Capítulo veinte

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Dylan no podía dejar de pensar en lo que había pasado horas atrás esa misma noche.

Se encontraba recostado boca arriba en su cama con los brazos cruzados tras su cabeza mientras miraba algún punto del techo completamente perdido en sus pensamientos.

La oscuridad lo acogía, la única luz que había en aquella habitación era la que se colaba a través de la ventana y aún así no era lo suficientemente fuerte como para que alguien pudiera notar que Dylan se encontraba sonriendo sin darse cuenta.

Soltó un suspiro.

Tate no había salido de su cabeza desde que viajaron para ver a shelley, así que había pensado en esa cita como un escape para cerciorarse de que eran muy diferentes, que ella era aquella chica que siempre lo miraba a través del pasillo como la peor basura del mundo y que eso jamás cambiaría, pero esa noche descubrió que se equivocaba. Y algo dentro de él había estado esperando que eso sucediera.

Había estado pensando en cómo sería aquella cita, por su cabeza pasaron mil y un maneras diferentes de que terminara en una pelea o con él siendo humillado con comida sobre su cabeza. Pero no, Tate estuvo tensa al principio pero Dylan intentó con todo su ser crear un ambiente cómodo y de confianza soltando estúpidas bromas las cuales, por alguna extraña razón, Tate encontró divertidas, entonces todo prosiguió mejor de lo que esperaba.

Y al final de la cita se besaron de una manera diferente como lo habían hecho anteriormente.

Ahora sí que se había asegurado que Tate le gustaba.

No enamorado, no morir por ella ni mucho menos sentir que sin Tate no podía vivir.

Simplemente gustar.

Pero como continuara así, estaba seguro de que en poco tiempo no podría evitar sentir aquello. A Dylan nunca le habían roto el corazón, tampoco había tenido una relación seria por más de un mes, pero con Tate todo se sentía diferente. Tampoco tenía miedo de enamorarse, sabía que el sentimiento de miedo era tonto con un sentimiento tan maravilloso. Tate era maravillosa.

Tenía la certeza de que ella jamás le haría daño.

Rodó sobre su cama quedando de costado mirando hacia su mesa de noche, la hora marcaba "02:48 A.M.", resopló y volvió a girar mirando hacia el techo, parecía que esa noche no podría dormir, entonces una idea cruzó por su cabeza.

Antes de siquiera procesarlo, su celular ya estaba contra su oreja y el sonido de llamada se hizo presente mientras marcaba el número de aquella chica que no podía sacarse de la cabeza.

- ¿Dylan?- Contestó Tate con el ceño fruncido, era extraño que alguien -Y más si era Dylan- le llamara casi a las tres de la mañana.

- Hola, Tatum.

- Hola- Esperó unos segundos pero Dylan no dijo nada más- ¿Necesitas algo? Es tarde.

Carraspeó- Sí, claro, lo siento... ¿Te desperté?

Cerró los ojos fuertemente ante la pregunta, era demasiado tarde, claro que la había despertado.

- No realmente.

Sonrió, tal vez había estado pensando tanto como él.

- Entonces... ¿Qué hacías?

Pensar en mí.

Pensar en mí.

Pensar en mí.

Escuchó un suspiro a través de la línea- Pensar.

¡Sí!, Dylan sintió algo en el pecho.

- ¿Pensar en qué exactamente?

- ¿Es necesario un interrogatorio justo hora?

The player {Dylan O'Brien}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora