Especial 2/2

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Cuando Rachelle recibió la carta de Joshua se puso muy feliz. No había tenido noticias de su mejor amigo desde hace casi dos años. La castaña dejó la estufa encendida y se sentó en un taburete para comenzar a leer la carta. Se rió en algunas partes mientras que en otras sonrió con nostalgia. Recordó la vez que Joshua se le había declarado, pero ella no sabía que decir, ese fue el día en el que metió la pata. Dejó esos pensamientos a un lado, se dedicó a terminar la carta. Cuando por fin la terminó tomó una hoja de papel en blanco junto con un bolígrafo de tinta azul y con su perfecta letra cursiva comenzó a escribir una para Joshua.

Querido Joshua,

Me ha ido bien. Cuando te fuiste pensé en ir a verte al aeropuerto, pero creí que haría mas difícil tu partida así que solo te dejé ir. El primer año en la escuela sin ti fue como empezar de cero siendo nueva, no tenía con quien hablar en clase y con quién sentarme en la cafetería para hacer bromas con el puré de papas. Creo que a los dos meses empecé a superar que ya no estabas y que no volverías a estarlo. ¿Recuerdas a Mateo? El muy maldito me engañaba con mi supuesta "amiga" ya veo porque nunca llegué a tacharla como mi mejor amiga, me daba mala espina. El punto es que rompí con el en pleno partido de baloncesto. Le dí una clase cachetada que creo que todavía en este tiempo la tendrá marcada en su mejilla. Todos empezaron a reírse de él, que me aseguré de gritarlo lo bastante fuerte como para que todos en las gradas me escucharan. Luego de llegar a mi casa empecé a llorar, pero no por amor, porque aunque pareciéramos enamorados, creo que jamás sentimos amor el uno por el otro. No fue por él que lloré, fue por la traición que sentí en ese momento. Justo necesitaba una de las bromas de mi mejor amigo para hacerme reír, pero recordé que no estabas ahí porque te habías ido y tuve que superarlo yo sola. Aunque mi hermano siempre estaba ahí el ya tenía una familia de la cual preocuparse, no creo que hubiese sido buena idea que lo llamara para preocuparle. Salí de eso sola, Joshua. No te estoy echando la culpa, solo que me sentía verdaderamente sola. Pero un día decidí entrar en la biblioteca para buscar un libro de la clase de historia sobre un viejo que había muerto hace muchos de muchos años. La repisa donde estaba el libro era muy alta y no podía alcanzar el libro. Dos bochornosos minutos brincando como una demente para alcanzar el libro, pero no pude. Finalmente un chico de cabello castaño también, llamado Robert estiró su brazo y pudo alcanzar mi libro. El chico me habló, pero no se burló de mí como pensé que lo haría. Solo me sonrió amigablemente y se presentó. También me mencionó que había visto con lujos y detalles como había casi golpeado a Mateo, me felicitó por eso. Cosa que me causo mucha gracia. Debo decirte una cosa Joshua, ese chico era el más, lindo, caballeroso, amable, cariñoso, y tierno ¿Qué chico se sonroja por decirle un halago? Por favor, era tan tierno y todo lo contrario a mí. Pronto nos hicimos amigos y un tiempo después me pidió ser su novia en el lago que estaba en el parque al cual íbamos de pequeños, no se si recuerdas. Acepté gustosa y lo abracé muy feliz. El ahora mismo esta en una universidad muy lejos de aquí, Joshua, lo extraño demasiado. El me llama, yo lo llamo, hablamos, pero no puedo verlo y eso me da tristeza. No quiero perderle, ¿sabes? Hace un mes me dijo que cuando termine de estudiar va a venir aquí, se casará conmigo, tendremos una familia, como loca enamorada lo creí y lo sigo creyendo porque se que así sucederá. También espero poder verte Joshua, el mejor amigo de la niñez es el que nunca se va y se que tu siempre estarás ahí para mí aunque estés lejos de donde yo estoy. Te deseo lo mejor Joshua.

Con amor,

Rachelle.



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