8. Táctica y estrategia

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Pasaron las semanas y la rutina era dura. Entrenamiento y nuevos conocimientos todos los días, era más agotador que la escuela, pero prefería esto diez mil veces más que la escuela, era buena alumna, pero odiaba la escuela. De a poco el lugar se quedaba en mi mente, pero tenía en claro que acostumbrarme no era una buena opción, si el gobierno sea del país en donde estábamos nos encontraba, había que levantar el campamento e ir donde el viento dijera. ¿Cómo? No tenía idea como era todo ese transmite, aún no lo vivía personalmente.

Había aprendido bastante en esas semanas, no sobre álgebra o español, sino de la vida. Tenía un profesor que compartía con otros dos iniciados, se llamaba Cyril y acababa de venir de una misión muy importante del otro lado del mundo. El nos enseñó lo que se tendría que enseñar a todos desde el inicio de la vida: a pensar. No nos daba materias como historia que sólo habla de guerras, sangre, disputas, desacuerdos, etc. El nos hacía reflexionar sobre la vida a través de la literatura, la cultura, la sociedad, entre otros. Nos enseñó a ser cuerdos y educados, y también la verdadera razón por la que estábamos allí.

-Desde el momento en que llegaron a esa oficina con Ive dejaron de ser un individuo más en el mundo para convertirse en héroes- dijo caminando de un lado al otro frente a nosotros quienes nos sentábamos en el piso con almohadones, a veces al pie de un olivo, y lo escuchábamos atentos- Y yo estoy aquí para algo igual de importante que ustedes. Esto es una escuela, yo soy un maestro y ustedes aprendices. Sin embargo no los evaluaré, tampoco les daré tareas, no escribirán, solamente leerán lo que ustedes quieran y si les interesa algún tema en especial lo tratamos.

-Pero...si es una escuela- preguntó uno de mis compañeros levantando la mano- ¿Por qué no nos evalúan?

Cyril dibujó una sonrisa en su rostro a causa de esa pregunta y se separó del escritorio para acercarse a nosotros y agacharse a nuestra altura.

-Hay una ley de vida que aprenderán y es que los rumores no dicen quien realmente eres, tu edad no es a cuerdo a tu madurez y tus notas no definen tu inteligencia.

Terminada la clase fui de vuelta a mi habitación a prepararme para el entrenamiento físico. Dejé los libros que nos dio Cyril para esa semana e inmediatamente me coloqué la vestimenta adecuada y peiné mi cabello en una trenza francesa.

Aún seguía pensando en cual sería mi meta de vida, a lo que iba era que no sabía cuando realmente sentiría que mi vida finalmente tenía sentido, creía que era algo que se debía saber y era la única persona en el mundo que no lo tenía definido y me torturaba las noches y días pensando en ello.

Por otro lado también me preguntaba por qué todos se sorprendían tanto al saber que Ive había ido a buscarme al gimnasio para hablar, suponía que ella hacía eso con cada interno nuevo, sin embargo cuando hablé con mis compañeros ingresados en la clases de Cyril estos me dijeron que nunca hablaron más de una vez con ella, la única vez que lo hicieron fue cuando salieron del calabozo, luego nunca la volvieron a ver. Así que necesitaba respuestas de parte de los más sorprendidos y esos eran Nigel, Floyd, Cyril y Edward.

Me senté en la mesa donde cotidianamente me sentaba, siempre llegaba primera y de a poco iban llegando los demás siempre en el mismo orden: Nigel, Cyril, Floyd y finalmente el pelirrojo que ni siquiera saludaba. Odiaba su personalidad cambiante a cada instante. A veces era neutro, otras veces irritante, o también podía ser molesto y hacerme bromas, o estar del peor humor posible y descargarse conmigo durante el entrenamiento. De eso el no se salvaba tampoco, por que si él estaba de mal humor yo lo estaba el doble por su culpa, nos gritabámos y seguíamos el entrenamiento sin mirarnos a la cara. Sus ojos en esos momentos me torturaban y mi mirada seca lo irritaba, así que era mejor si no nos mirábamos.

Protégete de mi (Ed Sheeran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora