Capitulo 4: "Damn Manipulator"

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Damn Manipulator



Él frunció el ceño, luego miró a David con una mirada de indiferencia, al igual como yo lo mire. Volvió a clavar sus ojos en mí, las piernas me temblaron.

—Solo sube al auto. —ordenó.

Me clavé en la acera, crucé mis brazos y lo miré desafiante. Era una postura de niña consentida, lo sé. David suspiró con cansancio, se acercó al auto de Henry y abrió la puerta trasera-derecha. Se adentró en él. Henry seguía mirándome, no parecía querer cambiar su postura, resoplé y bajé la guardia. Intenté protestar, pero acomodé mis palabras y mis pensamientos. ¿Dejar que David vaya solo con Henry? ¿O ir con ellos? Dejar que David vaya con Henry solo en el auto no era la mejor opción, por los acontecimientos anteriores... Finalmente me acerqué al auto con paso pesado, sentí la sonrisa triunfadora de Henry a mis espaldas.

Estiré la mano para abrir la puerta, se abrió poco para que luego Henry la cerrara, lo miré.

—Tú irás adelante, conmigo.

Sus palabras podían decir muchas cosas, pero ésta era una orden directa y no había caso de protestar.

Dio toda la vuelta y lo seguí, me abrió como todo caballero (pero si él no era un caballero, era un manipulador) entré sin ni siquiera mirarle. Él la cerró con fuerza, haciendo que mi cuerpo temblara. Miré por el espejo retrovisor a David, quién tenía la mirada perdida en un objeto en sus manos, observé con más atención para entender algo de esa misteriosa pieza.

— ¿Qué llevas ahí? —pregunté con una sonrisa y el ceño fruncido. Él se sobresaltó y escondió rápido la cosa plateada.

—Nada.

—Pero si yo vi que llevabas algo en las manos. —No despegué la mirada de él. — Vamos, dime. — insistí.

A veces podría ser algo molesta, pero las cosas me intrigaban y quería saber qué era eso.

—Nahiana, no es nada... —movió la boca para decir otra cosa, pero Henry se subió, nos miró con el ceño fruncido y puso en marcha el auto.

—Ponte el cinturón. —volvió a ordenar.

Puse los ojos en blanco e hice lo que me dijo.

El recorrido fue silencioso, y aunque la casa de Jeremy quedara a solo dos calles de la preparatoria, parecía que el camino daba vueltas y vueltas, se hacía más largo de lo normal.

El auto se detuvo justo en el taller de Jeremy, miré por la ventanilla y vi a mi bebé, mi auto, con el capo abierto, mostrando su interior. Me saqué el cinturón de seguridad, y me dispuse a salir del auto, pero la gran mano de Henry sostuvo mi brazo, puse los ojos en blanco y volví a resoplar con fastidio. Me acomodé en el asiento y miré de reojo hacia atrás, David ya no estaba. ¿Cuándo ha salido del auto? Miré hacia afuera y vi como saludaba a su hermano.

Volví mi mirada a Henry.

— ¿Qué quieres, Tremblay? —pregunté con fastidio. Quería irme, salir de allí.

—No me digas así, tengo nombre y por favor cambia tu tono de voz. Es cansador escucharte quejándote de todo.

— ¿Qué? ¿Ahora es mi culpa? —Incrédula de sus palabras, sonreí con ironía. — No tengo las fuerzas para estar peleando contigo, así que, adiós, Tremblay. —Dije dirigiéndome hacia la puerta para salir, solo un pequeño ruido y todas las puertas estaban con seguro. — Déjame salir, Henry.

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