Capítulo 1

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Me levanto de la cama escuchando la misma canción que escuché ayer. Y antes de ayer. Y el otro. La misma canción que escucho incesablemente desde que mamá se fue. Era la canción que los dos estábamos escuchando cuando murió, ella en el coche, y yo en casa, la número diez del disco. A parte de los recuerdos que me quedan, es lo único a lo que me puedo aferrar. Nuestra canción.

Dejo que la melodía suene mientras me visto con el uniforme, como cada mañana, y bajo a desayunar. Papá aun no se ha despertado, así que empiezo a preparar la comida; unos simples cereales para mí y unas tostadas para el hombre que acaba de entrar en la cocina.

-Buenos días papá. ¿Cómo has dormido?

-Bien, pero aún tengo sueño...

-Normal, a qué hora te fuiste a dormir ayer?

-No muy tarde... A las tres de la madrugada, más o menos...

-Ahora entiendo esas ojeras. Papá vete a la cama un rato más. Son la siete de la mañana y no tienes que irte hasta las diez.

Para aclarar un poco, mi padre es escritor y a veces le dan ataques de inspiración que lo tienen escribiendo durante horas, privándole de las que le tocan de sueño. Actualmente está escribiendo su tercer libro y tras pasar unos meses sin idea de lo que escribir, ayer cogió el ordenador, se encerró en su habitación y se puso con su libro. Lo sé porque desde mi habitación se oían sus dedos chocar contra las teclas del aparato y el masticar de su boca contra las patatas fritas de bolsa que sólo come en esas horas de máxima inspiración.

-Sí hijo, tienes razón. Me como las tostadas y me voy a la cama de nuevo.

-Muy bien papá. Yo ya me marcho al instituto o llegaré tarde. Además, hoy tenemos un nuevo profesor de música y no quiero caerle mal.

Le doy un beso, cojo mi mochila y me dirijo hacia la puerta. Una vez fuera, saco mi móvil del bolsillo, los auriculares y pongo la canción de mamá para que me acompañe hasta el instituto.

En la entrada me encuentro con Nana, mi mejor amiga, una chica de larga y oscura cabellera, que más que cara, tiene ojos. Unos intensos y abismales ojos negros, que me miran con un aire ansioso y deseoso. Seguramente tiene algo que contarme.

Me coge del brazo, como siempre hace y yo le doy un beso en la frente. Gracias a eso, hemos conseguido muchas burlas y rumores, pero a mí me dan igual, ella es mi mejor amiga, más bien mi hermana y la quiero mucho. Ha estado siempre a mi lado, es la única que conoce mi historia, mis sentimientos, mis miedos, la única que me ha visto llorar desconsoladamente, a parte de mi padre, y la única que, a pesar de todo, ha permanecido a mi lado, apoyándome y consolándome.

Nos dirigimos hacia el aula de música y nos sentamos de lado. Parece muy emocionada, así que le pregunto en qué está pensando.

-¿Que en qué estoy pensando? ¡Pues en el profesor de música! ¡Todas las chicas hablan de él! Por lo que se ve, es muy atractivo, ¡y muy joven! Dicen que tiene unos ojos verdes que marean y una cabellera negra muy sedosa. ¡Tengo muchas ganas de conocerlo!

Me dispongo a responder, pero en ese momento entra Layla, mi novia, llorando como una loca y gritando mi nombre entre sollozos. Todo esto me coge por sorpresa y no tengo tiempo a reaccionar, que ya la tengo sentada encima de mí, abrazándome con fuerza y empapándome con sus lágrimas.

Todo esto me supera. En realidad no soporto a Layla. Es solo una niña de papá consentida que se preocupa más por su pintalabios y su ropa que por los demás u otras cosas más importantes. Sólo empezamos a salir por la presión de nuestros amigos.

Ya es suficiente, hablaré con ella, tengo que terminar con esto. Pero no tengo tiempo de pensar en nada más ya que de repente, un hombre entra en el aula.

-Muy bien clase, soy Marcos Baena, su nuevo profesor de música.

Se quita la chaqueta y se sienta en la mesa del escritorio, esperando a que los alumnos se posicionen en sus mesas.

Me quedo embobado mirándolo, no puedo evitarlo. Este hombre de pálida tez y cabello negro como el carbón, posee, como me ha contado Nana, unos preciosos ojos verdes, aunque, rodeados de un aura triste y pesada. Parece un hombre sin alma, sin espíritu. No lo conozco de nada pero me duele verlo así. Más que nada, porque es la misma expresión de mi padre, causada por un enorme sufrimiento. Quiero ayudarlo, ver sus bonitos labios sonreír juntamente con sus ojos, esos hermosos ojos que me han cautivado.

¿Mierda, pero qué estoy diciendo? Dani, tío, conecta.

Noto en mi cabeza un golpe suave. Es Nana, la clase ha empezado.

-Buenas chicos, como os he dicho antes, yo seré el profesor de música todo lo que queda de curso. Que os parece si os vais presentando y así os conozco un poco? A ver, sería perfecto si me dijerais vuestro nombre, edad, afición y por último, vuestra canción favorita. Si lo preferís, puedo empezar yo.

Todos los alumnos asienten con la cabeza y Marcos baja de la mesa y empieza a hablar.

-Soy Marcos, tengo veintisiete años, me gusta tocar el violín y esta es mi canción favorita.

Se dirige al ordenador y pulsa el teclado. Por los altavoces de la clase empieza a sonar una melodía. La canción inunda mis oídos. Me quedo parado, mi mente se bloquea. No puedo hacer nada más que escuchar, como hago cada día, esas notas, esos acordes. Mamá. ¿Cómo puede ser? ¡Es la canción de mama! ¡Nuestra canción! ¡No puede ser su favorita! Me empieza a faltar el aire. ¿Qué me está pasando? Siempre escucho esa canción y hace mucho tiempo que deje de tener esta reacción... ¿A lo mejor me siento así por saber que esa melodía también significa algo para alguien más? ¿Pero, eso es normal, no? Esa canción la debe conocer mucha gente... ¿!Entonces?!

Algo oprime mi pecho, siento que mi corazón va a explotar, mis parpados luchan por mantenerse abiertos, quiero gritar, pero no puedo... No tengo fuerzas. Oigo a Nana gritar mi nombre, una mano en mi espalda, otra en la parte trasera de mis rodillas. Alguien me está levantando. Y de repente, oscuridad.

...

-Dani, cariño, tenemos que hablar.

-Papá, ¿por qué estas llorando?

-Hijo, esto es serio. Primero tienes que saber que te quiero mucho, y quiero mucho a mam...

Se le quiebra la voz y llora apretando los puños y los dientes.

-...quería mucho a mamá.

-Como que ¿"quería"? Papá, ¿dónde está mamá? Ya tendría que haber vuelto hace rato.

-Daniel... Mamá no va a volver.

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El Asesino de MamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora