Caída la noche, Tim intenta relajarse en su
apartamento. Ha tenido un mal día. Ha tenido
saturación de trabajo, ha discutido con un cliente que
no hace más que darle evasivas cuando intenta cobrarle
y su entrenador personal le ha roto la nariz.
Pero ahora está en casa y es hora de olvidarse
de todo eso. Tim tiene buena habilidad para
desconectar. Ahora está en su dormitorio, vestido con
un pantalón de pijama y esperando a que Marta salga
de la ducha. En un espejo de pared observa su nariz
entablillada. Hace apenas dos horas que se la han roto y
ya no le duele. Piensa que seguramente le dolerá por la
mañana.
Escucha abrirse la puerta corredera del aseo,
que da directamente a la habitación. Marta pasa al
cuarto andando despacio. Tim piensa que Marta es una
de esas chicas que ganan muchísimo cuando están
desnudas. Su cuerpo totalmente depilado le parece
perfecto. No tiene uno de esos cuerpos de revista que
parecen artificiales. Es algo bajita, su cintura se marca
lo justo, sus hombros y caderas son algo anchos para su
constitución y su piel algo blanca, salvo en la cara y
hombros. Pero sus pechos son perfectos, redondos y
firmes, coronados por unos pezones amarronados y
poco abultados. Su piel es limpia y suave.
Tim sonríe al verla y se acerca a ella, olvidando
por completo la fractura de su nariz. La abraza. Sin
apenas esfuerzo, la levanta en peso, sujetándola con
una mano por su espalda y con la otra por su trasero,
moviendo los dedos despacio para acariciarla.
Ella le abraza. Acaricia su cabeza pasando los
dedos entre su cabello. A Marta también le encanta el
cuerpo de Tim. No es robusto, pero sus músculos están
marcados, como los de un atleta. También está
depilado. Marta sabe que eso no es algo que a él le guste
excesivamente y que lo hace por ella. Le sabe un poco
mal que lo haga por ella, pero le gusta, especialmente
en momentos como éste. Dejando que él la sujete, baja
sus manos, acariciando su pecho y su vientre. Introduce
su mano derecha en su pantalón y acaricia sus genitales
por encima de la ropa interior, notando su creciente
erección. Tras unos momentos de caricias, le baja el
pantalón y su ropa interior con una mano por alante y
otra por detrás, hasta los muslos. Con un ligero
movimiento de cadera, Tim hace caer las dos prendas
hasta sus tobillos. Con otro hábil movimiento de
piernas, se deshace de ellas.
Luego lleva a Marta en brazos hasta la cama y la
deja en ella delicadamente. Gateando un poco sobre la
cama, Tim se situa sobre ella y comienza a besar su
cuello, bajando poco a poco, acariciándola suavemente
con sus labios y, ocasionalmente, con su lengua. Llega
hasta sus pechos, donde se recrea un par de minutos,
mordisquándolos suavemente. Con su mano izquierda,
comienza a acariciar su estómago. Apartando su mano
ocasionalmente continua bajando con sus labios. Por su
estómago, sus muslos...
Entre gemidos, Marta acarica con su mano
izquierda la cabeza de Tim mientras que estira el brazo
derecho para alcanzar el interruptor y apagar la luz.
La ventana de la pared de su derecha tiene la
persiana levantada. La luna se encuentra en cuarto
creciente y algo de luz aún ilumina el cuarto. Mientras
disfruta del juego que Tim le proporciona, Marta
observa la curiosa iluminación de la ciudad. En el cielo,
unas nubes con los bordes de un brillo violáceo se
mueven lentamente. A ella le parece una vista
romántica a pesar de los desgastados tejados de los
edificios que tapan la lejanía, especialmente la azotea
que hay justo enfrente. En esa azotea, por un instante,
Marta ve una oscura sombra moverse rápidamente, con
un movimiento ágil y fluido, como el de un reptil.
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LOS DIABLOS DEL CIELO
Science FictionEn la ciudad de Santa Gloria están ocurriendo sucesos extraños. Misteriosas criaturas son vistas durante la noche. La clave de todo parece estar oculta en las investigaciones llevadas a cabo por la empresa InGenius. El Cuerpo de Agentes Especiales (...