Te amo

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He llegado a mi destino.
Vaya mierda.
Saqué mi bolso y bajé del avión.
En todo lo que pasó del viaje, hasta ahora, no he podido expresar bien mis sentimientos. La furia, la tristeza, el amor, y la confusión están en una batalla constante sin un ganador.
De alguna manera esto me provoca ciertos recuerdos.
¿Por qué nunca tengo suerte?
Al colocar un pie abajo del avión no pude evitar recordar ciertas cosas que son preferibles olvidar.
Hice los tramites, saqué las maletas. Lo común.
Al salir veo a lo lejos un cuerpo acercandose lentamente hacia mí, con una mano sujetada firmemente en su destacable bolso. Caminaba a paso lento pero cada vez que avanzaba los sonidos de sus tacones resonaba más fuerte por todo el lugar. Mi madre.
Al dirigir mi mirada a sus ojos no pude evitar recordar a mi hermana.
¿Por qué salimos tan parecida a ella?
Pero hubo algo que me hizo cambiar de opinión. Los ojos de mi hermana siempre reflejaban felicidad, amor y dulzura, mientras lo de mi madre no se puede ver nada. Unos ojos simples y aburridos de una señora que su vida está arruinada.
Al mirar atrás de ella veo a mi padre vestido con su tipico y elegante traje.
Trato de forzar una sonrisa
-Hija, que bien que nos hayas perdonado, y sobre todo que hayas dejado a ese muchacho, no te merecia.
Solo esas palabras de mi madrd acompañadas de una simple sonrisa y de su mano tocando sutilmente mi mejilla fueron suficiente para recordar por qué no quería venír.
Nunca me apoyaron en ningúna desición. Todo era como mi padre lo decía, no había otra palabra más.
Aparte de otras cosas.
No respondí nada.
Mi padre cuando se acercó no se le ocurrió mejor cosa que atender el telefono, provocando que solo me salude con la mano.
Mucho mejor.
Mi familia siempre ha tenído el afán de hacer sentír bien a todo huesped que fuera a nuestro "hogar", si ese infierno puede ser llamado así.
Conmigo es todo lo contrario. Núnca he visto mirada más fría que la de mi padre, ni mirada más falsa que la de mi madre.
Al salir, el auto que nos llevará a casa llegó a una velocidad impresionante, provocando que el sonido del motor retumbase por todo el aeropuerto.
Ya arriba del auto la tensión aumentó.
Nadie dijo nada en todo el viaje.
Me puse a mirar por la ventana tratando de sacar algún buen recuerdo con mis padres.
Núnca he estado muy familiarizada con esta ciudad, pero no significa que no me guste.
Decido revisar mi celular.
No tengo señal, vaya mierda. Tendré que ocupar otro.
Después de un largo y extremadamente aburrido viaje, llegamos a nuestro destino.
Una casa bastante grande, paredes blancas con distintos detalles de rocas. Una fuente en el patio principal rodeada de muchas rosas que recuerdo cultivar una vez con mi madre y hermana. Pilares que van desde el suelo al último piso y dos autos estacionados afuera.
Está igual.
Mi madre y mi padre son mucho de cambios constantes, siempre hay algo nuevo. Pero la casa sigue exactamente igual desde que no vengo.
Bajamos las maletas y nos abrieron la puerta principal.
6 mayordomos y 5 sirvientas esperandonos en una fila impecablemente ordenada.
Me siento más vigilada que cajero automatico cuando lo rellenan de dinero.
Algo tenía que haber cambiado, lo sabía.
-Uh... H-Hola- saludé timidamente dando un paso lento dentro de la casa.
-Hola señorita _____, esperamos que haya tenído un buen viaje- dijeron todos al únisono.
No sé que responder, esto es más raro de lo común.
Entrar a la casa de tus padres después de años y encontrarte con sirvientes que parecen sacados de una película ¿Es normal?
Ignorando el saludo avancé rápidamente a donde se supone que estaba mi habitación.
Abrí la puerta lentamente con cierto sentimiento de ¿Inseguridad? ¿Insertidumbre? No lo sé.
Al ver la puerta completamente abierta decidí levantar la mirada.
¿Qué hacen fotos de Rubén acá?
Estaba exactamente igual de como dejé mi habitación.
Muchos posters de Rubius, junto a mis bandas favoritas de ese momento, y series, colocados perfectamente en cada lugar de mi habitación, dejando oculto una pared color turquesa.
Mi cama colocada al lado izquierdo de la ventana estaba perfectamente ordenada.
Yo no lo recuerdo así.
Al lado de esa cama está mi estantería, donde colocaba fotos.
Me acerqué a ese lugar y empecé a buscar con mi vista.
Solo tengo fotos con dos personas: Mi hermana y Nati.
Una lagrima salió automaticamente. Guardé rápidamente esas fotos en mi cartera y corrí mi vista.
Al ver que todo está igual recordé donde tenía mi teléfono de emergencia.
Era un típico e indestructible nokia que ocupaba cuando mis padres me quitaban el movil.
Está vivo.
Lo puse a cargar y decidí ir a ver la habitación de mi hermana.
Abrí la puerta rápidamente. La curiosidad me consumía y me ganaba, pero ojalá no hubiese sido así.
Su habitación, en cambio a la mía, estaba muy distinta.
Las fotos que tenía de fiestas con sus amigos, conmigo, con sus mejores amigas, ex novios, novios, casi novios, etc. Colocadas en una pared, desaparecierón, estas fueron colocadas en una caja en una esquina de su cama. Al igual que todo lo demás.
Salí rápidamente de ahí para preguntarle a mi madre que había pasado. Al llegar donde se encontraba le pregunté, a lo que me respondió:
-Sabía que ibas a reaccionar así, pero es difícil ver fotos de tu hija Mue... bueno... que ya no está ahí, aparte de todas sus cosas- después de decir eso prosiguió con su trabajo, tratando de ocultar una muy visible lastima.
¿Lastima? ¿Mi madre?
-Lo entiendo...- le respondí casi en un susurro, dando media vuelta para retirarme.
Saldré a tomar un poco de aire fresco. Todo esto es muy repentino para mí.
De paso aprovecharé de llamar a Rubius. Pero ¿Qué le diré?
En estos momentos estoy muy impactada con todo esto. Los recuerdos me vienen consantemente, y no es bueno.
Necesito hablar con él, él siempre sabe que hacer.
Agarré mi telefono y marqué su número ignorando el coste de la llamada.
-¿Hola?
Es él.
Me tapé la boca con mi mano tratando de aguantar mi grito de angustia.
Lo necesito, conmigo.
-Joder...- dijo él.
-R...Rubius- respondí, la voz no me salía practicamente pero necesitaba comunicarme con él.
-¿_____? ¿Qué te pasó?- respondió él con una voz agitada.
-Todo esto... Todo esto es muy difícil para mí... Natalia, mi hermana... todos los recuerdos... todos...- sin darme cuenta estaban mis rodillas tocando el cesped del parque donde me ubicaba. Las lagrimas habían comenzado a salir y no podía detenerlas.
-______,escuchame, yo estoy aquí, todo estará bien... lo prometo.
-Te extraño.
-Yo igual, mucho.
Mi corazón estalló al escuchar eso, supongo que al volver acá también me volvieron los sentimientos de chica inocente. Sonreí.
-Gracias, tonto.
-Hey, no me digas así- dijo riendose -cambiando de tema... Mi madre me ha contado que te entregó la carta ¿La leíste?
Sentí como me quedé sin aire por un momento. ¿Qué le respondo?
-Sí...
Claro, soy retrasada.
-Fue increible, ¿Verdad? Mi corazoncito gay necesitaba desahogarse. Podría hacerme escritor en Tumblr o ese Wattpad.
Como siempre, me hace sonreir.
Hemos vivido momentos malos, pero todo se soluciona al escuchar su risa cada día, eso es lo único que necesito para seguir adelante.
El amor es un juego peligroso, pero vale la pena jugarlo.
-Oe muyaya- dijo él con un acento bastante gracioso.
-Qe pasah muyayo- traté de imitarlo.
Se me dan fatal estas cosas.
-Te amo- sonreí.
-Yo a ti.

Intentando encontrarte (Segunda temporada ¡¿Por que siempre a mi?!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora