Capítulo 14

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La luz me cegaba completamente e impedía que abriera los ojos. Espera... Me fui levantando poco a poco -Que dolor de cabeza- todo me daba vueltas y seguía viendo todo borroso. 

Mi vista se fue definiendo y los recuerdos de la noche pasada volvieron a mi. Me giré lentamente teniendo miedo de lo que me encontraría detrás, y sí, seguía en el cuarto de mi padre.

En el borde de unas de las esquinas de la cama había alguien sentado, y a ese alguien lo conocía yo, podría reconocer en cualquier sitio ese pelo negro alborotado pero perfectamente colocado.

-¿Estás despierta, ya?- Mierda se ha dado cuenta que he despertado- No podía responderla por alguna razón. Las palabras no salían de mi, estaba algo horrorizada viendo todo aquel desastre, y, claro por mi padre hasta ahora desaparecido ¿Que haré? Y lo peor ¿Qué tiene que ver él con mi padre?

Se giró y se fue acercando a mi lado de la cama. Sus ojos estaban más rojos que nunca algo típico de estar una noche entera llorando, su camiseta negra estaba echa polvo con arañazos y huecos por todas partes.

-Eh... Lo siento, no es lo que parece, yo no...- Dijo frotando sus ojos y mirándome fijamente.

-¡No no quiero saber nada no quiero saber la verdad, me da miedo saber lo ocurrido! ¡No puede ser! ¡¿Qué has echo con mi padre?! - Sus ojos se abrieron más.

-No... Yo no le he echo nada de verdad.

-VETE. SIEMPRE QUE APARECES ME DESTROZAS LA VIDA, YA, NO TENGO NADA ¿SABES? Y... - Su mano cogió mi mejilla y sus labios tocaron los míos con suma delicadeza impidiéndome terminar la frase, quedándome totalmente sorprendida, sin reaccionar al beso.  Por fin tenía lo que desde que llegué a este peculiar pueblecito quería, a él. Y sin saber la razón estar cerca de aquel misterioso chico sentía que todo se iba a solucionar sin tener en cuenta todo lo que había pasado.

-Perdón... Oye de verdad, lo siento, todo se arreglará, te lo prometo-  Sus ojos azules me tenían presa por alguna razón. Después de todo confiaba en Dylan, el extraño individuo que encontré con las manos ensangrentadas en la misma puesta del crimen, y le creo.

Pero, no iba a ser la débil. En este caso no lo sería.

-Fuera de aquí Dylan. Vete, no vuelvas a aparecer por mi vida.- No quería mirarle a los ojos. ¿Por qué? La verdad es que tenía miedo de lo que podría ver a través de sus ojos. Miedo, miedo a la realidad. O ¿Al rechazo? ¿Al olvido? ¿O a todo aquello?

-¿Qué? No puedo alejarte de mi. ¿No ves que siempre acabo detrás de ti, joder?- Sus manos sostenía a las mías que estas estaban a punto de inundar el cuarto de lo sudadas que las tenía. Odiaba que me mirase fijamente y, no era por que me intimidasen, sino, me hacían sentir débil. Me  destruían de todos los modos posibles.

-Arreglatelas, ahora vete de aquí. Por favor.- Esto último sonó más como una suplica en un susurro que a penas salia el sonido de mis cuerdas vocales. Seguramente dentro de unos minutos o incluso menos me arrepentiré de alejarlo de mi. Ya que, el era el único que podía sostenerme de mis caídas y sobre todo ahora pensando que estaba totalmente sola. Sin nadie, otra vez.

Siempre pensé que cuando le decías a alguien al cual querías que se fuera este se negaba y se quedaba contigo. Pero gracias y por desgracia esto no pasó en mi caso.

Dylan se fue.

Me dejó sola en toda esta mierda que posiblemente había provocado el mismo.

¿Qué debería hacer ahora? ¿Irme? A donde mi iría? No tengo ningún lugar. ¿Un orfanato? Eso no estaba entre mis planes y menos mudarme de pueblo. Contando que con la desaparición de mi padre no tenía nada de dinero.

Me senté en una de las esquinas de aquella habitación. Todo acababa de empezar. 

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