Capitulo 5.

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Narra Samuel:

¡Por poco le cuento sobre mi vida ha un chico como si fuese mi hermano! ¿Estoy tonto o que? ¡Hace unas horas mande una chica a tomar por culo! ¿Y aparece este y casi le cuento sobre mi? Es tonto, tío.

Con esos pensamientos en mente no me di cuenta cuando llegué a ¿El cementerio? Seguro mi mente me trajo acá, a la raíz de mis problemas. Tengo poco mas de 4 años de no venir, ¿no puede pasar nada malo a que si?

Bajé del coche y me dirigí a el lote 22D. Me sabia el camino de memoria, podría llegar hasta con los ojos cerrados. Por el camino arranqué un clavel para mi madre, su flor favorita. Llegué a las tumbas y mis ojos se cristalizaron.

-Hola mamá.- saludé mientras depositaba el clavel en su tumba. - Hola papá. - saludé mirando a la tumba contigua.

Mis ojos se cristalizaron por completo y las lágrimas amenazaban con salir.

(...)

Y no sé como ni cuando terminé en un bar con una botella de Wiskey en la mano. Puse algunos billetes sobre el mostrador y me paré tambaleante con dirección a mi coche o lo que sea que hubiera afuera.

Era tarde, lo sabía. El cielo estaba oscuro y tambaleante empecé a buscar mi coche y creo que estaba por encontrarlo cuando empezó la tormenta. El agua caía sobre mi y no me importaba realmente. Con el piso mojado y mis piernas débiles y tambaleantes, resbalé y todo se volvió negro.

-Al dia siguiente-

Me dolía la cabeza, mucho. Intenté levantarme de la cama pero un dolor intenso me lo impidió ¡Ay! Miré alrededor de la habitación tratando de hallar algo que me pudiese decir donde me encontraba porque mi piso definitivamente no era.

Ya con un poco más de estabilidad, me levanté. Tenía la misma ropa de ayer lo que significa que debería tener mi móvil en el bolsillo...¡Bingo! Marqué rápidamente el numero de Luzu, esperando a que contestara.

-¿Diga?-se escuchó por el otro lado de la línea.

-¡Luzu!¡Soy yo, Samuel!-

-¡Tío! ¿Donde cojones estas? Anoche no llegaste a casa.-

-Pues claro que no llegué, imbécil.-miré alrededor de la habitación tratando de encontrar algo que me permitiera ubicar.

-Por andar de borracho.-gruñí-Mejor dime que vez, o busca algo que te pueda ayudar a saber donde estas.

-La habitación donde estoy es de paredes blancos con algunos cuadros.-silbe-Hay uno que mola un huevo, tío.

—Serás Idiota, Samuel. Con esa información en 2 minutos encuentro tu paradero.—reprochó irónico Luzu.—Deja de fijarte en los putos cuadros y busca algo importante.

—Pero es que no hay nada relevante, solo una cama doble, paredes blancas con unos cuadros muy monos.—Luzu gruñó—Un televisor bastante grande, un armario, lamparas...¡Es que no hay nada tío! ¡Ni una fotografía!

—Samuel lamento decirte esto pero...te han secuestrado.—bufé.

—Menudo gilipollas estas hecho, ¡Claro que no estoy secuestrado!—no recibí respuesta de la otra linea, miré la pantalla de mi teléfono. —Jumm que bien, mi teléfono se ha descargado, ¡Menuda suerte cargo!—y mi móvil termino estrellado a la pared.

Desesperado por la falta de información decidí bajar a buscar yo mismo. Alta casa la del gilipollas que viva aquí, ¡Esto es como una mansión!
Empecé a buscar cuarto por cuarto, en busca de no sé, alguien quizás pero no encontré nada. Solo pinturas, libros, consolas y una que otra cosa más.
¿Que enfermo mental no guarda una foto suya? Dios.

Me encontraba en lo que suponía era el salón cuando sentí unos pasos detrás míos, asustado cogí una botella vacía que se encontraba a mi lado para...tratar de defenderme. Cuando me di vuelta no encontré a alguien si no a...algo.

Un pastor alemán me miraba ansioso, con la boca abierta como si quisiese morderme. Me quedé quieto, no sabia que hacer, no es que le tuviese miedo a los perros pero es que este perro ¡Es gigante! Mis latidos iban a mil y más aun cuando vi por el rabillo del ojo la lampara moverse, alcé la cabeza con cuidado y me encontré con...un gato. Que bien, tenia un pastor alemán frente a mi que me miraba con ganas de arrancarme el cuello y tenia un gato arriba de mi cabeza que esperaba la hora para saltarme encima y sacarme los ojos.

Y probablemente todo aquello hubiese sucedido si no fuese porque una voz gruesa captó la atención de los animales.

—¡Pastore! ¡Kopa! ¿Que haceis?—Los animales enseguida voltearon a ver a el que creo que es su amo. El canino salió corriendo en dirección a la voz con alegría y el felino que se bajaba de la lampara repetía la acción de el anterior.

Yo no me sentía capaz de mirar el dueño de aquella voz, hasta que el me llamo.

—¿Samuel? ¿Estas bien?—Oh no, ¿era el? Voltee la cara y me encontré con un chico que jamás creí encontrar en esta situación.

—¿Guillermo?

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¡Ya es 24! Feliz navidad a todos.❤ Que pasen un gran día, y no olviden comerse las uvas. ehjé




DESTINO CAPRICHOSO | WIGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora