Mendaz

284 17 0
                                    

Hacía ya seis meses atrás que vi caer todas tus argucias. Una desmesurada rabia me embargó. Me odiaba por haber sido tan estúpido. Y continué siéndolo, pues te perdoné, aunque no fue nada fácil. Te amaba tanto.

Y ese pasado que tuvimos  juntos se vio ensombrecido al develarse tus secretos. Nuestro pasado resultó siendo una miríada de mentiras. Mentiras que vociferaban, que trastocaban mi presente, nuestro presente y herían mortalmente nuestro futuro. 

"Tú no eres más que un vil embustero. Mi vida no es una ficción. Yo vivo la realidad. Tú no la vives, tú la inventas... tú te inventaste. Espero que un día, te encuentres contigo mismo y seas feliz. Me hiciste tanto daño. Consigue amigos reales no virtuales. Amigos verdaderos. Y también, una vida real. Deja el personaje y convéncete que eres un mortal, una persona más" - te dije cuando descubrí todas tus mentiras. 

Es cierto que me vengué. Cuando te volví a ver, yo todopoderoso te humillé e hice todo cuanto fuera necesario para descargar mi impotencia. Absurda pretensión la mía: querer arrancar lo que sentía por ti. Ni qué decir lo que sucedía en mi habitación. En esas oportunidades solo conseguía mitigar mi ira, atenuar mi cólera, confundir mi alma: tu piel confundía mi razón.

Ruben piensa en la rabia que le trae el recuerdo de Gastón aunque al mismo tiempo le envuelve una compasión disfrazada de ternura al traer a su mente esos últimos abrazos y besos que se dieron cuando ya el verano se despertaba en la ciudad gris. 

El ocasional amante de Rubén, recostado desnudo a su lado, comienza a despertar. La mano de Rubén baja hacia el ya enhiestado miembro de su amante. Este reconoce la señal. Deciden, entonces, retomar la faena.

Lejanas cercaníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora