Michael se levantó del suelo, sacudió su ropa y eliminó todo rastro de hojas de pasto. Secó sus lágrimas y comenzó a caminar en dirección a su casa.
De alguna manera u otra tenía que aceptar que no todo es para siempre, aunque así el lo quisiera.
Abrió la puerta de su hogar, econtrándose con una sorpresa totalmente inesperada. Ella estaba ahí, sentada en el sofá hablando con su madre.
Sus ojos se conectaron. Él abrió su boca para decir algo pero nada salía. No encontraba las palabras para formular tantas preguntas que se le ocurrían.
"Michael" él no respondió. Sólo negó con su cabeza y la bajó, tratando de contener el agua que amenazaba con salir. No iba a ser capaz de aguantar que lo dejase personalmente. Vio a su madre levantarse e irse, dándoles privacidad. "Mikey" volvió a llamar ella, y su corazón dio vuelco al caer en la cuenta de que no la escucharía llamarlo así nunca más.