Vale, estoy en Bronx.
Las probabilidades de que me asesinen un par de negros matones no bajan del 49%.
Pero, me vale un carajo.
Comencé a caminar sobre un callejón casi vacío. Las fachadas de las casas no variaban, todas estaban descuidadas y con la pintura destartalada. Estaba seguro que de noche era aún más tenebroso.
-¡Hey, blanquito!- Murmuró una sombra oscura dentro de una casa con las ventanas rotas.
Me va a matar. Vale, quizá no. Tenía que guardar la calma... Pero, hay que ser realistas, me va a matar.
Yo no debería estar aquí.
Me giré sobre mis talones y comencé a correr con todas mis fuerzas.
Escuché un rechinido y cuando me giré en dirección contraria, ese cabrón me estaba siguiendo agitando los brazos.
Sentía que mis piernas se quemaban y ya no me respondían.
Entonces tropecé con una estúpida lata de cerveza.
No alcancé a meter las manos así que ahora tal vez me hagan falta un par de dientes y pronto me aparezca un moretón en el pómulo.
-Eh, blanquito- Se acercó con la respiración acelerada. -Se te calló esto- Me entregó la pequeña bolsita transparente de cocaína.
-Eso... No es mío... Yo...- Sonrió mostrando todos sus dientes. Cabrón. Sus dientes parecen perlas perfectamente alineadas. Vale, eso sonó un poco marica.
-Tranquilo, white. No soy la policía- Me ofreció su mano y la tomé torpemente. No es que conviva con negros todos los días.
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The Smoker. { Álvaro Cota
Teen FictionDrogas. Eso pareció ser la última salida para Ethan después de que Samantha Reeb arruinara su futuro. ¿Pero quién dice que alguien no puede sacarlo del hoyo al que ha caído?. Todos los derechos reservados. Quedan prohibidas las adaptaciones. Di no a...