Capítulo 7

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Tragaba el segundo mordisco de su donut de azúcar, cuando agarraba su taza con el café con leche, que vio pasar por delante de la puerta del comedor a su bisabuela con cierto paso apresurado, y en compañía de una de sus tías.

Su primer impulso fue llamarla con un pequeño alzamiento de voz, pero tenía la boca llena. De modo, que le fue imposible. Así, que pasó al siguiente paso que haría toda persona apurada como lo estaba ella.

Salir corriendo en pos la vieja sabionda de la familia.

Pero ante un movimiento repentino como ese, siempre hay ciertas normas. Todas ellas basadas en recomendaciones de las santas madres.

"Presta atención a tú alrededor y se en todo momento una dama"

Dios, desde los cinco años que llevaba escuchando esas palabras de boca de su madre. ¿Para qué? Pues para un buen día ignorarlas.

Si las hubiera recordado, habría visto la mirada que dirigía uno de sus primos tras ella. Advirtiéndole de aquel modo, que tenían compañía en la mesa.

Siendo todo correcto, se habría podido evitar cierto accidente.

Ella, habría dejado su taza en la mesa y se abría volteado a mirar por encima de su hombro. Pero no, se había tenido que incorporar de sopetón al ver pasar a Simona, sin recordar que aún llevaba la taza con el líquido caliente en sus manos. Consiguiendo dos cosas que le supieron muy mal.

Uno, golpear con el arrastre de su silla a quien estuviera tras ella y que soltara un gruñido de dolor. Y dos, no teniendo suficiente que se volteó para mirarlo y derramando el líquido caliente, encima de aquel visitante.

Le hubiera gustado, que los desastres se terminaran allí, pero en un día extraño como aquel era obvio, que nada iba ha transcurrir de forma normal.

Su víctima, ante un ataque repentino de patosidad por parte de ella, tenía que resultar ser un hombre trajeado y por increíble que pareciera, el más atractivo que había tenido nunca delante de ella, sin contar ninguna estrella de cine.

Era más que obvio, que su sino era permanecer soltera, si lo que iba haciendo siempre, era liquidar la hombría de todo aquel que se le pusiera a tiro.

Además, lo primordial en aquel momento era hallar a Simona y comentarle lo que estaba sucediendo. Para nada, perder el tiempo en babear con hombres atractivos.

-Lo siento mucho –Se disculpó con cierto apresuramiento en la voz, consiguiendo captar la mirada del hombre en ella y logrando aquella vez, que fuera ella quien se quedara sin aliento por un segundo ante aquellos ojos grises-. Éstos chicos son mi familia, ellos le atenderán y le darán mis datos, para el gasto de tintorería –Mostró una débil sonrisa-. Acepte mis disculpas una vez más, debo marcharme pues me ha surgido algo muy urgente.

Y sin dar tiempo a nadie para que soltara una protesta, salió de allí a la carrera. Dejando una mesa de adolescentes ruidosos, completamente muda por lo ocurrido.

-¿Esto significa qué no se conocen? –Preguntó uno de los chicos carraspeando un poco antes.

Jason, negó con un movimiento de cabeza al joven como respuesta, mientras su mente renegaba por haberla visto sonreír por segunda vez y desaparecer ante sus narices a la carrera.

Aquello no era posible, se suponía que dos mujeres mayores no podían desaparecer de un corredor tan largo en tan pocos segundos, desde que habían pasado por delante de la puerta del comedor. Estas tendrían que haberse metido en algún lugar de aquel pasillo, pero por mala suerte abundaban más de diez tiendas.

Con cierto fastidio, volvió tras sus pasos con un andar tranquilo mirando de izquierda a derecha por si las localizaba comprando en alguna de ellas. Pero una vez más su frustración volvió a crecer cuando no las divisó por ningún lado. Volvía hallarse como al principio.

Mágia Y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora