Yo sé que tienen curiosidad de saber quienes son los responsables de la educación de estos niños.
Lo siguiente que pasa es que todos entramos en el auto de Bruno.
-¡La hora!-grita Bruno-¿Qué hora es?
Bruno ha entrado en su auto y está sentado en el asiento del conductor. Tami, Cristina y Marco pelean momentáneamente por quien se sienta en el asiento del copiloto. Gana Marco (Puso sus manos sobre sus rostros y las empujó hacia atrás). El resto tratamos de acomodarnos en el asiento de atrás.
Cristina empuja a Tomás dentro, él cae acostado boca abajo en el asiento. No tiene tiempo de levantarse, porque Tami (quien no lo vio) se le sienta encima.
-¡Llegan en cuarenta minutos!-responde Marco.
Oh, mis papitos.
No le damos tiempo ni a Tami, ni a Tomás de acomodarse. Cristina y yo entramos en en el auto, empujando a ambos. Cris cierra la puerta y Bruno arranca el auto.
Entonces empieza el caos en el asiento trasero. Tomás grita que sus pobres huesos. Mientras trata de levantarse, nos empuja con su cuerpo hacia arriba. A mi me toca la peor parte porque me senté en sus pies y ahora está literalmente pateándome el trasero.
-¡Deja de moverte!-Ordeno.
Los movimientos de los brazos de Tomás molestan a mis hermanas, ellas se levantan momentáneamente de sus asientos.
-¡No respiro!-Se vuelve a quejar.-¡Quítense de mi!
-¿Qué pasa allá atrás?-Pregunta Bruno sin quitar sus ojos del camino.
-¡Están aplastan...
-¡Yo digo lo que pasa!-Interrumpe Marco a Tomás-¡Ganamos la guerra!
Recibe como respuesta gritos eufóricos de parte de todos, menos Tomás, quien se sigue quejando.
Bruno empieza a cantar We are the champions, lo seguimos, pero solo nos sabemos el coro.
Llegamos a la garita del lugar y nos detenemos. Aprovechamos para acomodarnos.
-No sé.-Dice Bruno, poniéndo el auto en marcha.-Ustedes me lavan el auto.
Hay barro por todas partes. Y ahora que todos estamos sentados, estamos bien incómodos.
-Tengo barro en el trasero.-Comenta Cristina.
Veo a Marco removiéndo su trasero contra su asiento.
-Yo también.-dice
Tami, Tomás y yo hacemos lo mismo.
-¡Dejen de hacer eso!-Grita Bruno-¡Manchan más los asientos!
Paramos de hacerlo. Pero la sensación es asquerosa.
-¿Falta mucho?-pregunto.
-Unos quince minutos.
Pasamos los siguientes quince minutos en absoluta incomodidad, pero eufóricos.
Apenas Bruno detiene el auto, abren las puertas y nos empujamos a la calle.
Cristina cae al suelo. Tami la ignora y pasa sobre ella. Yo me detengo para que ella pueda ponerse de pie.
Como ya he dicho antes, mi casa tiene solo dos baños: el nuestro del pasillo, y el del cuarto de mis padres.
Tami es la primera en llegar al baño del pasillo. Marco y yo, paramos a tomar aire. Nos miramos por una fracción de segundo y corremos en carrera al baño de nuestros padres.
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La guía del buen vecino
Humor1era Parte: La semana de bromas-Martina No, no es una de esas historias en las que un chico llega al vecindario y lo odio al principio porque es un idiota pero luego me enamoro de él, para empezar todas las chicas que se enamoran de idiotas son unas...