Choripanes llovían sobre sus cabezas. Los seres rabiosos al otro lado de la trinchera los lanzaban con furia y desdén. El puente ahora llamado Nestor Kirchner no resistiría mucho más.
—Resistan, compañeros, nosotros podemos cambiar esta realidad —proclamó el comandante al tiempo que disparaba su ametralladora, armada con balas hechas de neoliberalismo puro y duro.
—¡Señor Alfonso, las balas no los dañan! —Gritaba asustado un soldado cuyo nombre era Mauro.
—Eso significa que sus escudos de populismo barato son mejores de lo que creíamos. Saquen el arma secreta.
La horda de militantes avanzaba por el puente mientras la Única Consistente Resistencia preparaba la detonación de la bomba de Menem (que, por si no lo notaron, es un bifronte de Menem), que creaba un proceso de evitismo inverso, volviendo a millones uno solo.
—Señor... nosotros también seremos privatizados.
—Dicen que hay un cielo, Mauro. Una estratosfera. Y que luego de dos horas llegas a un lugar llamado Corea.
—Alfonsín se apiade de nuestras almas democráticas. ¡Peronistas, prepárense para perder!—fueron las últimas palabras de Ignacio, el encargado de detonar la bomba.
Con el detonador entre sus manos y una sonrisa en su rostro, Ignacio pegó un salto sobre la trinchera y, sosteniendo el artefacto parecido a un mate "made in china" cerca de su cara, dio un sorbo. Eso causó que su propio cuerpo se volviera la bomba.
Su cara se arrugó y palabras ajenas salieron de su boca.
—¡No los voy a defraudar!
—¡Korran! ¡Estos golpistas basura que son la dictadura activaron un arma que nos devolverá a los noventa!—Exclamó quien lideraba la masa de camporistas, un hombre joven y con una armadura de planes sociales.
Algunos prefirieron encomendar su alma a Perón y saltar al riachuelo, quebrándose todos los huesos al impactar en la solida superficie de sus mal llamadas aguas. Otros intentaron escapar, lo que fue un intento vano.
El que solía ser el cuerpo de Ignacio comenzó a absorber las almas de quienes aún seguían vivos. Estas eran despojadas de sus planes sociales y encerradas en el recipiente que era ahora Ignacio. El espectáculo de luces era para todos y todas. Los espíritus revoloteaban y hacían piquetes en un espiral que concluía en el corazón de la bomba.
A medida que se llenaba de almas kirchneristas, sus órganos entraban, como es natural, en paro. Primero digestivo, luego respiratorio, y por último, cardíaco y cerebral.
Cuando las almas terminaron de entrar, ya todos estaban muertos. La batalla Política que venía gestándose desde hace años había cobrado más víctimas que nunca ese día. La quema de radicales del año 2016 no se incluye, porque el asado que hicieron aprovechando las hogueras les quedó rico.
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Argentina: un país con gente
HumorLuego del efímero golpe de estado causado por militantes del partido justicialista en el año 2020, el pueblo argentino pidió que nunca más un hombre o una mujer incompetente volviera a asumir la presidencia. Así es como, con las ideas de los princip...