No sabía cómo había llegado allí, pero se sentían tan bien los brazos de Andreas apretándole a si mientras devoraba sus labios, pegándole a la pared, que no le importaba realmente. Lucas sabía que ese gesto dominándote era chistoso, "te quiero coger pero primero te pegare a la pared", pero estaba consiente que eso le encantaba. Sentir a Andreas cerca, con sus manos aferrándose a su cuerpo, y su pecho pegado al suyo era una muy grata sensación. Pero aun así, sabia que no se podía dejar llevar tanto como quería, porque estaban en pleno pasillo de la escuela. Lucas se separó de sus labios respirando agitadamente y jadeante le miro a los ojos.
-Oye, bastardo... deberíamos ir a clases.
Andreas soltó una risita corta y negó.
-El chico que lo sacaron dos veces de clases en sus dos primeros días me está diciendo que entre a clase.
Lucas le miro mal y quito sus manos de alrededor de su cuello, cruzándose de brazos.
-Mi padre me va a matar si sigo faltando a clases.- miro hacia otro lado, tratando de ver lo menos posible a Andreas. Sabía que si le veía mucho, iba a querer besarle otra vez, y no estaba en posición de hacerlo pues Andreas resultaría vencedor de aquella disputa-. El segundo día que me sacaron de clases le llamaron. Créeme que no quieres ver a mi papá molesto, es irritante como puede gritar tanto por teléfono. Así que para ahorrarme que me dé un sermón en persona, prefiero entrar.
Andreas se le quedo viendo, y sus labios se fueron curvando hasta que soltó una fuerte carcajada.
-Lo siento, no puedo tomarte enserio.
Lucas rodó los ojos, y chasqueo la lengua contra sus dientes, y se separó de Andreas.
-Pues yo voy a entrar, así que disfruta besándote con la pared, bastardo.
Comenzó a caminar sin mirar atrás, llegando hasta la puerta de su salón. Unos brazos le rodearon desde atrás, y sintió la cabeza de Andreas en la curvatura de su cuello, gesto, que era casi cotidiano. Andreas literalmente era como tener un perro, si le dabas comida, era feliz, si le alababas y le acariciabas su cabeza, se portaba bien, y si le ignorabas, corría hacia ti. Aunque bueno, Andreas también tenía orgullo y una pizca –una muy grande- de mala sangre. Pero por lo general, era fácil de tratar y de manipular, aunque no era estúpido... la mayoría del tiempo. Con sus cabellos rubios medianamente largos y su gesto de inclinar su cabeza cuando estaba dudoso o quería preguntar algo, era como tener un Golden Retriever.
Lucas se quedó preso en sus brazos que rodeaban su cuerpo, y hecho un poco su cabeza a un lado para verle mirarle, con sus preciosos ojos enormes hacia él, con la mitad inferior de su cara oculta tras su hombro, encorvándose. Lucas le miro, con ganas de besarle. Había una cosa que había notado en Andreas, y eran esas miradas inocentes que le daban de todo. Y era extraño, porque normalmente él siempre tomaba el control, y no era porque él no quisiese tomarlo también, porque a veces lo hacía, pero la verdad es que le agradaba que le tocase. Lucas le miro entrecerrando sus ojos y volviendo a cruzar sus brazos.
-¿Qué pasa?
Andreas le mostro un sonrisita, y quito sus brazos de su alrededor, dejando un beso en su nuca al hacerlo. Un corrientaso pasó por todo su cuerpo, y apretó la mandíbula, tratando de que no se formase la tonta sonrisa que quería poner. Andreas se puso a su lado, y pasó una mano por sus cabellos, para abrir la puerta y entrar como si nada. Lucas suspiro, y se acomodó un poco el suéter que se había tenido que poner, porque ese día había pegado un tanto de frio. Era como el saco, pero con una tela blanda y con botones con cuello en V, y si, era exageradamente afeminado para su gusto. Pero, no le quedaba tan mal después de todo.
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Danger Zone (Gay/Yaoi)
RomanceLucas Cafarelli nunca se pudo imaginar ni en un millón de años que conocer a Andreas Dangelo le iba a traer tantos problemas y a la vez tanta satisfacción. Durante años, las familias Dangelo y Cafarelli se han odiado mutuamente, con un rencor que qu...