9. Sospechas

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Marta ha recogido los cristales del suelo de su

habitación y ha bajado la persiana hasta abajo para

tapar la ventana. No puede dormir. De hecho, duda de

que alguna vez pueda volver a dormir. Cada vez que

cierra los ojos, ve la horrible cara de la criatura que se

ha llevado a Tim. En su mente, no deja de escuchar los

agudos chillidos de la bestia, que hace unas horas la

han ensordecido.

Da vueltas de un lado al otro de la casa. Ni

siquiera los dos agentes que montan guardia frente a la

puerta de su apartamento la hacen sentir más segura.

Pues no teme por ella, si no por Tim. Teme dónde

pueda estar y qué le puedan estar haciendo. Y lo que la

está mantando realmente es la impotencia. Tim tiene

problemas y no puede hacer nada por ayudarle, sólo

esperar a que otros le ayuden.

Lleva casi una hora dando vueltas de un lado a

otro del salón, cuando entra alguien por la puerta.

- ¿Marta Blanco?

Marta se gira sobresaltada.

- ¿Quién es usted? ¿Cómo le han dejado pasar los

agentes de la puerta?

- Tranquila. Me llamo Fran Carmona, soy agente

científico del C.A.E.

- ¡Oh! Lo... Lo siento, me ha asustado.

- Perdóneme, no era mi intención.

- ¿Saben ya algo de Tim? ¿Por qué no ha venido Adam

en vez de usted?

- Yo... Bueno, él no sabe que yo he venido aquí. En

realidad, de eso quería hablar con usted.

- ¿Qué sucede?

- ¿Le importa que nos sentemos?

Marta asiente con la cabeza y los dos se sientan

en el sofá.

- ¿Qué sucede? - Repite Marta.

- En realidad no estoy seguro. Ni siquiera sé si he hecho

lo correcto al venir aquí.

- Pues ya ha venido. Por favor, diga lo que ha venido a

decir.

- Está bien. Verá, no puedo darle todos los detalles

porque se trata de un asunto altamente confidencial y

yo jamás he revelado información confidencial ni me he

saltado una norma del C.A.E. Pero, dadas las

circunstancias, he pensado que debería saberlo.

- Por favor, vaya al grano.

- Verá, anoche hubo un altercado grave. Recogimos

unas muestras de la escena para llevar a cabo la

investigación. Fui asignado a dicha investigación para

trabajar con el profesor Santos. Única y exclusivamente

nosotros dos éramos los únicos encargados de la

investigación científica. Encontramos algo... bueno, es

complicado de explicar, pero digamos que fue algo

extraño. Un material que no había visto nunca, algo

que podría cambiar totalmente la ciencia moderna.

Hicimos venir a la comandante Natalia Santos y el

teniente Adam para explicarles lo que habíamos

encontrado. Y noté algo muy raro. A parte de lo

evidente, quiero decir. El hecho es que cuando supieron

lo que habíamos encontrado, los tres parecían

preocupados, puede que asustados, pero ninguno de

ellos parecía sorprendido.

- ¿Quiere decir que sospecha que ellos ya habían visto

algo así antes?

- Créame, si cualquier persona viera por primera vez lo

que vimos nosotros, se sorprendería. No hace falta ser

científico para que te sorprenda lo que vimos antes, eso

se lo aseguro.

- Y... ¿por qué viene a contarme esto a mí?

- Bueno, yo... He estado escuchando las comunicaciones

de Adam y Natalia desde entonces. Sé que no debería,

que es motivo de cese inmediato espiar a un superior y

estoy poniendo en peligro mi carrera y mi trabajo sólo

por estar aquí, hablando con usted. Pero considero que

en ocasiones el deber va más allá de las normas y de lo

que te piden que hagas. Escuché su llamada y me enteré

de la desaparición de su novio y de las extrañas

circunstancias en las que ocurrió. Y pensé que merecía

saber lo que ocurrió anoche, pues creo que tiene que

estar relacionado. No puede ser casualidad que antes

viéramos aquello y que horas después un monstruo

alado se lleve a su novio.- Fran se pone aún más serio

en ese momento, mirando fijamente a Marta.- Y sobre

todo, creo que merece saber que sospecho que Natalia,

Adam y el profesor Santos le han estado ocultando algo

muy serio a Tim.

Marta se lleva las manos a la cara, suspirando y

desesperada.

- Fran...- Dice por fin - ¿qué fue lo que vió allí? Por

favor, dígamelo.

Fran niega con la cabeza, sin saber exactamente

qué contestar.

- Lo cierto es que no tengo ni idea. Literalmente,

aquello podría haber sido cualquier cosa.


LOS DIABLOS DEL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora