Futuro incierto

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Los meses pasaron para la no tan pequeña Rin como si de un viento cortante se tratase: fugazmente. Era como si las tareas de la aldea, el entrenamiento con la exterminadora y las tardes con Moriko le hicieran olvidar sus ansias de regresar con Sesshomaru.

Moriko por su parte se había adaptado perfectamente con todos en la aldea, asistía a los entrenamientos de Rin solo para animarla –e incluso para admirarla, pues sentía que sólo Rin era capaz de hacer todo lo que hacía viéndose maravillosa a tan corta edad—, pues ella quería convertirse en una sacerdotisa como la anciana Kaede. Cómo tenía el potencial, la abuela aceptó prepararla, pues venía de un linaje real.

Se encontraban sumergidas en el río que descendía de las montañas en compañía de Inuyasha y Yukari, el primero —claro está— no estaba muy a gusto con las dos damas, pero la anciana Kaede había salido de viaje por tres días y lo había dejado a cargo de las dos.

Sin más remedio que llevarlas al río se enfrasco en una batalla contra Yukari, pues el pequeño Mononoke de Rin se había convertido en un poderoso contrincante que hacía que la espada de Inuyasha no perdiera su filo.

Mientras los dos caballeros se enfrascaban en una lucha divertida a la vista de las chicas, ellas platicaban acerca de los acontecimientos previos en la aldea.

—Kohaku nunca deja de mirarte Rin, ¿has pensado alguna vez que le gustas a ese chico?— musitó Moriko mientras se trenzaba su largo cabello color miel, miraba a Rin con aquella cálida pero pícara mirada que siempre tenía cuando estaba a punto de reírse.

—Cállate ya— dijo Rin a media risa, a pesar de la diferencia de edad entre las dos había una complicidad y una amistad que se afianzaba con el paso de las horas, los once años de Rin se afloraban a la vez que su cuerpo se desarrollaba, y a veces, cuando ella tenía alguna duda sobre los cambios en el mismo, Moriko siempre la auxiliaba, era como una hermana mayor.— Para mi que la que llama más su atención eres tú.— dijo mirándola de arriba a abajo.— hablando de eso Moriko, te diré algo y no quiero que te molestes.— Los ojos violeta de la castaña se abrieron desmesurados, asustada por lo que saldría de los labios de la morena.

—Dime— murmuró sumergiéndose hasta los hombros.

—He notado que tus pechos te han crecido, ¿eso es normal?— dijo Rin terminando de atarse el pelo con el listón de su kimono al tiempo que se sumergía para quedar al nivel de la chica.

Moriko se tensó al instante. ¿Se notaba? Pensaba que lo había estado ocultando perfectamente, pero ni ella misma sabía el porqué de su crecimiento, le dolían y no era por la regla, de eso estaba segura, incluso notó que había perdido peso solo en el vientre. Tenía miedo. Y ahora que Rin lo había notado la demás gente podía darse cuenta también. Había sacado conclusiones, y si estaba en lo correcto, tenía que decírselo a alguien.

—Lo has notado...— dijo mientras un sonrojo se apoderaba de ella. Rin se percato de la pena de su amiga y puso una mano en su hombro.

—No te preocupes, es natural.

—No es eso Rin.— dijo la castaña poniendo su mano encima de la de Rin.— Creo que estoy embarazada.

Los ojos de Rin se agrandaron por la sorpresa y terminó por hundirse en el agua con la mirada perdida sin saber qué decir.

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—¡Sesshomaru—sama!— gritaba Jaken desde el otro lado de la puerta, emocionado y saltarín como tenía tiempo no estaba.— Le he traído el desayuno a su habitación porque he notado que no quiere salir de su escondite durante estos días. – dijo depositando la bandeja fuera de la puerta corrediza.— No se olvide de dar señales de vida.— y sin más la silueta que se mostraba del sapo verde danzando de un lado al otro fuera de su habitación se desvaneció.

Eternidad Daiyōkai {SesshoxRin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora