Capítulo 11. No me arrepiento de nada

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Dy

La barbie y yo caminamos hacia la dirección.

Todo el camino fue muy vergonzoso y a la vez muy cómico. La idiota iba toda encorvada tratando de arreglarse el uniforme y el cabello, porque a un lado, cerca de oreja, había un pequeño hueco donde antes estaba el cabello que hacía unos minutos le había arrancado.

Por mi parte, iba normal, relajada, para mi estar llena de lodo o algo que me avergonzara era normal, ya me había acostumbrado a que estas cosas me pasaran, así que no le tome mucha importancia.

La Señorita Nixon caminaba al frente con un andar enfurecido, hasta parecía que le salía humo de la cabeza, claro solo eran figuraciones mías, pero de que estaba hecha una fiera, lo estaba.

Ya conocía a la secretaria de Señorita Nixon, así que la saludé.

—¿Qué onda, Wanda, como has estado?

Wanda era la secretaria de la Señorita Nixon, además era una chica dos o tres años mayor que yo, y enseguida que entre a la Academia nos hicimos amigas, me caía muy bien.

—Bien, Dy, ¿y ahora que te paso? ¿Por qué la Señorita Nixon entró furiosa a su oficina? Pero sobretodo, ¿Por qué estas llena de lodo?

—Larga historia —suspiré— solo te diré que tiene que ver con esa —dije señalando a Deborah que se había sentado en un rincón muy alejado de
mí— y que pronto le llamaras a Jeff.

—Cassidy, ¿sabes lo que eso significa, no? —Dijo mirándome intensamente.

—Sí, si sé, no me lo repitas, ¿crees que no estoy un poco nerviosa de lo que pase ahí adentro? Ó sea, no quiero ir a la militarizada, pero es que ahora si valía la pena ese reporte.

—Está bien, Dy, per... —el interlocutor de Wanda nos interrumpió.

—Wanda, hazme el favor de hacer pasar a mi oficina a la Señorita
Thurman y a la Señorita Gilmore —se escuchaba más calmada, pero a ver qué pasaba. Suspiré—.

—Enseguida, Señorita. —Respondió Wanda de vuelta.

Nos miró inquisidoramente a Deborah y a mí. A mí, sonriéndome y a la Barbie haciéndole una simple mueca.

—Pasen, por favor —dijo Wanda refiriéndose a nosotras dos— y suerte
Cassidy, la necesitaras.

—Gracias Wanda, te veo en un rato más —No sabía cuánto duraría la tortura con la Directora, pero presentía que iba a ser bastante larga.

Entré a la oficina de la Señorita Nixon seguido por la Miss Mostaza. El lugar olía a encino y a canela, era acogedora he de confesar, no me parecía tan aterrador. Tomé asiento antes de que me lo ofrecieran, la Señorita Nixon me miró con fastidio marcado en el rostro, después le indicó a Deborah que se sentara en la silla contigua a la mía. Las tres estábamos en total silencio, Deborah miraba a la directora y ésta última a mí. Yo... pues yo miraba los diplomas y demás que habían colgados en la pared.

Volteé el rostro y me topé con la mirada de la Directora.

—¡Ups! —Susurré encogiéndome de hombros, la barbie solo bufó y rodó los ojos.

—Y bien, ¿Quién me dirá lo sucedido?

Nadie habló. Me supuse que por miedo, Deborah no dijo nada, porque
no dejaba de retorcer sus asquerosos dedos en su regazo ni de menear las piernas. Yo por cansancio.

—Veo que ninguna de las dos me dira lo sucedido —Dijo con vehemencia en su asiento— me temo que les pondré un reporte a las dos y en su caso señorita Thurman, tendré que hablarle a su tutor.

Rebel GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora