11. Giros inesperados

257 25 11
                                    

Había acabado de cenar y yo me dirigía a mi alcoba donde recordaba haber visto un espejo. Todavía no veía como había quedado después del cambio que me habían hecho y desesperaba por verme. Lo único que dijeron Ive y Dominic al verme fue "perfecto". Simplemente eso, nada más. Edward no se había presentado a la cena, probablemente seguía con la histeria de toda la tarde y no quiso acercarse donde yo estuviera y agradecía que haya sido así.

Deslicé la puerta y miré detenidamente para ver si había alguien, sin embargo estaba totalmente vacía. Suspiré aliviada e ingresé dirigiéndome directamente al espejo dejando la puerta abierta detrás de mí. Me detuve y me miré casi paralizada. No era yo, no era Brooklyn. En realidad mis rasgos seguían intactos pero todo lo demás era algo que nunca pensé que pondría sobre mí. Cabellos mucho más rubios de lo que ya los tenía recortados hasta un poco más abajo de mis hombros, mis orejas oradadas y mi nariz también, adornada con un aro en forma de anillo color dorado, mis ojos se veían más claros, sin embargo era el mismo color de siempre. Incline mi cabeza a un costado con el ceño fruncido y luego me encogí de hombros restándole importancia. Levanté mi cabello dejando descubierto mi rostro y sonreí radiante. Mi nueva yo se veía bien.

Nunca había podido teñir mi cabello o hacerme perforaciones en mi rostro, ni hablar de un tatuaje, eso les irritaba de tal forma a mis padres que el sólo hecho de ver a uno de mis primos varones con un aro los volvía locos. Sonreí al pensar en la buena idea de tatuarme algún lado de mi cuerpo un día de estos, lo haría sólo para probar.

Ingresé al baño para tomar una ducha y vestirme ya para acostarme a dormir, no había sido un día agotador como estoy acostumbrada con los entrenamientos, pero aún así me sentía cansada. Creo que hay algo bueno después de todo en estos traslados. Salí directamente con la idea de acostarme en la única cama allí antes de que Edward la reclamara y hubiera barullo. Pero adivinen, salí del baño y primero que vi fue a Edward cubriéndose con las frazadas ya para dormir. El me miró sin decir nada, sé que se estaba riendo por dentro malignamente, así que decidí apagar el incendio que se estaba provocando dentro de mí, suspiré hondo y caminé hacia el armario. Escogí muchas mantas y almohadas para improvisar una cama en el piso lo más lejos de Edward posible, justo al lado de la ventana y apagué la luz sin decir una palabra. La cucha de perro que armé era cómoda después de todo, amaba dormir con muchas almohadas que abrazar, es lo más cómodo que existe y es muchísimo mejor teniendo la vista del cielo estrellado.

-Sólo tenías que pedirme la cama si la querías- dijo Edward con tono irónico justo cuando cerré mis ojos.

-No necesito tu consentimiento, duerme tranquilo, no quiero la cama- contesté cortante y me tapé con las sábana hasta la cabeza. Sabía que él estaba bromeando, no iba a caer en sus juegos porque sino la discusión no hubiera terminado jamás, así que lo mejor fue dejarlo ganar esa vez y admitir que perdí. Renuncié a querer ganarle en la discusión de ese día porque creía que ya ha sido demasiado tantas discusiones diarias.

Un almohadonaso dio contra mi cabeza y me senté furiosa. La pelea definitivamente no había terminado.

- ¿¡Qué carajo te sucede!? ¿¡No entiendes que estoy cansada de que me molestes!?- grité y el se quedó sumamente serio antes de responder.

-Te tiré un almohadón porque a la vez que soy un poco gentil contigo me mandas a la mierda- dijo refiriéndose a cuando me había ofrecido la cama- Pero duerme en el piso, sigue con tu carácter.

-¡Pero...!- suspiré agobiada-¡Lo dijiste con ese tono tan irritante que pensé que estabas bromeando! No es mi culpa no saber cuando hablas en serio después de que sólo usas ese tono para molestarme. Es más, yo también fui gentil, te dije que no quería la maldita cama y que no te preocuparas.

Protégete de mi (Ed Sheeran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora