La Tumba

555 8 2
                                    

Al Levantar los ojos, alcance a ver que ya entraban a clase. Cerrando el auto, corri al tercer piso, donde se efectuaria el examen de quimica. Llegué a tiempo para que me permitieran la entrada. Me sente junto a Dora. Desde la ultima reunion del Circulo Literario Moderno -dos semanas ya- no la habia visto. Sus ojos destallaban ira al susurrar:

-!Que gusto, chulito, dichosos los ojos!

Le sonrei con exagerada simpatia.

-?Que tal estudiaste?

Enfurecida, tomo la prueba que le ofrecia el quimico. 

Contra lo imaginado, la prueba estuvo en extremo facil. Termine en quince minutos, y antes de salir le dije:

-Acaba rapido, estare en a La Linterna.

Baje las escaleras encendiendo un cigarro. David me dio alcance y juntos nos encaminamos a la neveria mas cercana. David era un compañero del grupo, ex novio de Dora y miembro del Circulo.

En la linterna no habia casi nadie. Un par de compañeros que no entraron a examen y una mesera despeinada, que tras servirnos unas cocacolas, siguio trapeando y maldiciendo su suerte. Despues de comentar el examen, David dijo:

-?Que dice Dora?

-No lo se. Desde la ultima reunion del CLM no la he visto; al rato vendra.

-!De todo mundo esperaba ser hermano de saliva, menos tuyo!

-?Hermano de saliva?

-Si, lo somos. ?No ves que hemos besado a la misma chamaca?

No sabiendo como reaccionar ante esa infamia de chiste, decidi reir. Ja, ja. Al creerse muy ingenioso, siguio canturreando sus gracias. Por fortuna, Vicky, Martin y Rosaura entraron para sentarse con nosotros. Solo faltaba Dora para que estuvieran todos los circuloliterariosmodernistas que estudiaban en la Secundaria 18 Brumario, francesa, y por supuesto y para colomo, particular.

Dora llego repartiendo besitos (incluyendome, !oh, sorpresa!). Me tomo de la mano para jalarme a otra mesa, lo que acarreo material para las bromas de la jauria.

_?Que pasa, querida?

-Vinimos a hablar en serio, no a discutir sobre el Ritter Nerestan.

-Okay, pasame la onda.

-?Donde te has metido? Ni siquiera me has telefoneado.

-No me ha dado la gana, idolotrada Dora Castillo.

-Mira, Gabriel, no te pongas en ese plan estupido y pesado, ?eh?

-Sea. Ahora dime todo el revuelo, no creo que solo quieras regañarme.

-Las pescas al vuelo, ?eh? Mira, la chose es simple, seguramente voy a reprobar.

-?Y que? No sera la primera vez.

-Cierto, mas ahora hay algo serio: si repruebo, mi padre me mandara con mi tia, a Austria.

-Pues no veo lo serio.

-No te pongas en ese plan; yo no me quiero largar de los Mexicos.

-Si yo fuera tu, iria. Es una inmejorable oportunidad para aprender deutsch.

-No seas payaso Gabriel, ?Que hago?

-No se. Arreglatelas para aprobar.

-Mira, lo de la reprobatum es ya sentencia: el cochino Colbert dijo que me aprobaria si aceptaba ir a la cama con el -fingio ruborizarse.

-Ja, ja, no digas que nuestro impotente director pretende pasar por maniatico sexual.

-Casi. No hay alternativa, ?ves?

-Y ?que has decidido?

-No se... !Yo no me acuesto con ese imbecil de los mil diablos, no soy profesional!

-Entonces, solo te queda Autria, Viena es bonita.

-No juegues, Gabrielo.

-No es juego. ?Porque no se lo dices a tu padre?

-?Estas loco? El Colbert es capaz de contarle bastantes chismes al anciano y hasta tu saldrias perjudicado. No funciona, ?verdad?

-Entonces, repito, queda la hermosa ciudad de los valses, ?eh? !El Danubio!, tra la la la la...

-Aayudame, Gabriel, no seas asi.

-Y que quieres que haga?

-No se, debe haber alguna salida.

-La hay, en efecto, y es aquella, por la cual saldre, pues tengo un asunto pendiente.

-Te, ?te vas ya?

-Si, preciosa, no olvides mandarme una postal y un vals del muchacho Strauss.

Sali, con unas inmensas ganas de reir a carcajadas. Hasta entonces se habia presentado la oportunidad de vengarme de la Castillo. Realmente, el incidente fue graciosisisimo. Recordaba mi cuento chejoviano, su opinion sobre mi.

(-Es un chico muy naif),

recorrde tambien el espejo roto, mi mano con su cicatriz -resultado de aquel golpe-, la noche en mi carro y todo. Eso era suficiente, seguro que Dora acabaria en Viena, pues como habia dicho, no era profesional. Orgullo tenia, era estupido ponerlo en duda.

Cuando arrancaba el coche, Dora salio de La Linterna, llorando. Volvi a reir para mis adentros.

-?Que- dije-, piensas acompañarme?

No hubo respuesta y siguio derramando lagrimas. Como no tenia donde ir, decidi molestar a mi licenciado padre. Al bajar dije:

-No veo porque llorar, meine gelibte, Austria es sehr schon; te amoldaras al lemita de las tres K: Kirsche, Kinder, Kuche. Auf wiedersehen!

Siguio llorando. Yo estuve dando lata a mi padre hasta el medio dia, y cuando regrese al coche, Dora ya no estaba.



Una inmensa satisfaccion me invadio al saber que la Dora habia abordado un confortable jet, via Nueva Yorl, Luego Paris, con conexion a Vienaa.

Tras de releer mi ultimo cuento, decidi escribir una novela.



La TumbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora