5. Conjetura.

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En su despacho, Natalia no deja de darle

vueltas a lo sucedido en el laboratorio.

- No debería haber metido a Fran en esto, ha sido una

torpeza por mi parte...¿qué esperaba que pasara?

Adam está sentado en el borde de la mesa de

Natalia.

- Primero, fui yo quien le dijo a Fran que colaborase con

Santos y, segundo, Fran es un tío la mar de

competente, creo que es bueno tenerlo con nosotros en

la investigación. Así que deja de preocuparte por eso

ahora y vamos a centrarnos en lo que de verdad

importa. Eso de ahí abajo. Eran genes G. Hay una

criatura G suelta y, además, parece que se extiende. Su

saliva o algo debió de juntarse con la sangre del sin

techo en sus heridas y ha debido... no sé, extenderse.

¿Cómo explicas si no lo que hemos visto? Encima de

todo, ese cabrón es contagioso. Pero la cuestión no es

esa, la cuestión es; ¿cómo damos con ella antes de que

se extienda y la ciudad se llene de esas cosas?.

Pasando por alto el hecho de que Adam parece

casi ansioso, poco a poco, Natalia va dejando a un lado

su preocupación para dedicar su mente a buscar

respuesta a las incógnitas que Adam acaba de

plantearle.

- Sí, tienes razón... Sin embargo, creo que la mejor

manera de encontrarla es pensar de dónde puede

provenir. Lo más obvio es pensar en InGenius. Pero,

¿qué sentido tendría ahora, tantos años después de

aquello? ¿Han vuelto a estar jugando con los genes G y

algo se les salió de madre? Ni siquiera sabemos seguro

que aún conserven los archivos originales...

- InGenius también era mi primera opción. Creo que

deberíamos ir a hacerles una visita. Porque, ¿qué otra

opción hay si no?.

Casi como para responder a la pregunta de

Adam, en ese momento suena el teléfono. Es una línea

exterior. Obviamente, cualquiera puede acceder a las

líneas públicas del C.A.E. para recurrir a ellos en caso

de emergencia, peligro o en caso de que se esté

comentiendo un delito. Sin embargo, a pesar de que

todos los teléfonos del edificio tienen una extensión

para poder comunicar con ese despacho, pocas son las

personas que tienen acceso al despacho privado de

Natalia desde una línea exterior. Son más de las doce de

la noche, no es una llamada habitual. Natalia reconoce

el número al instante y conecta el manos libres.

-¿Tim? ¿pasa algo?

Pero no es Tim el que contesta al otro lado, si

no la voz llorosa y desesperada de Marta.

-¡Se... se lo ha llevado! Esa... esa cosa rompió el cristal,

cogió a Tim y... y... ¡Dios, Dios! ¡Vendid! ¡Venid rápido!.

-Marta, cálmate... ¿qué se lo llevó? ¿Viste lo que era?

¡¿qué viste?!

-¡No sé que coño era! ¡Venid, joder! ¡Por Dios, venid ya!

¡Ayudadle! ¡Ayudadle! ¡Ayudadle!

- Vale... - añade Adam mirando a Natalia. - Igual sí que

hay opción B.


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