Encuentros

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Capítulo 5

Enero 25

¿Qué hora era? No lo sabía, lo que sabía eran que habían pasado 18 días desde que este infierno se había desatado, en mi travesía me topé con muchos tipos de personas, personas egoísta que al verme intentaron dejarme sin arma alguna sin alimento alguno para sobrevivir, yo estaba solo, ellos eran grupos, era fácil para ellos verme como una víctima potencialmente fácil y se equivocaban absolutamente en todo pero yo me deshacía de ellos, no le daba fin a sus vidas solo me marchaba rápidamente esquivando una que otra bala o flecha de una ballesta, no tenía por qué matarlos, no me volvería el monstruo que ellos se volvieron. . . no me volvería una bestia superviviente a cambio de terminar con otras vidas... no soy tan monstruo pero no es que me siga sintiendo humano... tal vez solo es lo último de humanidad que me queda, aclarando mi conciencia que me dice. . . que no lo haga. . . no lo sé realmente.

-AAHH -Se abalanzaron unos zombi sobre mí a lo que me deshice de ellos, esquivándolos fácilmente y acabado con su no vida con mi sable, dejando el pútrido aroma infectar el aire. . . ¿desde hace cuánto que no me revuelven el estómago? ¿Desde cuándo mi olfato se acostumbró a aquel horrible aroma? Y que ver oculto el sol tras las nubes negras que no han desaparecido desde este apocalíptico día anunciándonos deprimentemente el fin y la supervivencia del más acto -

Mis pasos eran rápidos sigiloso entre las calles para no advertir a ningún zombi de mi presencia por esos lugares o esas enormes bestias que podrían atacarme... y que han destrozado a miles con sus garras... entre mi avance divise a una enorme bestia, bien me iría por otro camino para esquivarla hasta que mis ojos pernotaron a una pequeña niña... llevaba un peluche entre sus brazos un abrigo largo negro con una capucha que tenían dos orejas largas de conejo, una camisa rosada y unos short cortos del mismo color con unas botas negras.

-Mamá, mamá -Pronuncio con un leve hipo que sonaba a sollozo, de seguro luchando en contra de derramar lágrimas -. . . por favor. . . no... soy yo... tu pequeña... ¿no me reconoces mamá?

-AARRGG -Era el rugido de una bestia, acercándosele y haciéndola retroceder, sus fuertes pasos hacían cimbrar el suelo y aquellos gruñidos de seguro atraerían a los zombis -

-¿Qué te han hecho mamá? -musito la pequeña niña, observe con detenimiento a la enorme bestia, con una cola larga de lagarto que al final terminaba en cuchillas, con el cuerpo peludo y gigante, parecido al de un oso pardo y al finalizar era la cabeza de aquella mujer castaña seguro madre de la pequeña, hasta que vi que se iba a lanzar en contra de la pequeña... tal vez era el despojo de mi humanidad que me hizo actuar para salvarla -

-¡Corre ya no es tu madre! -Exclame corriendo para tomarla entre mis brazos quitándola de la trayectoria de ataque de aquella bestia que con el final de su cola le había sentenciado a la misma muerte -

-GGRRR -Gruño ojos vacíos y rojos me miraban sin vida aparente pero al mismo tiempo con rencor por arrebatarle a su víctima que se encontraba temblando entre mis brazos, se lanzó a atacarme nuevamente con su cola pero yo le esquive para que soltara un rugido haciendo aparecer un gruño de los zombi veloces -

Agarre fuerte a la niña entre mis brazos quien por inercia se aferró a mi cuello, para comenzar a correr salte a un muro evitando a los zombi que saltaron y tuve que brincar a un tejado evitando el ataque de la bestia que derribo el muro como si fuera papel maché... Corrí largo rato entre el laberinto que era una urbanización, mientras esa cosa derribaba casa tras casa intentado atraparme, hasta que divisaron a un grupo más grande de personas y dejaron de seguirnos. . . un objetivo mejor para ellos de seguro... solté a la pequeña de mis brazos habíamos quedado en lo alto de un tejado de una casa... ningún zombi nos atacaría solos las bestias llegaban a los techos y por ahora creo que no había ninguna por estos lados... me quede un momento sentado intentado llenar mis pulmones con el necesitado aire perdido por la carrera continua. Para luego mirar a la niña que no pasaba de unos siete años... tal vez nueve como máximo.

SobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora