Capítulo 3

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Llego a casa y no veo a papá, por lo que me dirijo a la cocina y encuentro una nota. "He ido a casa de la abuela a reparar unas cosillas, seguramente llegaré a casa mañana por la tarde. Vigila y haz los deberes." La verdad es que no me apetece nada hacerlos, pero no tengo más remedio si quiero unas calificaciones altas al final del curso. Prefiero hacerlos acompañado, así que llamo a Nana, que por suerte está libre. Minutos después la tengo en la puerta cargada de libros, películas y ¿un saco de dormir? Esta mujer está loca...

-Nana, ¿Qué haces con todo eso? Se supone que solo vamos a hacer los deberes...

-He decidido que me quedo a dormir, además, tienes que contarme muchas cosas y no puedo esperar a mañana.

-¿Y qué pasa con el móvil? ¿Acaso no te sirve para que te lo cuente?

-¡No! Tiene que ser cara a cara. Anda, acabemos los deberes y pongámonos con las novedades. Además... ¡He traído unas pelis muy buenas!

-Genial...

Consigo sonar sarcástico. Como consecuencia, Nana hace un puchero, se ve tan mona así... Me río y viene a pegarme suavemente, aunque la batallita acaba en un abrazo, que correspondo con ganas. Seguidamente nos ponemos con los deberes, que acabamos muy rápido y sin problemas.

Más tarde, en medio de la película, suena una melodía que me indica que me ha llegado un mensaje.

Es de Marcos.

Una pequeña corriente eléctrica recorre mi cuerpo, mis manos empiezan a sudar. Me siento contento y emocionado y no puedo evitar sonreír. No entiendo por qué me pongo así...

Nana lo debe haber visto porque me arrebata el móvil de las manos y abre el mensaje por mí. Pone cara de sorpresa y me mira alzando mucho sus cejas.

-¿Y esa cara? ¿Qué pone?

-Toma, léelo tú.

Nana me pasa el móvil y empiezo a leer el mensaje.

"Hola Dani,

¿Qué te parece mañana a las 10:00h en la plaza central? Podríamos ir a tomar un café, que fuera hace frío...

Espero tu respuesta,

Marcos"

Levanto la cara del móvil y miro directamente a Nana, que me observa con una sonrisita.

-Mira mujer, no empieces a imaginar cosas raras de las tuyas, que nos conocemos.

-No, no, si yo no digo nada...

Y suelta una risita.

-Espera, que le respondo.

-Muy bien, proceda a responder el mensaje de su amado, mi querido Daniel.

Y lo sigue con una reverencia. La fulmino con la mirada para luego soltar un bufido divertido. Bajo mi vista al teclado del móvil y empiezo a escribir.

"¡Hola Marcos!

Me parece bien, allí estaré.

Nos vemos,

Dani."

Cierro el aparato y miro a Nana, que ya tiene algo que decir.

-Bueno, ¿y de qué se supone que tenéis que hablar?

-Pues del incidente en clase...

-Ah, entiendo... Por cierto, ¿no hay nada que me tengas que contar tu a mi?

-Es cierto, Layla.

Intento aguantar la risa, pero inevitablemente se me curvan los labios y empiezo a reír, igual que Nana.

-Es que tía, hizo algo muy raro, ¡me dio miedo y todo!

Le cuento todo lo sucedido y la reacción de Layla al escuchar mis palabras. Cuanto más avanzo, más cara de sorprendida y divertida pone.

-Oye tu, no pongas esta cara que esto es muy serio. Ahora es cuando se presenta con una moto-sierra y le rebana el cuello a todas las chicas que se me acerquen! Yo de ti vigilaría...

-¿A todas las chicas que se te acerquen? Pero si ni las moscas vienen a ti! Yo estoy contigo solo por pena, que te quede claro...

-Vamos, recoge tus cosas, te vas a dormir al jardín.

Los dos nos reímos y yo le doy un suave golpe en el hombro, me mira, relaja la cara y suelta un bufido.

-Bueno chico, nos vamos a dormir ya, que mañana tienes que estar fresco para tu cita.

-¡No es una cita!

-Sí, sí, lo que tu digas, ala, buenas noches.

Se levanta para apagar la luz y de camino a su saco, se tropieza con el montón de películas que ha traído y se cae al suelo. Empiezo a reírme algo preocupado, pero al oír que ella también se ríe, me relajo. Se arrastra hasta su cama y se mete en el saco.

-¡Buenas noches!

-Buenas noches, Nana.

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El Asesino de MamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora