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Desperté en mi cama, esa dura cama que me quitó el sueño en algunas noches pasadas. Mi madre se encontraba a mi lado, sentada en la silla dormida con un obvio cansancio en el rostro. En la mesa de noche había una sopa a medio comer, y una taza de café vacía. Jamás me había dolido tanto abrir los ojos, y lo que es peor; no puedo mover ni los dedos. Intento decir algo, pero es en vano, no puedo gesticular palabra alguna. Logro emitir algunos sollozos tan leves que yo misma, no escucho con claridad. El dolor me está matando, muevo un poco mi lado derecho, mi madre siente que me muevo un poco y despierta alterada diciendo algunas palabras que no escucho.

Todo lo escucho muy raro, escucho las palabras cortadas y un sonido infernal que no ha parado desde que desperté. La luz me abruma, a pesar que es la tarde y el sol se ha escondido casi por completo. No lo soporto más, y quedo inconsciente de nuevo.

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-Elizabeth, por favor despierta.- Es mi hermana menor Denisse viéndome con cara triste. -¿Puedes escucharme? -

Abrí los ojos, la luz me molestaba muchísimo. Me dolía todo el cuerpo, pero ya pude mover mis dedos, mis manos y mis pies. Parpadee muchas veces y vi como entraba mi madre a la habitación.

-Ma, Ma, ¿Mamá? - Es lo único que pude decir.

-Denisse, corre a la cocina y tráeme una toalla mojada, ¡rápido!- Mi hermanita corrió y mi madre se acercó rápidamente a mí, tomándome de la mano y con esa expresión que tanto odiaba ver. –Elizabeth, ¿cómo te sientes?-

-Me duelen los ojos, no siento mi cuerpo.- pronuncié con evidente dificultad, mi madre apretó mi mano y le dio un beso a mis nudillos. Me dolía el brazo, lo tenía sobre una tabla que habían amarrado a mi brazo con trapos viejos.

-Me alegro tanto que despertaras.- Mi madre se había echado a llorar sobre mi brazo. –Estuviste inconsciente por más de cuatro días. Estaba muy preocupada, no han parado de tocar la puerta, intentando llevarte a la fábrica.- Se levantó y acarició mi mejilla.- Estaba muy preocupada.- mi hermanita entró a la habitación con lo que mi madre le había pedido.

Mi madre tomó la toalla húmeda y me la colocó en la frente intentando con eso hacer que me dejaran de doler los ojos y la cabeza. Denisse se quedó parada junto a mi madre con una distancia prudente, puso su mano sobre mi tobillo y se me quedó mirando con tristeza. Al ver su rostro hice lo más posible por poder sentarme y sonreír, no quería que supiera que tan mal estaba. Me senté con un dolor horrible y me recosté sobre mis almohadas.

-Denisse- Dije fingiendo mi voz normal y con una sonrisa. -¿Puedes ir a la cocina y prepararme un vaso con leche con chocolate? - De inmediato sonrió al verme sonriendo.

-Claro Eli, ahora te lo traigo. - Y salió corriendo cerrando la puerta tras de sí.

-Hija, por favor vuelve a acostarte. Te dolerá más si estás sentada. -

-Mamá no quiero acostarme, llevo cuatro días inconsciente, necesito despejarme lo mayor posible. - Intento postergar más la amenaza que me habían hecho. -Ya me siento mejor mamá.-

-Eres mi hija, se cuándo mientes, además tu rostro muestra dolor. Y al levantarte hiciste una mueca de dolor también. Por favor recuéstate. Tenemos que hablar de algo. - Estoy intrigada, espero que no sea de lo que pienso. Me recosté de nuevo y ahora no hice nada por evitar hacer caras de dolor. Mi madre sabía ya que me sentía fatal.

-¿Qué pasa mamá?- ya había terminado de acomodarme e intenté ocultar mi cara de nerviosismo.

-Dos días después que te tiraran en la puerta, vino Jack a querer hablar contigo. -Me fue imposible ocultar mi expresión de pánico al escuchar su nombre. Mi madre tomó una bocanada de aire. - yo no pude aguantar las ganas de llorar y de matarlo ahí parado. Pero obviamente no iba a poder hacerlo. Tomé fuerza para aguantar esas ganas, a pesar que ya habían comenzado a correr las lágrimas por mis mejillas. Insistía en verte, a pesar de lo que ya le había explicado.-

Dos Destellos Iguales (Actualizando)Where stories live. Discover now