Desesperación

50 8 0
                                    

Capítulo 9

Marzo 5

Habían pasado ya varios días desde que deje a Akaito con su grupo, era de lo más extraño, pues mi mente no dejaba de pensar en aquellos ojos mares, se veía que se preocupaba por los demás y su importancia por salir de este infierno, suspire...realmente que quiero dejar de pensar en eso.

-Eliges mal momento para estropearte cerebro –proferí mientras seguía mi camino a lo que de repente escuche un grito que le alerto ¿qué? Mire hacia. . . eso. . . un zombi gordo enorme, con sus tripas saliéndose del estómago corriendo hacia mí, saque mi sable para partirlo a la mitad cuando ya lo tenía cerca de repente exploto, quede horrorizado, por la salpicaduras de aquel líquido viscoso y negreo, quería vomitar pero no tenía absolutamente nada en el estómago –Rayos –Me quite los gusanos que estaba en mi cuerpo, demonios que era repugnante –

Tome un pañuelo para limpiarme la cara y luego las manos intentado no vomitar, estaba completamente asqueado, ¿Cómo pueden explotar así? Era la primera vez que pasaba, ¿es acaso que la saña de ese ser no tiene límites? Como para hacerlos explotar de semejante manera, o es que sus cuerpos estaban tan putrefactos que explotaban, seguí mi camino para escuchar un motón de gritos más al mirar eran zombis que corrían hacia mí, sus cuerpos completamente descompuestos, pieles tendiéndose mostrando en su mayoría el cráneo, donde quedaban partes de cerebro y gusanos devorándoselos, parte de los huesos, tendones, tejidos, pulmones y tripas saliendo.

-Mierda –Musite, el olor era demasiado fétido, casi insoportable viniendo de ellos –

Saque nuevamente mi sable para comenzar a despedazarlos aquel liquido negro corría y algunos explotaban el cielo se tiño de ese color negrizco como si fuera una lluvia, me estaba bañado en eso... era realmente asqueroso, aquel liquido negro quedo en el pavimento burbujeante, me tape la boca intentado contener mis jugos digestivos pero era realmente difícil, de repente se escuchó el sonido de un cuervo para verlos también, sin parte de su piel.

-¿Qué rayos? –Proferí los esquive para sacar mi arma y dispararles al hacerlo estos caían al suelo y explotaba –

Estaba horrorizado, la calle había quedado de ese color negrizco, solté un ligero gruñido de seguro ese demonio en cuerpo de hombre estaba intentado completar la formula y por eso había nuevos zombis.

-Son unos desgraciado –proferí, comencé a caminar hasta entrar a una casa, caminaba con sigilo pero no había nada, atravesé muebles en la puerta, en las ventanas y entre a lo que era un baño, por suerte aun había agua corriendo, necesitaba limpiarme, estaba aborrecido de ese fétido aroma, al observar el suelo caía constante ese líquido negro, mire el champú puesto que no se llevaría eso para sobrevivir, me lave todo el cuerpo intentado quitarme ese asqueroso aroma del cuerpo y hasta no haberlo hecho no salí de allí –

Al salir observe mi ropa, tenía aquel horrible aroma, camine hacia lo que parecía serla habitación principal, mire en el armario, la casa de un hombre soltero por lo que veo, observe las chaquetas, la camisa y los pantalones, me quedaba un tanto ajustado, pero me quedaba que era lo importante, revise la cocina, escuchando el gruñido de mi estómago, lo primero que encontré era unos enlatados y los comí aunque eran melocotones, a hace tiempo que no me como unas buenas berenjenas. . . pero bueno al hambre lo que venga.

Recogí comida, entraba a las casas encontrando uno que otro zombi pero rápidamente me deshacía de ellos, para seguir buscando comida y tener mi bolso abastecido, así seguir mi camino, agua, comida y listo seguí encaminándome hacia el puerto que aún estaba demasiado lejos.

Marzo 10

Seguía mi camino, era extraño desde hace un tiempo no me topaba con los mutantes, si no con esos zombis explosivos, lo bueno había aprendido a qué momento apartarme de ellos ya que tardaban aproximadamente un minuto en explotar lo que me daba el suficiente tiempo para ponerme a cubierto sin necesidad de llenarme de gusanos, sesos o tripas y de ese fétido aroma.

SobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora