Mirando A La Luna.

Capítulo 2.

En la última hora de clase no podía parar de mirar la hora en el gran reloj que se situaba encima de la pizarra. Sonaba el Tick-Tack como una perdición. Segundo a segundo. Salgo de mi misma cuando noto que una niña con aparato me miraba fijamente, sonriendo. Era la misma de antes. Le hago una mueca con la cara, pero ella me seguía mirando. Lo aguanté durante unos minutos, pero después exploté.
-¿Qué narices te pasa en la cara, niña?
Por fin dejó de mirarme, pero ahora quien me miraba era el profesor.
Le sonrío con la mirada abajo. Sabiendo lo que tenía que hacer, me levante de mi silla, cogí mis cosas y salí por la puerta.
Antes de cerrarla, se le oyeron unas palabras dirigidas a mi:
-Los treinta minutos que quedan los pasaras con el director, Luna.
Asentí con la sonrisa más falsa que puedas imaginar. No iba a ir al director ni en broma. Yo me iba.
Crucé el pasillo que llevaba a la puerta de salida, pero para mi pesar estaba cerrada. Miro mi móvil y tenía cuatro llamadas perdidas de Amber. Le escribo un mensaje rápidamente:
¿Que es lo que pasa, por qué tantas llamadas?
Miro la hora antes de guardarlo, aún me quedaban veinte minutos. Decidí ir a la biblioteca.
En cuanto entré, avisté un libro que me encantó desde la primera vez que lo leí. Lo cogí instintivamente y sin darle importancia, me senté en el suelo, debajo del hueco que había dejado.
-Me gusta tu manera de leer.
Me di un susto al ver al chico de la mirada perdida. Mas que nada porque pensaba que a esta hora estaría sola. Le asiento con la cabeza y sigo leyendo. Él se apoya en el estante.
-"Quizás la vida sea otra forma de auto-tortura"
Puse los ojos en blanco y le mire con asco.
-¿En serio?,¿Tú también? Estoy deseando saber como lo has escuchado, ¿también eres alguien que ni conozco de mi clase de lengua?
El chico se ríe tiernamente, pero yo sigo con mi mirada de asco.
-No, yo lo escuché en el pasillo.
-Pues muy bien- respondí en un susurro.
Volví a prestar atención a mi libro. Tras un rato, volvió a hablar.
-¿Y vas a escribir algo para la clase de lengua de mañana?
Aunque me molestaba, le respondí con toda la amabilidad que me fue posible, sin mirarle directamente a la cara.
-Sí, lo más seguro.
-Tal vez me cuele a escucharlo.
Cerré el libro y lo dejé de nuevo en sus sitio. Creía que eramos de la misma altura, pero él me sacaba una cabeza.
-Y si tanto te gustan los textos, ¿Por que no te cuelas y lees el tuyo propio? A lo mejor de esa forma dejas de molestarme a mí.
-Sí, ¿Por qué no?- dijo, con una sonrisa pícara - y seguramente vaya dedicado a ti, o seguramente no.
-¡Dios!,¡Dedícasela a quien más te guste, pero déjame en paz!- respondí dándome la vuelta y marchándome. Esperé tres minutos en la puerta de salida hasta que por fin las abrieron.
Pasé toda la tarde sin pensar en él, en absolutamente ningún momento.
Me centré tan solo en estudiar, leer, y escribir.
Mi madre entró en mi habitación variadas veces, pensando que estaba haciendo algo malo.
Y por fin, mi momento preferido del día, en el que la luna ya salía de entre los árboles. Hoy, estaba extraña, como si de repente alguien le hubiese dado la vuelta y estuviésemos viendo su cara oculta.
-¡Mamá!- grité.
Mi madre entró rápidamente.
-¿No ves la luna extraña?
Ella la miró con detenimiento.
-No, hija, no veo nada raro. Esta como siempre.
Salió de mi habitación casi al segundo. Cerré la ventana y me fui a la cama. Justo cuando iba a apagar la luz oí como mi móvil empezó a sonar.
Llamada entrante de Amber.-Leí.
Lo cogí.
-Tía, súper fuerte.
-¿Qué pasa?
-¿Pusiste tú mi dirección a aquella editorial?
Entonces recordé que le había enviado un texto a una editorial y para que mi madre no lo viera, le puse la dirección de Amber.
-Sí, la puse. ¿Es que has recibido algo?
-¡Sí! ¡Dicen que quieren ver que mas tienes y que quieren una historia!
-¿¡EN SERIO!?-grité sin querer y me tape corriendo la boca, esperando que no entrasen mis padres.
-¡Que sí! Oye, hablamos mañana, me tengo que ir, era solo eso. ¡Adiós!
Colgó el teléfono, y yo seguí allí, anonadada.