Capítulo 2

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No se en qué momento empecé a verla como mujer; quizá fue una vez que al entrar en su cuarto la vi envuelta en una tolla, dado que acababa de bañarse; verla así, con su pelo mojado, sus enormes senos moldeados por la tolla, al igual que su buen trasero, a partir de entonces empezó a moverme el tapete; me gustaba verla llegar de la escuela enfundada en su faldita corta, sus medias azules que la hacían verse muy sexy, su blusita blanca y esos chonguitos que le daban un toque infantil. Casi siempre al llegar se ponía una especie de mallas o pans tan entallado que se le marcaban sus labios vaginales, era un bultito hermoso que me hacia imaginarme tantas cosas,

A partir de entonces fue que surgió en mi unas enormes ganas de cogermela; cualquier pose o vestimenta provocativa de ella me excitaba; y cada que jugueteábamos no perdía la oportunidad de rozar sus enormes senos, o incluso hacer que ella con su mano rozara mi pene bien duro y parado, con la intención de que le gustara.

Recuerdo una ocasión en la que todos fuimos a una fiesta, excepto ella, ya que dijo que le dolía la cabeza y prefería quedarse en casa; de esa fiesta regresamos como a las 12 de la noche; antes de llegar pasamos a comprar algo de cenar, y también compré algo para ella pensando en que quizá estaría despierta y tuviera algo de hambre.
Cuando llegamos, tanto mis tíos como mis otras primas se dirigieron directamente a la cocina, mientras yo les dije que iría a ver si Gloria estaba despierta.
No toqué su puerta, solo la abrí y lo que vi al entrar me dejó anonadado; ella estaba acostada boca arriba, sin ninguna sábana encima; en un calzoncito de esos que vulgarmente les llaman a media nalga; lo recuerdo bien, era de color azul pastel con dibujos infantiles; yo me acerqué muy despacio a ella para que no despertara, tenia sus piernas abiertas por lo que el bultito en su entrepierna (su vagína ) se veía hermoso, incluso se le podían ver unos vellitos saliendo de su calzoncito; tuve unos enormes deseos de tocar aunque sea poquito y con suavidad su panochita; pero no lo hice por temor a que alguien entrara y me sorprendiera, y también por temor a que ella despertara y se enojara.
No traía en mente otra idea más que verla desnuda; tenia que ver esos riquísimos y grandes senos que tenia, esa panochita que tan deliciosa se veía con sus pans ajustados.

Enamorado de Alguien que no DebíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora