –La instó a seguir Sofía.

-Ahora, cuando estemos a solas te digo –Comunicó en un susurro.

-¡Oh, vamos! –Protestó Jason-. Creo que me merezco toda información de vuestra parte. ¿Oh debo recordarte lo que me ocurre contigo?

Sofía miró con gran interés y sonrisa traviesa a su prima.

-Creo que se la merece –Sonrió divertida-, si es cierto que está implicado contigo.

Rosalie la miró con enfado por unos segundos.

-Primero, deberé saber qué está ocurriendo –Se alzó de hombros-. Que se espere un poco más.

-Esta bien –Chascó la lengua, creo que me estas empujando a que busque a Simona... -Amenazó con tono socarrón.

Sofía, no pudo evitar el romper en carcajadas.

-Hazlo, hazlo –Le guiñó un ojo aventurando al hombre-. Puede que de ese modo, yo me vea tranquila si alguien más importuna a mi bisabuela.

El timbre del ascensor sonó, haciendo que Jason diera un paso primero con gran decisión para salir por fin al vestíbulo, seguido por Sofía. Pero cuando Rosalie iba también a poner los pies fuera, su reloj de pulsera cayó a sus pies. Causando que detuviera sus pies, para agacharse y cogerlo extrañada. Siendo sorprendida, al ver como las puertas del ascensor volvían a cerrarse a una velocidad superior a la acostumbrada.

-¡No me jodas! –Escupió furiosa, hiendo a golpear de forma repetida con el puño al panel digital.

Pero no ocurrió nada.

La chica joven, junto con Jason se quedaron por un momento paralizados, cuando vieron como Rosalie protestaba al ser encerrada y luego, desde fuera escuchaban unos golpes en la pared de metal, antes de observar como el ascensor volvía ascender.

-Creo que voy a cerrar éste ascensor por el día de hoy –Habló en un siseo, logrando hacer reír a su acompañante.

-Bienvenido a las locuras familiares –Soltó un alegre suspiro-. ¿Aún quieres salir a instigar a mi bisabuela?

Jason se giró a mirarla sonriendo.

-Ahora, aún más que antes –Le guiñó un ojo-. Pero estoy dudando en si llamar a mantenimiento.

Ella se alzó de hombros.

-Tú verás –Le devolvió el guiñó-. Yo me voy a buscar un lugar escondido, en donde abandonar esto –Comunicó alzando el instrumento.

Jason frunció el ceño por las intenciones de la cica que acababa de conocer.

-Comprendo, que tras ver lo ocurrido –hizo una mueca divertida-, y lo que ocurre con tú bisabuela, me atrevo a recomendarte que no es buena idea abandonar ese instrumento, para que lo pueda coger cualquier mano inocente y llevarse el peor episodio de su vida.

La chica hizo un puchero con sus labios.

-Pero yo me he llevado un buen susto –Indicó con tono indignado-. No fue algo muy agradable, el que me persiguiera un guerrero enorme con su gran espada.

Jason rió al recordarlo.

-Por eso mismo –Se llevó las manos a los bolsillos-. Imagínate un crío o peor aún, una persona mayor –rió divertido-. Seguro que le hacemos entrar en parada cardíaca.

-Está bien –Soltó en un gruñido totalmente en desacuerdo-, lo meteré en la ducha.

Éste rió por sus palabras.

-Si quieres, ordeno que te suban un congelador –Se burló un poco.

-Ya veremos quién ríe más –Lo miró con cierto brillo conspiratorio-. Y espero, que mi prima no vaya nuevamente al encuentro de ese guerrero.

-Espero que no –Frunció el ceño-. Eso me recuerda, que voy a buscar a la escurridiza de Simona.

-Suerte –Alzó una mano como despedida-, yo cogeré las escaleras –Le guiñó un ojo, haciéndole reír.

Aquella vez, el trayecto duró lo que tenía que durar para llegar a la planta donde estaba su habitación. Por lo visto, el aparato tenía memoria de cuando ella le había pulsado nada más subirse a él.

Con gran alegría, entró en sus aposentos para ir directa a la ducha. Es lo que más necesitaba, luego ya se encargaría de hablar con su bisabuela o su prima Sofía. Pero con todo lo ocurrido, pensaba quedarse un rato en su dormitorio para descansar. Encargando que le subieran la comida allí.

Tampoco tenía ganas de toparse por el momento con el guapo dueño del hotel.

Abrió los ojos confundida, a causa del sonido de su móvil. En un principio, se sintió desorientada tras haberse echado una siesta de tres horas.

Recordaba haberse tumbado a las cinco de la tarde en la cama, tras haber estado investigando por internet sobre aquella isla, por si antiguamente habían sucedido cosas extrañas a los lugareños.

Y ahora, el reloj marcaba las ocho.

Con la mente un poco dormida aún, agarró y descolgó a su prima Sofía.

-Dime –Carraspeó un poco-. Sí, en mi habitación –le indicó, pues había estado algo preocupada la chica al no volver a verla en todo el día-. Estuve investigando por internet, pero no encontré nada que nos pueda ser útil. ¿Hablaste con Simona? Vale, ahora bajaré al salón. Sí, tranquila –sonrió-. Sé que debo vestirme un poco casi de gala.

Como para no recordarlo, pensó sarcástica. Al volver a revivir por segunda vez esa noche.

El hotel, ofrecía una cena con baile para dar la bienvenida a las fiestas populares de la isla.

¿Un momento, fiestas populares? Tal vez, debería investigar sobre esas cosas y a lo mejor, podían relacionarse los sucesos... Fue a coger el portátil, pero al mirar la hora, comprendió que mejor lo dejaba para más tarde. Tenía que arreglarse y bajar al salón para encontrarse con su familia.

Media hora después, se hallaba vestida con un precioso vestido negro ajustado al cuerpo, dando nuevamente al botón para que subiera a recogerla el ascensor. Cruzando los dedos, porque no se le cruzara ningún cable más al aparato.

Las puertas se abrieron, volviendo a tener la suerte de ir sola en él. Entró y presionó el botón del vestíbulo, pero al mirar al panel solo pudo soltar un gemido de fastidio...

No salían los números de la planta, sino más bien un marcador con fecha completa del día, año y mes... ¡Pero el idiota, estaba retrocediendo en su tiempo!


Mágia Y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora