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-Vas a tener que recargar la nevera, mi querido Daniel...
De repente me llega un mensaje.
Es Hugo.
"Nana, quiero verte ahora, en mi casa. Ven YA. Ni se te ocurra tardar."
Como no tengo tiempo de ir a casa y mi ropa está sucia, subo a la habitación de mi amigo para vestirme con algunas de sus prendas. Cojo un pantalón y una sudadera de su armario y me visto como un rayo. Le escribo una nota a Dani diciendo que me tengo que ir y salgo de su casa.
Tras cerrar la puerta de la entrada, el frío me golpea la cara y llena los recovecos que se hacen con la holgada ropa de mi amigo. Respiro profundamente y empiezo a andar hacia la casa de mi novio.
Por el camino voy cuestionándome el por qué de su prisa i una sonrisa se forma en mi rostro al pensar que quiere verme con tanta ansia. Yo también tengo ganas de verlo, así que acelero el paso dando unos saltitos.
Al llegar a su entrada, levanto la alfombrilla y cojo la llave, abro la puerta y entro. Llego al comedor y me lo encuentro durmiendo, rodeado de papeles llenos de información.
Hugo es ocho años mayor que yo, dueño y heredero de la empresa de su familia. Trabaja muy duro cada hora de cada día, es normal que esté tan cansado.
-Hugo, cariño, levanta...
Acaricio su cara y abre los ojos. Al darse cuenta de quién soy, sonríe, aunque esa sonrisa se vuelve cada vez más lasciva. Se levanta de golpe y me acorrala bruscamente contra la pared. Empieza a besarme ferozmente hasta que se percata de algo.
Y para en seco.
-Nana, hueles a tío. ¿Por que llevas ropa de hombre? ¿De quién es? ¿¡Dónde has estado?!
Es normal que esté tan nervioso, su trabajo lo trae loco.
-Es de Dani, cariño.
-¿Y quién coño es Dani? ¿¡Por qué llevas su ropa?!
También es normal que olvide pequeños detalles como esos... Tiene demasiadas cosas en la cabeza.
-Dani, mi amigo. Fui a hacer deberes a su casa y he pasado la noche allí.
-¿Qué has pasado la noche en casa de otro? ¿¡Pero qué-?!
Su mano, abierta y tensa, se dirige con fuerza hacia mi cara. Me pega, como es normal.
Es mi culpa, debería haber pasado por casa a cambiarme. En que estaría pensando...
-No quiero que estés con otros hombres. ¿¡Me entiendes?!
Me vuelve a pegar, esta vez en el labio. El sabor de la sangre se esparce por mi boca. Tengo el labio partido, pero se lo perdono, lo amo demasiado, tanto, que le perdono cualquier cosa.
-Soy solo tuya, mi amor. Te amo solo a ti.
Me quito la sangre con la manga de la sudadera de Daniel y dejo que me bese, esta vez suavemente. Cuando nos separamos, suena su móvil y pone mala cara. Lo descuelga y se va al patio a hablar. Camina de un lado a otro del pequeño jardín, visible gracias al amplio ventanal situado en la pared verde del comedor. Su esbelta figura, recortada por la luz de un sol mañanero, se mueve con gestos inquietos mientras yo, des del otro lado del cristal, sigo con la mirada lo que para mí son los movimientos más hermosos del mundo. Lentamente estos cesan, junto con la llamada. Hugo entra de nuevo en el interior de la estancia y me mira molesto.
-Vete, tengo trabajo.
Se gira y se dirige de nuevo al sofá. Miro como se pone delicadamente las gafas, y como estas se aguantan en el puente recto que describe su nariz, cubriendo con una capa de cristal unos hermosos ojos azules. Se rasca la parte trasera de la cabeza, adornada por un corto pelo rubio y desliza la mano por su largo cuello hasta dejarla caer en su pierna. Coge un folio y empieza a leerlo, concentrado. Muerde sin fuerza su delicado labio inferior, muy propio de él cuando se concentra, y levanta la mirada hacia mí. Frunce el ceño.
-¿Aun no te has ido?
Salgo de mi trance. Me embelesa, todo él. Estoy enamorada hasta los huesos de este hombre y sé que él también me quiere, aunque su trabajo haga siempre que esté tan tenso.
-Lo siento, ahora me marcho, adiós cariño.
Le doy un beso en la mejilla y salgo de su casa.
Me dirijo directamente a la mía. Al llegar, subo al baño para curar las heridas de mi rostro. Una vez he terminado, salgo del baño y voy a mi habitación, para poder cambiarme de ropa y lavar la de Dani. Sin darme cuenta, mi madre entra en mi cuarto y se alarma al verme.
-¿¡Qué ha pasado Nana?!
-Nada importante, mamá, solo me he caído.
-Ay, esta hija mía... Ten más cuidado contigo misma, cariño... Y ahora arregla este desastre de habitación antes de que llegue tu padre. ¡Pero desinféctate eso de la cara antes!
Me dedica una sonrisa y se marcha. Cuando cierra la puerta, enciendo el altavoz y pongo la música al máximo.
Aún con sangre por mi rostro, ya casi seca por el tiempo transcurrido, me tumbo en la cama, cierro los ojos, y dejo que que la musica inunde mis oídos, disfrutando de cada nota y relajando cada músculo de mi cuerpo.
De repente, un mensaje hace que la pantalla de mi móvil se encienda.
"¿Por qué te has ido de casa? Con la de cosas que tengo que contarte... Bueno, ¡el lunes será! ¡Vas a disfrutar un buen rato, pequeña demonio!
En fin, cuídese, mi bella y delicada princesa <3 "
-Ese loco...
Me rio, de verdad aprecio mucho a Dani, así que no dejo pasar ni un segundo antes de responderle.
"Tu cocina estaba amenazada, al igual que mi figurín, así que decidí hacer lo mejor para ambos... ¡Aunque me arrepiento totalmente! Entonces, me lo cuentas el lunes, ¡a no ser que las ganas me hayan matado!
Bueno, cuídese, mi duro y macho caballero <3"
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El Asesino de Mamá
RomanceUn impacto. Ese impacto. Aquel momento lo cambió todo. El coche contrario rodando barranco abajo. Sirenas. Policías. Interrogatorios. Acusaciones. Y por fin, calma. Una calma falsa, impregnada de dolor y culpabilidad. Juré que recompensaría a la fam...