Capitulo 3

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Intenté despertar a mi papá apenas llegue a nuestra casa pero fue imposible. Estaba tan inconsciente por todo el alcohol que había en su cuerpo que ni con agua lo puede despertar. Quería informarle que no viviría más con él. Aunque sabía que no le importaría y que su vida no cambiara con mi partida, quería que lo supiera.

Tomé una hoja y un lápiz para escribir, fue algo simple.

"Papá, encontré un trabajo y un lugar donde vivir. Estaré mejor. No sé si te importe pero es mejor que lo sepas ya que no verás más por aquí.
A pesar de todo, te deseo lo mejor."

Dejé el lápiz donde estaba y el papel sobre su mano. Miré a papá por última vez antes de meterme a mi cama. Su cara estaba serena, como cada vez que "dormía". Nunca, en toda mi vida he sabido como lo hace para beber tanto. Más que el hecho de que su cuerpo resista tantos grados de alcohol, me pregunto de dónde sacará el dinero para comprar. Cuando era pequeña ni siquiera un pañal compró para mí, nunca me cambió, nunca me dio leche, nunca me hablo como bebé aunque hiciera el ridículo, nunca me dijo algo lindo, NUNCA NADA.

Y no es que yo me cambiaba sola los pañales, no, imposible.

Había una hermana de mamá, ella estuvo conmigo hasta los siete y luego se fue, nunca volvió y no sé qué pasó con ella, tal vez murió o simplemente se aburrió de cuidarme. Pero estaba agradecida de ella. Había salvado mi vida.

***

Me levanté temprano y como lo sospechaba mi papá aún dormía y tenía el papel sobre su mano, agradecí que no se moviera durante el sueño.
Apenas estuve lista, con mis pertenecías en unas bolsas (deben saber que no eran muchas) tomé mi bici y me dirigí a la casa de los Sangster.

Tienes unos ojos preciosos...

El comentario de Thomas Sangster llegó a mi mente de repente. No es algo que no haya escuchado nunca, la verdad es que siempre me recalcaban lo lindos que eran mis ojos, pero cuando él lo dijo mis piernas fallaron y que mi corazón aumento de velocidad. Una sensación extraña se apoderó de mi cuerpo cuando recordé sus palabras.

Tienes unos ojos preciosos...
Tienes unos ojos preciosos...
Tienes unos ojos preciosos...

***

Apenas atravesé la puerta de la cocina el olor a huevos recién hechos llenó mis fosas nasales haciendo que mi estomago reaccionara ante eso. Traté de que no se dieran cuenta como mi estomago sonaba cuando entré, pero fue imposible.

-¡No has comido nada niña! Venga que tenemos nuestro propio desayuno. -Elena me preparó una taza de té y me senté junto a ella y Jerome.
-Traje mis cosas Elena.
-¿Eso es todo? - me pregunto sorprendida viendo las dos bolsas con cosas que traía conmigo.
-Eso es todo.

Estábamos terminando de tomar nuestro desayuno cuando un joven con vaqueros y una sudadera blanca apretada a sus músculos se hizo presente en la cocina. Su mirada chocó con la mía y el sonrió.

-Debes ser ________, yo soy Alan, soy el jardinero. Deberás saber que amo las flores, pero nunca había visto una tan bonita como tú- Me sonrojé como nunca y le regalé una sonrisa.
-Mucho gusto, Alan.
-Deja a la niña tranquila Alan, ella no entra en tu mercado de mujeres- comentó Jerome.
-Lo siento, pero eres muy bonita ________, Elena me lo comentó y tenía mucha razón- Tenía que parar o saldría corriendo de vergüenza en cualquier minuto.
-Basta Alan, será mejor que vayas a ver tu hermoso jardín- Elena se levantó de la mesa y prácticamente hecho a Alan de la cocina. -Alan es un buen chico, solo le gustan mucho las mujeres, pero es una buena persona cuando lo conoces.

Yo asentí y reí. A pesar de lo caliente que había sentido mi cara desde que él entró, me había parecido un chico muy divertido y amigable.

Ya era hora de ponerse a trabajar, así que tomé un plumero y me fue directo a un mueble que estaba lleno de fotografías. Siempre me habían llamado la atención. Ver como una simple imagen, de un momento, de un segundo determinado, traía tantos recuerdos, sean buenos o malos siempre te recuerdan un momento especial.

Yo siempre traía una foto de mamá conmigo. Estaba en mal estado porque la encontré de casualidad botada, entre la tierra. No tuve que preguntar quién era porque era igual a mí, era mi mamá.

Me fijé en las fotografías del mueble y se podía ver a Thomas con sus padres en todas las edades posibles. Thomas tenía una sonrisa en todas pero una sonrisa que no llegaba a todo su esplendor. Pero aún así las fotos eran fantásticas. Como una familia.

Yo nunca me había tomado una foto.

Tomé una entre mis manos donde salía Thomas con una chica. Era muy parecida a él, tenía su cabello rubio y sus pequeños pero penetrantes ojos. Salían abrazándose uno al otro con mucha comodidad. Parecía como si fuera su...

-Era mi hermana, ya no está con nosotros. - La voz de Thomas me sobresaltó y solté sin querer la foto que por suerte no se llegó a romper.
Suponía que era su hermana, eran dos gotas de agua.
-Lo siento... yo no quería...
-Está bien, es una muy buena foto, una de mis favoritas. - Lo miré a los ojos y le sonreí al igual que el a mí. Mis piernas flaquearon pero traté de mantener la compostura.
-Yo tengo... tengo que limpiar. - No sé porqué su presencia me hacía sentir así, como una gelatina.
-Si... ahm... entonces enserio quieres el trabajo.
-¿Aun lo duda?
-Si... o no sé, me es difícil de creer.
-Créalo, si para no perder el trabajo tengo que limpiar con la lengua lo haría- El soltó una risa pero yo en cambio fruncí el ceño.
-Nunca te haríamos hacer eso.
-Lo sé, solo quería dramatizar- Volvió a soltar otra risa y esta vez yo lo acompañé. -¿Qué pasó con su hermana? -Tal vez fui muy directa, ¡claro que lo fui! Soy una tonta pero quería saber, tenia curiosidad.
-Tuvo un accidente en un día, ella era guitarrista y un día ella tomó su guitarra y sus cosas para tocar en un bar, ella estaba feliz porque la gente se fijara en ella y sería el centro de atención por primera vez, ella era genial. En el trayecto en su auto un camión no respetó un semáforo y ahí mi hermana nos dejó. - podía sentir su dolor. Estoy segura que su dolor era más grande que la perdida de mi mamá. Yo nunca la conocí, no la necesité, porque nunca la tuve, en cambio el sí y sentí ganas de abrazarlo, pero claro, no lo hice.
-Lo siento por preguntar.
-No, está bien. Todo el mundo sabe esto, nunca lo había contado y se sintió bien... ehm... gracias.
-Yo no lo sabía así que definitivamente no todo el mundo. - traté de bromear.
-Pero tú eres una excepción.
-Pues sí, eso creo.
-Tus amigos deben ser muy afortunados de tener a alguien como tú que los escuche.
-No tengo amigos- le dije con pensar.
-¿Mucho trabajo?
-Nunca... nunca he dejado a alguien acercarse a mi más de lo normal... tengo cosas más importantes de que preocuparme.
-¿Cómo qué? - Me preguntó interesado y ¡No! ¿Qué estamos haciendo? Soy una simple sirvienta y él es el jefe. Se supone que esto no pasa. Alan había dicho que con él nunca había hablado así que no debe ser un hábito de su parte. ¿Me estará probando porque aún cree que soy una fan?
-Será mejor que vuelva a mi trabajo. - le dije susurrando. No quería parecer arrogante por no contestar cuando él respondió mi pregunta, pero se supone que la relación empleado-jefe no incluye este tipo de conversaciones.
-Si...tienes razón. - se estaba marchando cuando se volvió hacia a mi- De igual forma me gustaría tener una amiga como tú. Tener a alguien a quien contarle mis cosas, que se ría de mis chistes malos y que me escuche cuando lo necesito. Que no le importe que estoy en las portadas de casi todas las revistas de este mes. Por que a ti no te importa quién soy.
-No, no me importa.

Beautiful Exception (Thomas Sangster y tu) (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora