Capítulo 8

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Narra Lauren


Después de haber terminado con Alice y dejarla dormida, me dirigí de vuelta a mi oficina. Ajá, aunque nadie pudiera creerlo, aquella en verdad era una oficina, un lugar donde podía controlar todos mis negocios.

­­−Jefa, ¿me estaba buscando? –preguntó, Nataly

−No hay necesidad de llamarme así. –aseguré amistosamente− cómo está ella?

−La nueva? –asentí− Bien. Está un poco asustada, pero todo bajo control

−Correcto... −me relajé en el sillón− necesito que la investigues

−Investigar...? –inquirió insegura.

−Sí, lo que hoy pasó no puede quedar de esa manera. –sentencié

−De acuerdo, algo más que quieras, Lauren? –meneé la cabeza en negativa

−Solo eso.

Nataly salió de la oficina dejándome con cierta sensación de seguridad. Aquel episodio de la mañana daba vueltas y vueltas en mi cabeza, tal vez por el hecho de que no estaba acostumbrada a que me rechacen... o por haber obligado a alguien estar conmigo. Suspiré, necesitaba acallar aquel demonio mío

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Los días pasaron rápidamente, entre el trabajo y mis compañeras de cuarto, poco me había fijado en aquel expediente que se encontraba en el cajón de mi escritorio. Lo había leído un poco, con esa lectura me enteré que Camila, o mejor dicho Karla Camila Cabello Estrabao estaba acusada de homicidio, a nada más ni nada menos que su esposo. Aunque ese hecho lo descarte con rapidez, un historial impecable, una profesional, que más... ah sí, extrañamente, ningún familiar había venido a visitarla, excepto una amiga, pero más que eso nada.

Extrañamente, esa obsesión que me había estado carcomiendo, desapareció paulatinamente con el correr de los días, pero aun así, sentía esa molestosa sensación de estar incompleta, lo cual me llevo a realizar mi plan anterior. Parecería hasta exagerado o absurdo el hecho de desprenderme de mi mano derecha, solo para saciar mi sentimiento de insatisfacción personal, pero sin detenerme, solo deje que la idea se volviera acción.

La joven mujer de pelo castaño hizo presencia dentro de mi oficina, ésta sonrió al mirarla. Hoy era el gran día, sí señor.

−Hola –salude

−Hola –suspiró− entonces a lo que vinimos...

−Así es –respondí y suspire al igual que ella−, no es algo que no lo puedas manejar, y si ese es el caso, házmelo saber, no me importaría darle el encargo a alguien más competente.

−Definitivamente no hace falta eso –tomo asiento− solo me parece algo innecesario todo lo que estás haciendo por el rechazo de una mujer. –sostuvo, sin intensión de desafiar.

−Podría ser... pero como tengo los medios para hacerlo, lo haré. –me recosté en mi asiento, ella me miró seria. Había dado en el blanco.

−Tienes razón. –suspiró de vuelta− Entonces qué debo hacer aparte de hacer mi papel de rea?

−Nada difícil, solo quiero que averigües algunas cosas, cosas más personales, no sé... que cosas le gusta, algunos secretos, cualquier cosa que me ayude para hacerla caer ante mí. Por lo mucho serían como dos o tres semanas, después de eso entró yo al juego. Entiendes?

−Por supuesto. Solo dime donde tendré que establecerme y déjame lo demás. –aseguró.

−Okay, déjame ver... −mire algunos papeles− vas a estar en la misma sección que Camila, en la celda número tres. Esta celda va a tener ciertos accesorios que los otros no, así que no te preocupes, no vas a estar en una mugrosa fosa.

Leyes del Amor (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora