Un hombre excepcional

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El día empezó más que de maravilla, al fin la conocí y ella era mejor de lo que esperaba. Pero es hora de empezar hacer mi trabajo y eso nunca se acaba.

Seguí caminando en línea recta hasta llegar al centro de la ciudad pero era más que servido que el ejército mantenía muy bien vigilada las calles, entonces me dirigiré de nuevo a las afueras donde sé que pasara algo de acción. Mientras caminaba la gente seguía viéndome extraño y a veces con muecas hasta que una chica se me acerco.

-Disculpe, ¿Se encuentra bien? Es que trae una gran mancha de sangre en el hombro, si quiere lo puedo llevar a un hospital cercano.

-No se preocupe es tan solo una mancha de sangre, la herida que traigo en el hombro se abrió un poco pero nada grave-. Le conteste tratándola de calmar.

-¿Esta seguro?

-Más que seguro señorita- una sonrisa más mientras continué caminando.

La actividad criminal no era tan frecuente cuando el ejército se encontraba rondando las calles, pero no faltaba aquel ladrón casual que empezaba desde temprano pero para mí mala fortuna no había alguno cerca.
Era momento de dirigirse a otra parte, tal vez a España o Italia, eran lugares donde encontraba más acción.
Comencé a caminar en sentido contrario para retomar el camino a la Plaza de Bolívar, tardé cerca de una hora para llegar mientras tomaba nota mental de cada lugar para aprender más de Bogotá, era hermosa sin duda pero no tengo que distraerme tanto, tengo que llegar a ese lugar.
Llegando una vez a la Plaza de Bolívar observe el panorama; pocos niños dando de comer a las palomas que se amontonaban una vez que le daban arroz, varias parejas caminado de la mano y como nunca falta, el señor de las llamas.
Ojalá fuera fin de semana, es más bello el panorama pero debo continuar.
11:15 am.
Falta poco, solo 45 minutos más.
La calle 19 no está tan lejos pero aun debo caminar, debo dirigirme a BD Bacatá.
11:58 am.
Al entrar en el BD Bacatá me dirigí a la torre hotelera, atravesé la recepción y camine directo con la recepcionista, una encantadora joven de sonrisa perfecta y labios de eterno carmesí que podían enamorar a cualquiera pero tan solo estaba ahí, sin avanzar laboralmente, estancada recibiendo llamadas y organizando papeles y más papeles. Al estar frente a ella alzó la vista para cruzar miradas y que estallase de alegría.

-¡Hola Daniel! Me alegra que hayas venido hoy, ya que han pasado varios días desde que no andas por estos lugares-. Me saludo mientras se paraba de su asiento para rodear el escritorio y besarme la mejilla amistosamente- Oh por Dios, ¿Que te ha pasado en el hombro?

-No te preocupes, tan solo es una mancha es una vieja herida curada, si quieres puedes darme un golpe en el hombro y no me dolerá.

Una mancha vieja. Al fin se acabó la semana de penitencia.

-Preferiría evitar eso.

-Quizás tengas razón, y a todo esto, ¿Cómo has estado?

-En el trabajo como siempre, algún día aspiraré a un puesto mejor incluso en otro lugar pero mientras mi madre siga viva yo estaré a su lado cuidándola.

-Recuerda que podrás que podrás contar conmigo para poder salir adelante, tengo varios favores sin cobrar y tal vez alguno pueda servir -.

-Te lo agradezco y si- soltó una pequeña carcajada- Si lo voy a cobrar, al final de cuentas le debes varios favores a esta señorita y hablando de favores ¿Qué es lo que has traído hoy?- pregunto con una sonrisa maliciosa

-Esta vez es un viejo pergamino de un poema japonés y dicen que fue de una geisha a un joven príncipe- saque un tubo con un decorado de flores de mi pantalón para dárselo- Ten cuidado al abrirlo, puede desmoronarse-.

La Leyenda Del GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora