—Entonces la princesa corrió por las escaleras... estaba asu-asustada porque el reloj... había indicado la hora en que... el hechizo se desva-vanecería, pero casi tropezó y su... zapa-zapatilla de cristal se le cayó... No pudo detener-detenerse a tomarla. Subió a su carruaje y se marchó... dejando al joven príncipe triste... con aquella zapatilla en la mano.
El par de niñas miraban a Hyukjae con asombro.
—¡Pero el príncipe la quería! ¡No debió marcharse!
Sin embargo la otra pequeña le discutió.
— Claro que tenía que irse, ella no quería que el príncipe la viera con su ropa vieja y la cara sucia.
— Si la amaba no importaba eso, el amor lo puede todo.
— Claro que no.
— Claro que sí.
— ¡Que no!
— ¡Que ssiiii!
Antes de que comenzaran una pelea sin sentido, cerró el libro viejo y sucio que llevaba en las manos y se los entregó. — Ya, dejen de discutir, por hoy fue suficiente, mañana seguiré leyendo más del cuento, ahora vayan a jugar a otro sitio.
— Nooo. — Dijeron a coro con facción triste. — Prometemos ya no pelear más.
— Como dije, ya fue suficiente, quiero comer y no puedo leer todo el día. Mañana seguimos.
— ¡¿Lo prometes?! — Saltó una de ellas en su sitio con el libro pegado a su pecho. — Solo bastó el asentimiento del mayor para que salieran corriendo entre risas alegres.
Caminó con las manos en los bolsillos hasta donde sabía que podía encontrar a Junsu. Su estómago rugía, esperaba que su amigo ya hubiera preparado el almuerzo. Solo fueron unos minutos hasta que el humeante aroma alcanzó a invadir el ambiente; completamente delicioso. Aquellos días apenas y daban un par de comidas al día, pero trataban que no fuera menos que eso.
Una semana entera tenía viviendo con Junsu, la cual su amigo no le había parecido mal tenerlo como compañero. Sin embargo sabía que no podía permanecer ahí para siempre, debía salir adelante, no quería regresar al sitio de donde había salido.
Había buscado un empleo por esos lugares, lamentablemente este era muy escaso y por su mala fama nadie le contrataba. Había pepenado basura junto a otros vecinos sin hogar, algo que le diera al menos para poder pagar con comida su estancia en el vagón de su mejor amigo. A fin de cuentas seguía siendo muy poco.
Llegó hasta donde ya otras 5 personas estaban sentadas, ya que se turnaban el fuego para cocinar, observando a Junsu como salía de ahí con una lata de metal caliente, protegiéndose con unos guantes de electricista. Corrió hasta él para ayudarlo. Con una sonrisa se saludaron y regresaron hasta su pequeño hogar. En silencio entraron y se sirvieron en platos de plástico donde apenas se alcanzaba a distinguir el dibujo con el que habían sido decorados.
— Gracias, muero de hambre.
— Llegaste justo a tiempo. — Respondió el azabache al sentarse con él en su mesa improvisada de un enorme rodillo de madera donde, seguramente con anterioridad se había enrollado algún tipo de cable industrial. — ¿Te fue bien hoy?
— Nada, aún no encuentro nada. Me he cansado y regresé. He pasado el rato leyendo cuentos a los niños.
—Nunca imaginé que te gustaría convivir con niños. — Comentó burlón.
— Calla... No es porque me agraden, tan solo es... Ellos son los únicos que me escuchan cuando leo. Aun que aún no lo hago perfectamente, pero me ayudan a practicar.
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Príncipe azul {EunHae}
Science FictionDonghae es hijo de una familia rica y bastante unida, solo que ahora ha cumplido con su parte en casa y desea buscar su independencia, pero con ello también el amor que hasta el momento no conoce. Aconsejado por las ideas fantasiosas que tiene su ma...