Capítulo 1

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Erase una vez en un país muy lejano donde las personas eran frías e indiferentes con sus semejantes, había una casa muy hogareña, de donde salía humo por la chimenea, era realmente acogedora y más aún en estas épocas de invierno.

La nieve blanca caía con gracia y cubría con su puro color todo aquello que hubiese en el exterior. Mientras tanto, dentro de la casa con techo de tejas color rojo, convivía una familia que, entre risas y bromas, comían la cena y compartían sus experiencias, tanto buenas como malas del año que habían dejado atrás.

Donghae, el hijo menor se levantó de su asiento con la copa de sidra en la mano. -Creo que es hora de que brindemos por la buena fortuna que nos venga este año que apenas comienza. -Los demás integrantes, asintiendo con sonrisas de júbilo en sus rostros, se levantaron y chocaron los cristales que contenían su líquido ligeramente embriagante, al unísono de un "¡Salud!"

Después de horas de celebración, Donghae se encontraba colocándose su pijama de perritos color azul cuando un "toc, toc" sonó en su puerta. - ¡Adelante! -Exclamó y a los pocos segundos apareció de detrás el rostro de su amada madre, que con sumo cariño le observaba antes de adentrarse en la recamara.

-Mi bebé, no puedo creer que el tiempo haya pasado tan de prisa ¿En verdad deseas irte de la casa?

-Sin duda, madre, quiero lograr valerme por mi mismo lo más pronto posible y ser yo quien les ayude y pague todo el tiempo que me han dedicado. -Dijo con una enorme sonrisa, invitando a sentarse a la mujer mayor a su lado, al dar unas palmaditas sobre la cama donde él ya se encontraba descansando.

-Pero si tu ya eres un adulto responsable y que sabe lo que debe de hacer, no creo necesario que te vayas de... -No terminó cuando su hijo de nuevo le interrumpió.

-No es solo por ser responsable, madre, creo que necesito independencia, y creo que con los 25 años que ahora tengo, son más que buenos para que descubra lo que es la responsabilidad y después pueda formar una familia.

La mujer lo miró con ternura colocándose a su lado y llevó una de sus manos a las mejillas ajenas, acariciando una de estas con más que solo melancolía. -Te voy a extrañar tanto, hijo mío. Cuida que la señorita que esté a tu lado sea buena, como una princesa. Todas las mujeres son princesas, pero solo existe un príncipe para una princesa y tú debes de encontrar a la indicada, mi niño.

Donghae abrió muy amplio sus ojos sintiéndose realmente confundido. -Madre ¿Cómo sabré quien es la indicada? Yo... -Sus mejillas se colorearon de un intenso carmín mientras se relamía los labios con nerviosismo, desviando su mirada hacia sus manos entrelazadas sobre su propio vientre. -Yo nunca me he enamorado y realmente no sé qué es lo que se siente cuando eso sucede.

La mujer de cabellos oscuros se llevó una mano al pecho en signo de asombro, pero la emoción no se pudo ver más obvia en sus ojos. -Hijo mío, mi querido Donghae, eso es muy fácil. -Aclarándose la garganta comenzó a dar una extensa explicación de cómo debe de ser la mujer indicada. -En el mundo hay muchas y muy diferentes, las hay de las que visitan a sus abuelitas enfermas en el bosque, las que con el afán del amor, consiguen piernas en vez de cola de pescado, también hay quienes friegan pisos y viven dedicadas al aseo, mmh, puede que te encuentres con algunas que duermen de más o algunas otras que les han caído mal las manzanas y han tenido que guardar reposo, oh, pero ignora a los hombrecillos que te encuentres en el camino, ellos solo te querrán hacer quitar la vista de tu objetivo.

Donghae completamente crédulo y a la vez un poco confundido, asentía a lo que la mujer le decía y en tanto, había sacado de la mesita de noche una libretita donde hacía sus anotaciones.

Príncipe azul {EunHae}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora