Parte sin título 3

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  Ya ha pasado algunos días desde que deje de usar mis viejos lentes, estas lentillas son mucho más cómodas.

  Pero dejando eso de lado, aún hay un problema y es que ya no tengo la foto de Sucrette, la cual me hacía compañía durante la noche, donde todos mis temores volvían dejándome inmerso en un mar de dolor.

  He notado algo y es que ya no necesito de ella tan desesperadamente como antes, todo este tiempo alejado de ella me ha dado a entender de que yo soy un ser independiente y que ella no estará siempre a mi lado.

  Y mis nuevos amigos me han estado ayudando mucho, los cuales me defienden pero a la vez me están enseñando tener más autoestima.

  Aunque ya ha pasado un largo tiempo desde que me fui de mi antiguo instituto, aun no logro acostumbrarme a las rutinas de ejercicio las cuales son muy agotadoras. Pero eso no es lo que me preocupa, lo que en verdad me preocupa es que mi padre va a venir.

  Camino por los pasillos y veo como todos se dirigen a reencontrarse con sus familias, no puedo evitar sentir como si toda mi sangre se fuera de mi cuerpo, es que sinceramente mi padre me da miedo, yo no lo quiero decepcionar.

  Ya no hay vuelta atrás me acerco a la mesa donde ésta él, veo que en sus ojos hay un brillo de orgullo, él se levanta y me estrecha mi mano.

  Veo que ya no lloras como antes, he recibido notificaciones de ti y son muy satisfactorias- se sienta y su rostro cambia a uno serio- pero lo que te falta es tener más destreza física, por lo que veo careces de ella, lo cual no logro comprender ya que en tu sangre recorre mi ADN el que te debería dar la suficiente capacidad para superar esos pequeños obstáculos.

  Que acaso él no lo nota yo no soy él, yo soy yo, y nadie tiene derecho a juzgarme, suficiente con mis compañeros como para que se sume mi propio padre, no eso sí que no acaba de romper mi paciencia. Me levanto y lo miro con enojo, siento como mi vista se nubla y veo todo de color rojo.

  Ya estoy harto de ti, solo esperaba que me visitaras y mostraras un poco de aprecio hacía mi- lo miro a los ojos, los cuales han perdido su brillo- no sabes lo que he estado sufriendo aquí, para que tu llegues y arruine lo único que pudo ser un buen día.

  Veo como se asombra para luego reírse a carcajada abierta, mi rostro a de demostrar mi confusión. Él se levanta mientras se seca unas lagrimas – ya era hora de que te revelaras un poco, no siempre tienes que callar- mira hacia su alrededor- con más razón te dejare que sigas estudiando aquí, los resultados son satisfactorios.

  No lo puedo creer acabo de escuchar lo que creo- entonces está diciendo que planeabas sacarme de aquí.

  -Sí pero primero te vine a hacer una prueba y veo que ya tienes más coraje, antes ni siquiera te quejabas ahora no te quedas callado. Bueno me retiro espero que sigas así.

  Con la cara completamente pálida, me dirijo hacía mi habitación.

  No lo creo he recibido un elogio por parte de mi padre.

  Ciento como las puertas de mi habitación se abren por las cuales entran Mateo y Esteban los cuales  me miran seriamente.

-Por fin as mostrado valor- dice Esteban para posteriormente sonreír – y que bien lo has hecho.

- Viste te dijimos que esta academia te serviría para fortalecerte- dijo Mateo – y dinos seguirás o te aras para atrás.

  Yo lo pienso un poco, pero no hay duda me quedare, para ser más fuerte- me quedo- y sonrió.

  Me acuesto en mi cama para cerrar mis ojos y dormir.

  A la mañana siguiente...

  Me despierto para seguir con mis entrenamientos, todo normal.

  Pero últimamente me he pegado un estirón, por lo menos ya no soy tan bajo. Estoy en mi clase en la   cual nos mostraran un video de lo que nos espera al terminar nuestro entrenamiento, según dicen es la última prueba. Las luces se apagan dejándonos ver el video donde aparecen montón de chicos, comienzan en la línea de partida al principio eran obstáculos fáciles para luego empezar a correr de los perros, para escapar tienen que nadar aguantando el peso de sus uniformes pesados y sus armas, luego tienen que pasar por debajo un alambre de púas, atravesar por un campo minado por suerte las minas son falsas, y los que las pisan son descalificados.

  Una vez terminado de ver el video aparece nuestro entrenador- ustedes tendrán que pasar esta prueba y los que fallen se irán con la vergüenza de haber fallado- había un silencio sepulcral.

  Después de terminar de ver el video nos dirigimos a otro cuarto donde nos dan unas armas a cada uno, al frente hay un tiro al blanco, nos dicen como tirar hacia el blanco.

  Yo me pongo en posición y en el momento de tirar la primera bala yo salgo disparado hacia atrás por la fuerza de la bala. Los demás se ríen, excepto mis amigos.

-Dejen de reírse – grito Mateo- que no ven como pego justo en el medio- y era cierto hacerte justo en el blanco.

  Los demás simplemente siguieron en lo suyo, yo sentí un alivio al dejar de sentir el peso de sus miradas.

  Una vez que llego la hora del almuerzo me dirigí a mi mesa junto a mis amigos. Pero algo llamo mi atención y era una caja la cual estaba en mi lugar, al abrirla noto como tiene una nota en la cual dice para Kentin, el contenido de esta me hace poner en shock, al ver las fotos de Sucrette con diferentes chicos.

  No lo creo, en todas aparece ella sonriendo. No sé qué pensar, puede sé que simplemente sean amigos, ella siempre a alludado a cualquiera que la necesite, incluso siempre me protegía, pero que hare. Siento como algo caliente recorre mi cara, es una lagrima, y lo peor de todo es que siento un gran dolor que me invade.

-tranquilo, recuerda los hombres no lloran- dice Esteban, mientras mira las fotos.

-Si además no saques concluciónes precipitadamente- Dice Mateo- ya veras cuando salgas de aquí la podras reclamar frente a todos como tuya.

  Simplemente agarro la caja y la tiro a la basura para posteriormente agarrar un fosforo y quemarla, me alejo, siento pasos tras de mi, seguro son de mis amigos pero no me importa.

 Entro al cuarto de tiroteo, agarro al arma que antes usaba, miro a los blancos que son cinco los que están frente a mí, disparo sin pestañear o dejar que el impulso de la bala me aga caer o tambalear. Noto que mis compañeros me miran con asombro, y no los culpo si apenas hace poco un tiro me había echo caer hacía atrás y ahora con cinco tiros y todos en el blanco.

  Suelto el arma y me dirijo a la siguiente clase, ya que se me ha quitado el apetito, después de tan armaga sorpresa.




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