Las luces del interior de la cabina, comenzaron a tiritar con cierto frenesí, cuando pudo observar que la numeración que mostraba el panel, menguaba en su velocidad de retroceder en el tiempo, hasta llegar un momento en el que paró.
-Dos de Agosto del dos mil cinco –Dijo en voz alta con cierto quejido de fastidio-. Genial, no tengo buenos recuerdos de aquel año.
Por aquel entonces, ella tenía dieciséis años. En plena juventud estudiantil, donde un adolescente vivía sus primeros amores y comenzaba a disfrutar de cierta libertad. Pero ella no. Digamos que no fue una joven adolescente que saliera mucho de casa los fines de semana, para ir con las amigas a las discotecas o vivir primeras citas románticas con chicos de su instituto.
Cierto, que unos años después en la universidad, había averiguado el motivo de no tener tanta atención de los chicos.
Berta, una compañera de clase que la sentenció a odio desde el primer día sin saber el motivo, fue diciendo por ahí falsos rumores de infecciones y varias historias más...
Todo falso, pero que perjudicó bastante en su imagen y en su autoestima.
Pero tal vez gracias aquello, ahora se hallaba tan alto en la parte laboral.
Aspiró con fuerza, al ver como las puertas comenzaban abrirse...
¿Con qué se encontraría? Y cuantas veces iba a vivir aquel mismo día.
Pero solo se topó con el vestíbulo. No hubo ninguna sorpresa de un paisaje imposible dentro de un hotel. De modo que más tranquila, se aventuró a salir de aquella lata de sardinas fastidiosa.
Pero de inmediato comprendió que no tuvo que salir, que tendría que haber cogido las malditas escaleras. Pero ya era demasiado tarde, el cacharro había cerrado sus puertas dejándola en un vestíbulo que según recordaba ella, era de un gris perla. No aguamarina...
Con cierta precaución, decidió dar un par de pasos para tener mejor perspectiva del lugar. Pudiendo visualizar entonces parte de la entrada y recepción, en donde vio a bastante gente vestida de gala.
Por lo visto, seguía celebrándose de igual manera la fiesta popular del lugar. Pero ahora, se veía sola. Sin saber cómo volver a su tiempo... ¿Volviendo a llamar al ascensor? No creía que fuera a ser tan fácil, pero por probarlo no perdía nada.
Y tras darle al botón, pudo ver como éste de forma simpática por el momento volvía a por ella. Cuando le abriera las puertas, vería si seguía llamándolo igual.
Pues no, comprendió cuando se abrieron las puertas y por instinto, sus pies recularon casi medio metro de distancia de él.
Dentro, vestido de gala iba Jason, pero no era él... Es decir, aquella vez se topaba con el que debía rondar los veinte años.
Sus ojos se encontraron con los suyos, quienes fruncieron el ceño con duda, mientras veía como con cierto recelo salía del elevador sin dejar de observarla.
Seguro, que su mente debía estar procesando que era la misma mujer de esos dos extraños sucesos o encuentros.
-Hola jovencita –Decidió hablarle al fin con tono pausado-, que has perdido de vista a tu familia.
¿Jovencita? ¡Qué carajo pasaba!
-¿Quieres que te acompañe con el recepcionista? –Insistió, apoyando su mano en su hombro izquierdo.
-¡No soy ninguna niña! –Escupió con mal humor, mientras se retiraba un paso para deshacerse de su contacto.
Con aquello, solo logró arrancarle aquella maldita y estúpida, pero atractiva sonrisa de prepotente.
-Uy, perdona mocosa –sonrió-, que rondas los dieciséis o diecisiete... -Soltó con humor.
El que estuviera de broma con ella, solo hizo enfurecerla más.
-Escucha idiota –Jason achicó los ojos-, de sobras sabes quién soy.
-Ahora que lo dices –Dio un paso al frente-, me recuerdas a cierta persona que... -Sus ojos se abrieron como platos-. Tú eres ella, la ninfa de la playa... ¿Pero porqué eres más joven?
¿Joven?
Por el amor del cielo, rezó nerviosa no queriendo pensar en lo peor. Mientras con pasos apresurados y con el chico comiéndole los talones, salió en busca de un espejo, para descubrir que estaba en el año dos mil cinco con la edad correspondiente.
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Mágia Y Amor
RomanceNada puede salir bien, cuando tienes una abuela o bisabuela, según la parte que te toque y ésta, resulte tener cierto sexto sentido para la vida. Hasta aquí, medio bien... Pero cuando resulta, que es la indicada en encaminarte hacia los caminos de...