Los páramos de Ulamog

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Una sombra apareció en el pueblo de Irith Ungol, por la noche. Irith Ungol se encontraba muy cerca de los páramos de Ulamog, y sus habitantes se encargaban de mantener a los Eldrazis allí, para que no escapasen. Los eldrazis eran criaturas gigantescas que podían controlar la mente y los elementos. Sorin confiaba en ellos y fue allí para liberarlos. Aterrizó en una cueva cercana, e hizo desaparecer al dragón. Era de noche y sólo estaban algunos soldados protegiendo el pueblo. Sorin lanzó un hechizo desde la cueva y de repente apareció una nube inmensa de la que salían patas larguísimas. Se llamaban gomazoas y eran elementales acuáticos, súbditos de Jace que Sorin había podido controlar.

La gomazoa absorbió a todos los soldados y desapareció convirtiéndose en una nube normal. Sorin pudo entonces llegar tranquilamente a los páramos de Ulamog, donde este se camuflaba bajo la forma de una colina.

- Ulamog, yo te convoco, Sorin, el rey de la muerte y la destrucción.

Ulamog se transformó en una criatura con cuatro patas, dos brazos en forma de pinza y una cabeza gigantesca, y habló:

- Sorin, me han llegado noticias de las puertas de la muerte. Al parecer, has liberado a todas las criaturas de sus celdas y ahora planeas convencernos de embarcarnos en la guerra. Somos las criaturas más poderosas de todo el universo y no tenemos límites para llegar a él, pero somos pacíficos y nunca te seguiremos en ninguna batalla.

Sorin, furioso, sacó su espada y luchó contra Ulamog, pero acabó malherido. Ulamog iba a devorarlo cuando Sorin pronunció unas palabras incomprensibles y el eldrazi se paró en seco. Sus ojos se volvieron amarillos, y Sorin acababa de controlarlo.

- Si no me sigues en la guerra, tendré que persuadirte con mis técnicas de control - dijo Sorin levantándose del suelo.

- Convocaré a los eldrazis para seguirte hasta el campo de batalla - dijo Ulamog y algunos eldrazis aparecieron como sombras a lo lejos.

Sorin había convocado a todas sus criaturas. Solo faltaba la batalla. Mientras, los Planeswalkers estaban convocando a los elementales, a los magos, a las bestias y a más aliados para crear también su ejército.

- Hemos estado ciegos. Mientras, Sorin se ha hecho más poderoso. Me han contado algunos habitantes de Irith Ungol que los eldrazis están de camino, gobernados por su señor. Ulamog ha sido controlado por Sorin - les dijo Jace al resto de Planeswalkers.

- De todas formas, nuestro ejército está listo. ¡Que nuestro enemigo ataque con toda su fuerza! - dijo Chandra asomándose por la ventana del palacio de Ravnica, viendo la cantidad inmensa de tropas que se iban juntando alrededor de él.

Finalmente, Sorin y su ejército oscuro llegaron a las colinas cercanas de Ravnica. Sorin cogió un cuerno de llamada trasga y dijo:

- Rendíos, Planeswalkers, o tendremos que atacar. Mi ejército está esperando mi llamada para empezar la guerra. Dadme Ravnica y su ejército y os dejaré marchar.

Chandra quiso lanzarle una llamarada, pero Gideon la frenó y dijo:

- Me parece que el poder se te ha subido a la cabeza, impidiéndote pensar. Fuiste cruel desde el principio, y no renunciaremos a nuestro reino. Esto acabará con sangre derramada, si se requiere.

- ¡Muy bien! - gritó Sorin. Cabalgó en su caballo pasando por la frontera de sus tropas, haciendo sonar el choque de su bastón con las lanzas y espadas de sus aliados.

Y entonces empezó la guerra.

II. Al borde del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora