Idiot ☯ Muke ❤

Un.

— ¡Cállate! —grito su padre.

— ¡no!  se defendió su madre—  ¡Tú cállate, me harte de ti!

Michael escuchaba la pelea de sus padres desde su habitación como todas las noches.

Sentado frente a la computadora con cerveza en mano se preguntaba que hizo mal.

Se le hizo un nudo en la garganta al escuchar el sonido de una bofetada y cerró los ojos fuertemente conteniendo las lágrimas. Se obligo a sí mismo a no llorar.

Siguió oprimiendo los botones de su computadora violentamente tratando de concentrarse en matar a los zombies de su juego y no en que su padre estaba golpeando a su madre otra vez y él no podía hacer nada al respecto.

Michael había vivido 5 años de su vida soportando las peleas de sus padres, él siempre había soñado con largarse de ese infierno al cual le obligaban a llamarle hogar, pero temiendo por la vida de su madre aun sus 20 años no había tenido el valor de irse.

El ruido de la puerta principal abriéndose y cerrándose con fuerza le aviso a Michael que la pelea había terminado y que su padre se había ido a beber y probablemente a algún motel como siempre.

Michael tomo su cartera y teléfono y salió por la ventana de su habitación ignorando los sollozos de su madre y su necesidad de ir a consolarla.

Metió las manos en los bolsillos de su pantalón y camino las 8 calles que lo separaban de la universidad principal de Sídney.

Una vez llegó se dirigió a un callejón a los laterales del edificio y se adentro en la oscuridad de este.

Ahí recostado contra la pared estaba un chico con capucha negra esperando por un próximo cliente.

Michael con una sonrisa enganchada en su rostro se acerco al chico y lo abrazo por atrás rodeando su cintura.

— Como esta mi chico favorito — comentó con picardia mientras mordía levemente el ovulo del chico.

Tristan era el "traficante" de droga de la universidad, tenía lo mejor y lo vendía al mejor precio. Además era un amigo muy cercano a Michael, lo cual era un beneficio para el teñido.

Pero cuando el chico se volteo Michael no se encontró con la impotente mirada marrón de Tristan, esta vez se encontró con dulces ojos azules, alborotado cabello rubio y un piercing en el labio.

— ¿Qué eres tú? — preguntó con repugnancia sin apartar la vista del chico, no aparentaba mas 19 años.

— S-soy Luke — contestó el chico, los nervios le salían por los poros — T-tú debes ser Michael.

— Sí, soy yo ¿Dónde está Tristan?

— Se enfermo, me mando en su lugar — comentó con miedo el ojiazul — m-me dijo que vendrías.

— Sí, siempre vengo. Lo mío, ahora — dijo serio sin apartar las vista de sus ojos.

Luke tragó con dificultad y asintió, Michael sonrió al ver los nervios de muchacho.

Nunca lo había visto antes, ni siquiera por los corredores de la universidad.

Notó como Luke jugaba con el piercing entre sus dientes mientras buscaba algo en su bolso, he inconscientemente se mordió el labio.

— Toma — dijo Luke entregándole una bolsa con un polvo blanco.

Michael sacudió la cabeza aparentemente volviendo a la realidad y tomó la bolsa.

— Es un poco fuerte, cuidado —murmuro Luke.

— No me digas que hacer — contestó el mayor con desagrado mientras le entregaba un fajo de dinero.

Michael le dio una última mirada al chico para luego emprender camino a casa donde ahogaría su dolor en alcohol, videojuegos y drogas.

— Adiós princesa— dijo sin siquiera voltearse.

— Idiota — murmuró Luke pero Michael alcanzo a escucharlo.

—¡No me llames idiota! — gritó el ojiverde antes de doblar la esquina y desaparecer de la vista del otro muchacho.