El furioso viento se escurría entre las copas de los árboles haciendo que las sombras de estos se vean aún más tenebrosas, una de esas bravas brisas azoto mi ventana con fuerza provocando que se abriera. Me acerque a cerrarla pero algo llamo mi atención en la casa de enfrente, cuya ventana de la habitación principal daba con la mía.
Allí, con la ventana abierta de par en par, había un chico. Un adolescente, más o menos de mi edad, tenía el cabello corto, peinado perfectamente hacia arriba y negro haciendo juego con sus ojos color café oscuro... esos ojos que estaban clavados precisamente en los míos. Tenía una mirada tan penetrante y me miraba tan fijamente que me hizo sentir escalofríos. Llevaba puesta una campera negra de cuero y no llegue a ver sus pantalones. Tras notar que ninguna sonrisa o alguna mueca parecida se asomó por sus labios sí, no todo lo contrario, al parecer miraba con odio, corrí la cortina.
Aquel hogar solía pertenecer a un amable anciano llamado Hugo Thompson, debido a su edad había muerto hacia unos años atrás. La casa había quedado abandonada desde entonces, su mal estado llamaba tanto la atención que mi madre solía decirle a mi hermano menor, David, que si no se acababa toda la comida lo dejaría en la casa embrujada, refiriéndose a la de nuestro antiguo vecino.
Las noches de invierno son duras, más cuando la lluvia cae de madrugada. Di mil vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Un escalofriante ruido en la ventana me sobresalto. Fue como si alguien hubiese rasguñado el vidrio. Me convencí a mí misma de que la rama de un árbol había causado aquello pero en cuanto iba a acostarme de nuevo, volví a escuchar el mismo ruido. Algo frustrada, me levante y camine a la ventana, corriendo la cortina de esta me volví a encontrar con él.
Sin importarle la lluvia en absoluto, estaba sentado en su ventana con la espalda apoyada en el marco de esta. Ahora si distinguía sus rojos pantalones. Y otra vez, sus ojos puestos en los míos. Sonrió de costado, pero no fue una sonrisa agradable, sino más bien terrorífica.
Solté la cortina dejando que volviera a tapar la ventana. ¿Quién era ese extraño?
Por el mañana todo mejoro, si bien aún hacía frío, el sol brillaba en el cielo iluminando la casa. Baje a desayunar y me lleve una sorpresa...
-¡Buenos días hija!
-Buenos días-Dije aun adormilada.
-Te presento a Abel, nuestra nueva vecina. Abel ella es mi hija, Elena- Me presento mi madre.
La mujer que estaba parada en frente de mi madre, charlando con esta, me saludo amablemente.
-El gusto es mío - Devolví el gesto.
-El desayuno está servido en la cocina- Anuncio mi madre y yo me adentre en esta para comer algo.
Allí me encontré con David, por como revolvía su cereal deduje que estaba nervioso.
-¿Qué pasa? - Interrogue mientras comía.
-Esa mujer me da miedo-Confeso refiriéndose a Abel.
Yo reí.
-No seas tonto, ella y mamá parecen caerse bien. Ahora si comes algo prometo llevarte a dar una vuelta en bicicleta-.
-Es que no tengo hambre-.
-¡No me obligues a mandarte a la casa embrujada! - Intente persuadir.
-De hecho, ahora la casa embrujada está muy bonita-. Lo mire extrañada y me moví un poco en el asiento para espiar la casa por la ventana de la cocina.
Mi hermano tenía razón, estaba bien arreglada ahora, bueno no era para menos, se encontraba habitada.
Volviendo a la excusa de la bicicleta, logre que David comiera al menos dos bocados.
Al mediodía, cuando el sol pegaba más fuerte y el frío disminuía unos grados, me encamine al porche con mi hermano y sacamos su bici para que anduviera.
-Anda de esquina a esquina, y ten cuidado-.
Advertí antes de dejar que empiece a pedalear.
Me aburrí mirando como pasaba frente a mí a cada rato, pero debía quedarme ahí porque mama no lo deja andar solo.
Dejando mi vista en un punto fijo, me perdí en mis pensamientos. Estaba tan ensimismada que solo al pasar diez minutos me di cuenta que mi hermano aun no volvía de la esquina izquierda. Comenzando a preocuparme, camine algo apurada hasta allí, y no estaba. Luego camine hasta la otra esquina y tampoco se encontraba allí. Cuando el sentimiento de angustia empezó a latir en mi pecho, veo que la puerta de la casa de Abel se abre y sale de ahí. Me acerque a toda prisa y me agache para quedar a su altura.
-¡David! ¿Dónde se supone que estabas? ¡Me dejaste muy preocupada!... ¿De dónde sacaste eso? - Interrogue en cuanto vi que llevaba un helado de limón en su mano derecha.
-El me lo dio-. Señalo inocente a la "casa embrujada". En la puerta de esta, se encontraba el raro chico de anoche.
La angustia fue reemplazada rápidamente por furia cuando vi en sus labios una sonrisa burlona, parecía estar disfrutando de mi preocupación. Esos intimidantes ojos parecían que estaban haciéndome una radiografía.
-Vamos a casa David-. Anuncie levantándome y llevando a mi hermano por los hombros.
-¡Adiós Zayn! - Se despidió este de aquel odioso chico raro, Zayn.
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Mi Vecino Es Un Vampiro
FanfictionDe tres cosas estaba absolutamente segura. Primera, Zayn era un vampiro. La segunda, había una parte de él y no sabía si era la parte dominante, sedienta por mi sangre. Y la tercera, que estaba incondicionalmente e irrevocablemente enamorada de él.