Capítulo 12

1.1K 125 29
                                    

—Eunhyukkie ¿Podemos hablar?

Le había costado abrir la puerta, pero afortunadamente tenía una llave de repuesto. No había tenido respuesta alguna y solo pudo escuchar un sollozo nada disimulado. Cuando por fin encontró a Hyuk abrazado a sus piernas y temblando, corrió hasta él. Lo abrazó sin pensarlo dos veces dejando que este ocultara el rostro en su pecho.

No hablaron, sin embargo Hyukjae se abrazó a él como si de ello dependiera su vida. Era un abrazo muy apretado, pero a Donghae no le importó, estaba preocupado de ver así a su princesa, temblando en exageración.

Conforme pasaron los minutos, la agitación se fue apaciguando, la respiración del castaño se controló y su agarre se volvió más débil. Hyukjae se sentía tan avergonzado por aquél momento, no le gustaba que lo vieran en ese estado.

Dio un hondo suspiro y se limpió las lágrimas. Se apartó de su pecho sin alzar el rostro, se aclaró la garganta y por fin pudo hablar en voz baja.

—Gracias...

El azabache podía notar lo decaído que aún estaba el mayor, lo cual lo preocupaba y le hacía sentir triste también. No dio respuesta y se volvió a abrazar a Hyukjae, pasando sus brazos sobre los hombros de este al tiempo que presionaba un beso en los cabellos claros.

—Cuando tengas miedo llámame, estaré contigo en el momento que me necesites.

Tal vez había sonado muy cursi para Hyukjae, haciéndolo reír nervioso, pero las palabras de Donghae habían sido cien por ciento sinceras.

— ¿Llegarás como superman a rescatarme?

—Mejor aún, llegaré como batman en mi batimovil a salvarte y darte un agradable paseo por la ciudad.

—Tendré que inventarme una batiseñal para ti. —Murmuró con gracia, sintiéndose cómodo en los brazos ajenos.

—Solo llámame y acudiré enseguida. —El rostro de Hyukjae se acarició contra el hombro del menor al asentir suavemente.

— ¿Qué ocurrió, Eunhyukkie?

El sonido de un suspiro entrecortado por el llanto se escuchó, sin embargo Hyukjae ya no lloraba, solo trataba de calmarse completamente.

—Debo mucho dinero... Y no tengo dinero. —Trató de explicar, pero las lágrimas querían regresar. —Me están buscando.

— ¿Quién te está buscado? —Preguntó con tono tranquilo.

—Una banda de matones... Les debo el dinero por varios favores.

Algo que ya no estaba entendiendo Donghae, era que ¿Su princesa había mandado matar a alguien?

— ¿Qué... clase de favores?...

El mayor bufó al recordarlo y se alejó un poco de Donghae para verlo a la cara.

—Solo... es droga y alcohol que conseguían para mí... yo la vendía y ellos me daban una parte de comisión. —Se rascó la cabeza con frustración antes de continuar. —Necesito contarte esto, siéntate por favor. —Pidió y Donghae accedió de inmediato, sentándose a su lado en la cama.

—Antes de conocerte, me dedicaba a robar carteras, a venderle droga a las prostitutas e indigentes, e incluso en los pub y bares que frecuentaba, solía inducir a las chicas y chicos a que la consumieran, así me hacía de nuevos clientes. Necesitaba comer como todos ¿Sabes?

Los ojos de Donghae se abrieron de sobre manera, pero no lo juzgó, sabía que su vida nunca había sido fácil.

—Lamentablemente conocí a alguien que supo lavarme el cerebro y claro está que le creí. —Murmuró en un suspiro. —Shindong me suministraba toda la droga, y es normal que personas como él tengan enemigos. Un chico alto, según sé, se llama Zhoumi, un maldito chino jakuza se acercó a mí en la barra y me pidió diez kilos de mercancía. Claro Está que yo no tenía esa cantidad, pero para no perder a tan buen cliente con porte de riquillo, fui y le pedí a uno de los hombres de Shindong que me lo proporcionara. Joder, me iba a hacer rico con esa venta, o eso es lo que creía. Cuando Shindong se enteró de la cantidad de droga que me habían dado tuvo sus sospechas y mandó a alguien para que me siguiera. Le entregué la mercancía a Zhoumi como habíamos quedado, y el único pago que había recibido, fue un puñetero golpe en el estomago que me dejó sofocado en el piso mientras... ese mal nacido se largaba.

Príncipe azul {EunHae}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora